Capítulo 1: Un Encuentro Bajo la Luna
La luna llena iluminaba los jardines del exclusivo salón de baile como si fuera un reflector natural. Isabelle caminaba lentamente entre los invitados, su vestido azul de seda ondeando con cada paso. El aire estaba cargado con un aroma dulce a flores nocturnas, pero ella no podía evitar sentirse fuera de lugar. Había sido arrastrada a esta elegante reunión por su mejor amiga, quien insistía en que necesitaba "ampliar sus horizontes sociales". Sin embargo, Isabelle nunca se había sentido cómoda en este tipo de eventos.
Su cabello rubio, que caía como cascadas doradas sobre sus hombros, brillaba bajo la luz suave de los faroles. Sus ojos verdes, tan vivos como un prado en primavera, escaneaban la multitud con nerviosismo. Había algo en el ambiente que no podía identificar, una especie de electricidad que parecía fluir a través de ella y hacer que su corazón latiera más rápido de lo normal.
Al otro lado del salón, **Lucien**, apoyado casualmente contra una columna, observaba en silencio. Era imposible no notarlo. Con su altura imponente y su piel blanca como la nieve, destacaba incluso entre la multitud más selecta. Su cabello n***o, perfectamente desordenado, caía sobre su frente, y sus ojos grises destellaban con un brillo que parecía casi sobrenatural. Había algo en él, una mezcla de elegancia fría y magnetismo crudo, que hacía imposible apartar la vista.
Cuando los ojos de Lucien se posaron en Isabelle, el tiempo pareció detenerse. La sonrisa arrogante que había estado jugando en sus labios desapareció, reemplazada por una expresión de fascinación absoluta. Nunca había sentido algo así; era como si su mundo entero hubiera sido sacudido de su eje. Por un momento, se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. Pero entonces, como si algo más fuerte que él mismo lo empujara, comenzó a caminar hacia ella.
Isabelle sintió su presencia incluso antes de verlo acercarse. Era como si el aire a su alrededor se volviera más denso, más cargado de energía. Cuando levantó la mirada, ahí estaba él. Su corazón dio un vuelco y, al mismo tiempo, un escalofrío recorrió su espalda. Había algo intimidante en ese hombre, pero también algo increíblemente atractivo.
Lucien se detuvo frente a ella, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto elegante.
**Lucien**: —¿Estás perdida? —su voz era suave, con una profundidad que parecía resonar en su pecho.
Isabelle parpadeó, sorprendida por la repentina interacción. Tardó un momento en encontrar su voz.
**Isabelle**: —No… bueno, supongo que un poco. No conozco a casi nadie aquí —respondió, su tono teñido de nerviosismo.
Lucien arqueó una ceja, su expresión mezclando curiosidad y diversión.
**Lucien**: —Entonces es una suerte que me encuentres. Puedo ser un excelente guía, si lo deseas. —Había una leve sonrisa en sus labios, apenas perceptible, pero suficiente para hacer que el rostro de Isabelle se sonrojara.
**Isabelle**: —¿Sueles ofrecer ayuda a extraños? —preguntó, tratando de sonar casual, aunque sus mejillas ardían.
Lucien dejó escapar una pequeña risa, un sonido bajo y melodioso que hizo que el estómago de Isabelle se retorciera de nervios.
**Lucien**: —Solo a los que despiertan mi curiosidad. Y debo admitir que eso no sucede con frecuencia.
Isabelle no pudo evitar sonreír ante su respuesta, aunque la intensidad de su mirada la hacía sentir como si estuviera desnuda ante él.
**Isabelle**: —Bueno, supongo que debería sentirme halagada… aunque, para ser honesta, no estoy segura de qué pensar de ti aún.
Lucien inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando cada palabra que ella decía.
**Lucien**: —Espero que eventualmente llegues a una conclusión favorable. —Su tono era serio, pero sus ojos brillaban con una chispa de diversión.
Isabelle bajó la mirada un momento, intentando recuperar la compostura. ¿Qué era lo que este hombre tenía que la hacía sentirse tan fuera de control?
**Isabelle**: —Bueno, si vas a ser mi guía, ¿por qué no empiezas por decirme tu nombre?
Lucien sonrió, una sonrisa lenta y peligrosa.
**Lucien**: —Lucien. Y ahora que sabes mi nombre, creo que es justo que me digas el tuyo.
**Isabelle**: —Isabelle.
Lucien repitió su nombre en voz baja, como si estuviera probando cómo se sentía en sus labios.
**Lucien**: —Isabelle. Un nombre tan hermoso como la persona que lo lleva.
Isabelle se quedó sin palabras, su corazón latiendo con fuerza mientras lo miraba. Había algo en Lucien que la desconcertaba, algo que la atraía y, al mismo tiempo, la asustaba. Pero no podía negar que, desde el momento en que lo había visto, sabía que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.