Capitulo 1. REVELACIÓN

1364 Palabras
-¿Cuánto tiempo más tendré que estar así? -Con amplio dolor se quejaba Lor. -¡Ya estoy harto!, ¡No soporto más! -Recomiendo que te tranquilíces. -Le decía su acompañante, una mujer hermosa y joven, mientras perforaba el músculo del brazo izquierdo con una jeringa, la cual contenía sangre que nutría el cuerpo de Lor. -Tienes mucha razón. -Respondió más tranquilo, después que llegara la sangre que tanto ayudaba a su cuerpo. -Debo ser fuerte, no puedo caer ahora que estoy tan cerca de aliviarme. -Su mirada era dispersa, sus ojos cristalinos con un brillo rojo que carecían de fuerza y de concentración. Apretaba los puños mientras reflexionaba, parecía que intentaba adquirir fuerzas de su interior, pero al sentirse tan débil no lo consiguió. -Pero esto se vuelve tan difícil, este cuerpo se hizo viejo y al no poder salir de esta habitación se convierte en un tormento incesante. Lo único que mantenía a Lor con vida era la sangre que cada día le administraban a su cuerpo por medio de las jeringas, sangre muy poco fresca pero que tenía lo necesario para mantenerlo con vida. Conservaba la esperanza de poder curarse y salir al fin de aquella habitación donde había permanecido durante 17 años. Una habitación muy amplia, o al menos la minuciosa cantidad de muebles la hacía ver así. Había una enorme cama muy fina pero muy descuidada. La base era de madera caoba color vino muy desgastada pero aun resistente, un colchón apenas estable y limpio por las sábanas color n***o que lo cubrían. Sin cobijas pero con una almohada delgada de la misma madera que la base, con una pequeña tela que la forraba, era muy dura para un humano pero ideal para que él reposara. La cama tenía función para levantar el respaldo o en los momentos de dormir recostarla, esta era donde pasaba el mayor tiempo en esa habitación. También había una silla de cedrón color café con un decorado dorado en los extremos y parte del respaldo, marcados símbolos muy hermosos que sin duda hacían que esta fuera lo mas vistoso en la habitación. En el extremo muy cerca de la puerta estaba un mueble pequeño con anaqueles donde almacenaban los frascos con la sangre que lo alimentaba todos los días. -¿Me mandaste a llamar?-Le preguntó un hombre de aspecto áspero que estaba en la entrada cuyo nombre era Ezequiel. -Si, adelante. -Le respondía sin cambiar su tono de debilidad y depresión aunque el tratara de fingir el sentirse autoritario. Ezequiel entró en la habitación y ayudó a Lor a levantarse de la cama para llevarlo hasta la silla. -¿Qué se le ofrece?-Preguntó con voz tímida. -¿Dónde está Ismael?-Dijo mientras lo miraba fijamente. -Quiero saber como va el trabajo. Necesito respuestas. -Ya han ido por él. -Respondía tratando de no mirarle directamente. -Vendrá enseguida a decir su reporte. Ezequiel se apartó de la compañía del vampiro y fue a ayudar a la mujer que estaba en la habitación y que minutos antes había inyectado a Lor. Ambos trabajaban lavando los frascos utilizados para almacenar la sangre, lo hacían en silencio y sin mirar a Lor. En la habitación no había ruido alguno por lo cual fue fácil interrumpir la tranquilidad cuando Ismael entró hablando. -¡Buenas noches! -Su voz era tímida a pesar de haber hecho esa rutina durante varios años -Pasa, te estaba esperando. -Se animó un poco. -Dime tu reporte ahora Ismael se puso inquieto cuando sintió la mirada penetrante proveniente del vampiro, solo se limitó a suspirar y observar que había dos personas más en la habitación, lo que le transmitió un poco de confianza. -Como ya sabes desde hace dos años hemos entrado en la fase final del trabajo. -Pausó un poco para tomar aire. -Pero ahora que estoy tan cerca de terminar se ha presentado un problema. -¿Qué dices? -Se levantó enfurecido y a punto de tomar del cuello a Ismael, quien no hizo más que tirarse al suelo. Ezequiel intervino e intentó tranquilizar a Lor, quien esperaba una respuesta y la continuación del reporte. Ismael incorporándose le pidió que se tranquilizara, mientras analizaba con detenimiento las palabras que utilizaría para terminar. El ambiente se tornaba un poco pesado, el vampiro enojado y varios de los hombres que trabajaban para él entraron al escuchar el grito para verificar lo que pasaba. -El problema es que... -Decidió continuar rápidamente Ismael. -Necesitamos un corazón. -Lor lo miró y se tranquilizo un poco. -¡Era eso! -Tomó a Ezequiel para expresarle que lo soltara, que ya estaba más tranquilo. -Pues mis hombre irán por uno en este momento. Ismael suspiró de nuevo y decidió concluir rápidamente pues ya no aguantaba tanta tensión y quería salir corriendo. -Pero no necesito cualquier corazón. -Exclamó con amplia seguridad. -Desde que te volviste viejo hace 17 años, noté que tu corazón no funcionaba bien, incluso que se podía detener en cualquier momento. A causa de eso tu no puedes salir ni cazar por tu cuenta, lo que nos deja el trabajo de alimentarte con la sangre que traemos para ti, pero esa no es sangre fresca y no ayuda a recuperar tu salud. Mi trabajo consiste en hacer una maquina lo mas similar posible a tu organismo para que pueda mantener y hacer sangre fresca para ti. Pero es una máquina tan sensible y perfecta que un corazón cualquiera no serviría. -Se detuvo para contemplar la reacción de Lor. -Todos estos años estudie tu anatomía, es tan rara y única que para hacer que esta máquina se adapte perfectamente, conserve y haga sangre fresca, construí un mecanismo que en la parte central necesita un corazón que sea capaz de purificarla, un corazón capaz de adaptarse a tu cuerpo, un corazón limpio, un corazón puro. El silencio se hizo presente de parte de todos los que ahí estaban, no sabían qué decir y mucho menos se atrevían a mirar al vampiro, creían que todos los esfuerzos en esos años habían sido en vano. Pero por el contrario, Lor se mantuvo firme y dijo que no sería difícil conseguirlo. -¡Quiero que todos vayan a buscar ese corazón! Ezequiel, quien a parte de ser el hombre más cercano a Lor y ser su mano derecha, era el líder del grupo de hombres que estaban a cargo de la vigilancia. Organizó a todos y en poco tiempo habían abandonado la casa para buscar el corazón que salvaría al vampiro. En la habitación quedaron Lor, Ismael y la mujer que increíblemente no había mostrado expresión alguna en su rostro y continuaba lavando los frascos. Era una mujer como de 1:70 de altura, delgada, con amplia juventud en su rostro, hermosa y con grandes ojos color claro, nariz afilada, mejillas delgadas con cabello largo y rubio. Pero más que lucir notable belleza, parecía apática, sin sonrisa en el rostro, seco como un árbol en otoño, su mirada perdida y con ropas bastante desgastadas. Desde el día que llegó la desgracia para el vampiro ella estuvo con él siempre fiel, siempre a su lado procurándolo, estando al pendiente de su cuidado y velando por el, siempre al servicio y acatando sus órdenes, sin mostrar queja pero tampoco alegría. Ni siquiera palabra alguna se asomaba en su boca cuando los demás le hablaban o pedían algo simplemente los ignoraba o así lo interpretaban ellos. Cuando terminó de lavar los frascos, dejó que escurrieran y se dirigió al lado de Lor. Ismael no pudo más que mirarle con una expresión de compasión hacia ella, miró también el rostro del vampiro que tenía una combinación de angustia y alegría y se incorporó a hablarle. -¡Quédate tranquilo!- le hablaba con un tono dulce. -No sufras mas, pronto haremos que te cures y volverás a ser el mismo de antes. En aquellos momentos se acercaba el mediodía, del día más esperado desde que comenzó su tragedia. Ismael observó los frascos limpios y comprobó que ya no había frascos con sangre. Los tomó todos y dirigiéndose al vampiro dijo. -Iré a preparar todo. -Hizo una pausa y dió la vuelta para salir. -Tu hijo llegará pronto.
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