ARIA Solo verlo de nuevo hizo que las rodillas me temblaran y el corazón se me acelerara. La forma en que me miraba… Sentía cómo empezaba a ablandarme, aunque no quisiera hacerlo ni un poco en ese momento. Pero no, bonita, ni lo sueñes. Vas a tener que despertarte mucho más temprano para engañar a esta perra de aquí. Me mantuve firme y lo miré con una expresión que dejaba bien claro que no iba a salirse con la suya tan fácilmente. —Muy bien, ¿por qué no me dijiste que mi papá y mis hermanos te habían amenazado? —espeté, frunciendo el ceño. —¿Por qué crees? —gruñó él—. No quería causar problemas entre tú y tu familia. Aria, me importas. Quiero que seas feliz, y lo último que quería era provocar algún lío que terminara haciendo que me odiaras. —¿Y pensaste que regalar mi trabajo sin habl

