El aire frío de la noche abrazaba los jardines, pero Isabelle apenas podía sentirlo. Su conversación con Lucien había sido breve, pero suficiente para dejarla intrigada y confundida. Mientras caminaba entre los invitados, su mente volvía una y otra vez a esos ojos grises, tan intensos y llenos de algo que no lograba descifrar. Había algo en Lucien que la atraía, pero también algo que le advertía que debía mantener la distancia.
Desde las sombras, Lucien la observaba en silencio. Cada movimiento de Isabelle parecía hipnotizarlo, pero no podía negar la batalla interna que libraba consigo mismo. Por siglos, había mantenido su corazón blindado, protegido por una coraza de arrogancia y desapego. Sin embargo, algo en Isabelle había atravesado esa barrera con facilidad. Lo que sentía por ella era tan fuerte como inesperado, y esa intensidad lo aterraba.
Decidió acercarse de nuevo, como si su cuerpo se moviera por cuenta propia. Isabelle estaba junto a una fuente iluminada por pequeñas luces flotantes, su reflejo danzando en el agua. Parecía una visión etérea, como si no perteneciera a este mundo.
**Lucien**: —¿Acaso estás huyendo de mí? —preguntó con voz suave pero cargada de intención, interrumpiendo sus pensamientos.
Isabelle giró rápidamente al escuchar su voz. Al verlo tan cerca, su corazón dio un brinco, aunque intentó disimularlo.
**Isabelle**: —No exactamente. Sólo necesitaba un momento para respirar —respondió, intentando sonar tranquila, aunque sus mejillas se sonrojaron ligeramente.
Lucien dio un paso más cerca, estudiándola con esa mirada penetrante que parecía desnudarla por completo.
**Lucien**: —¿Te intimido? —preguntó, su tono bajo y casi desafiante.
Isabelle lo miró directamente a los ojos, sintiendo que su corazón latía más rápido con cada segundo que pasaba bajo su mirada.
**Isabelle**: —No lo sé. Hay algo en ti… algo diferente. No estoy segura de qué pensar.
Lucien arqueó una ceja, claramente intrigado por su respuesta.
**Lucien**: —¿Diferente? —repitió, una pequeña sonrisa curvándose en sus labios. Era la sonrisa de alguien que conocía un secreto que los demás no.
**Isabelle**: —Sí, como si… —hizo una pausa, buscando las palabras—, como si no pertenecieras del todo a este lugar. Hay algo en ti que me resulta… inquietante.
Lucien dejó escapar una pequeña risa, aunque su expresión permaneció intensa.
**Lucien**: —Tienes razón. No pertenezco a este lugar… al menos, no como los demás. Pero tal vez eso sea lo que me hace interesante.
Isabelle lo miró con curiosidad. Había algo en su tono, algo que sugería más de lo que estaba dispuesto a decir. A pesar de la inquietud que sentía, no podía negar que había una parte de ella que quería saber más sobre él.
**Isabelle**: —¿Siempre hablas en acertijos? —preguntó, tratando de aligerar la tensión.
Lucien sonrió de nuevo, pero esta vez había algo más cálido en su expresión.
**Lucien**: —Solo cuando no estoy seguro de qué decir. —Hizo una pausa antes de añadir—: Tú también eres diferente, Isabelle. Lo supe desde el momento en que te vi.
Isabelle sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Había algo en su tono, una sinceridad que la desarmaba por completo.
**Isabelle**: —No creo ser tan interesante como tú crees —murmuró, bajando la mirada.
Lucien dio un paso más cerca, tan cerca que Isabelle podía sentir el frío de su presencia, aunque había algo sorprendentemente reconfortante en ello.
**Lucien**: —Estás equivocada. Hay algo en ti… algo que no he sentido en mucho tiempo. —Sus palabras eran suaves, pero cargadas de emoción.
Isabelle lo miró, atrapada en su mirada. Quería responder, pero no encontraba las palabras. Había algo en Lucien que la hacía sentirse viva de una manera que nunca antes había experimentado.
Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, un invitado apareció, interrumpiéndolos.
**Hombre desconocido**: —Lucien, te estaban buscando en el salón. Parece que alguien necesita hablar contigo urgentemente.
Lucien suspiró, su mandíbula apretándose ligeramente. No quería irse, no ahora.
**Lucien**: —Diles que esperaré aquí. No estoy de humor para conversaciones triviales. —Su tono era frío y autoritario, un contraste con la calidez que había mostrado a Isabelle.
El hombre asintió rápidamente y se retiró. Lucien volvió su atención a Isabelle, como si la interrupción no hubiera ocurrido.
**Lucien**: —Parece que no puedo escapar de las molestias de este lugar. Pero antes de que me vuelva a interrumpir alguien más… —Hizo una pausa, su mirada fija en ella—. ¿Te gustaría que nos viéramos otra vez?
Isabelle abrió los ojos con sorpresa. No esperaba una invitación tan directa.
**Isabelle**: —Yo… supongo que sí. —Se sorprendió a sí misma con su respuesta. No tenía idea de por qué había dicho que sí, pero sabía que no podía rechazarlo.
Lucien sonrió, esta vez con una genuina satisfacción.
**Lucien**: —Entonces será un placer volver a verte, Isabelle.
Y con esas palabras, desapareció en las sombras, dejándola sola junto a la fuente, con su mente llena de preguntas y su corazón latiendo descontroladamente.