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Me enamoré de mi hermanastro

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una noche de pasión
HE
de amigos a amantes
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drama
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ciudad
personalidad múltiple
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Descripción

Cuando decides no creer en el amor, la vida se encarga de conducirte por los caminos más complejos. Para Abbigail Bennett, es el caso; pues luego de tener una dolorosa ruptura con su prometido, vuelve a su antigua ciudad para tener la compañía de su madre. Lo que no espera, es que su madre ha decidido empezar de nuevo al lado de un hombre del que se ha enamorado y tendrá que compartir un techo con esta nueva pareja de su madre y de su hermanastro William Morgan. Entre los dos la convivencia no es la mejor, pero estando juntos pueden pasar muchas cosas.

¿Cómo terminará esta historia entre Abby y William? ¿Qué sucede si entre estos hermanastros nace el amor?

los dilemas, las dudas, las aventuras y pasiones, hacen parte de esta historia; pero ¿Será aceptado un amor entre hermanastros?

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Preludio
Me gusta verla feliz, mi madre merece todo lo bueno que le pasa, ella siempre fue amorosa con todos y no merece terminar su vida sola. El señor Fernando toma su mano y deja un beso en su respaldo. —Bien, creo que iré a mi habitación —dije levantándome de mi lugar para darle privacidad. —¿Tan rápido? Deberías acompañarnos un poco más. —Gracias, señor Fernando, pero siento que necesito tomar un descanso. El hombre me sonríe, asiente y me permite alejarme. Fernando es un hombre amable, puedo decir que es tan caballeroso que siento envidia de mi madre; todas merecen un señor Fernando en sus vidas. Entré a la sala de estar y reparo todo a mi paso, no dejo de admirar todo lo que hay en su interior, que bonita manera de decorar una casa; pero que digo casa, esto es una mansión. —Señorita, ¿desea algo? —pregunta Mery, una de las chicas de la limpieza. —No, estoy bien, eres muy amable en preguntar. Mery sonríe y se aleja. ¿Por qué todos son tan gentiles? Ahora entiendo por qué mi madre se siente tan bien en este lugar. Subí a la habitación y me recosté por un momento, me cuesta estar sola y no ocupar mi mente porque de inmediato pienso en Daniel. Estaría en este momento organizando los últimos detalles de la boda, y ahora estoy aquí, en este lugar, tratando de ser fuerte. Cerré mis ojos y cuando sentí que una lágrima rodó por mi mejilla, alguien toca a la puerta. —Abbi, ¿estás ahí? —Oh, mamá. Sí, adelante. Limpié mi mejilla y me acomodé en la cama para recibirla. —¿Dormías? —No, solo estaba… ¿Qué sucede? Mamá se sienta en el borde de la cama y toma mis manos. —¿Cómo se sientes aquí? —Bien, todos son muy amables conmigo —respondí. —Eso me alegra escucharlo —dice sonriendo—. Abbi, quería comentarte algo. Fernando al igual que yo, tiene un hijo, su nombre es William, William Morgan; es buen chico, su padre me dice lo buena persona que es, pero en realidad no lo conozco. Habíamos planeado algunas cosas para que tú conocieras a Fer y yo conocer a Will, pero lastimosamente los planes no salieron como esperamos. —¿Por qué me dices hasta ahora que tu novio tiene un hijo? —Pues, estuve al pendiente de hacerlo, pero lo olvidé. Lamento eso… la cuestión es, que William vendrá a la mansión, algo pasó en su apartamento y se quedará aquí por un tiempo. Quería decirte para que lo supieras, la verdad esperamos que se lleven bien; eres una mujer increíble y tu luz enamora a todos. —Está bien, no te preocupes, mamá. Mi madre me sonríe y acaricia un poco mi mejilla. Entiendo su posición en esta casa, debe sentir algo de nervios, desea que yo encaje bien con los Morgan, en especial con el hijo de su novio. Pero soy buena con los jóvenes, soy agradable, me la llevo bien con todos. Unas horas más tarde, sentía un rico olor desde la cocina, parece que el banquete que preparan es bueno para recibir al hijo de Fernando. Lo que no entiendo es, ¿por qué si él vive en esta misma ciudad, se siente como si casi no viniera a casa de su padre? —¡Creo que ya llegó! —dice la mujer de la cocina—. Hace mucho no veía a mi pequeño William. Acomodé mi vestido y caminé hacia el recibidor con todos, di un par de pasos y el timbre resonó con una linda melodía por toda la casa. El señor Fernando quiere tener el honor de abrir la puerta para su hijo y mi sonrisa se fue borrando al encontrarme con algo diferente a lo que estaba en mi cabeza. ¿Por qué se ve tan adulto? Todos aquí hablaban del joven, del chico. Eso no es un chico, es un hombre y puedo decir que uno mayor que yo. —William, bienvenido a casa, hijo. El señor Fernando le da un abrazo a su hijo y le permite el ingreso. El hombre de unos treinta y tantos pasa al interior del recibidor y nos mira con rareza. —¿Quiénes son ellas? —cuestiona al verme a mí y a mi madre. Debo decir que lo dijo con poca gentileza. —Oh, hijo, tengo que presentarte a unas personas. Fernando toma del brazo a su hijo y lo trae hasta nosotros. —Ella es Elena, mi nueva pareja. Y ella es su hija, Abbigail. Sonreí y extendí mi mano hacia el hombre, pero mi sonrisa se borra y mi mano regresa a su lugar al ver la manera en la que este “chico” nos detalla. —¿Cómo que nueva pareja? ¿por qué no me habías dicho nada? —Creo que tenemos que hablar en privado —dice Fernando retirándose con su hijo. No me sentí muy cómoda con esto, no entendía la actitud de ese tipo, ¿por qué miró a mi madre de esa manera? —Vamos, cariño. Pasemos al jardín, creo que Fernando tiene una larga conversa con su hijo. Algo no me estaba gustando. Desde ese momento sabía que la llegada de ese William no sería buena para nosotras. Estuvimos por casi dos horas en el jardín, el señor Fernando y su hijo no aparecían. —Creo que a ese William no le agradó vernos aquí. —No digas eso, de estar sorprendido, esa misma cara la tenías tu cuando te dije que tenía una nueva pareja. Solo démosle tiempo, debe estar procesándolo. Fruncí mi boca y negué con mi cabeza. —Actúa como un niño inmaduro, ya debe tener canas en el trasero y se porta de esa manera. Más tarde, el señor Fernando aparece y dice que su hijo está cansado, que su actitud se debe a que tuvo algunos problemas, que su apartamento se incendió y que el estrés de todo eso lo tenía cabizbajo. —Están remodelando todo y tuvo mucho que resolver antes de venir aquí. —Oh, eso es muy lamentable —comenté levantándome de la silla—. Espero en otra oportunidad poder presentarme de manera formal con su hijo. Por ahora, creo que daré un recorrido por la casa, necesito oxigenar mi cerebro. Esa excusa es tonta, si dejó mi mano extendida es porque es un idiota. Yo no tengo la culpa de que su apartamento se quemara; es triste, pero no es una razón para que mirara de esa forma tan terrible a mi madre. Llegué hacia un mirador que ni siquiera sabía que había, esta mansión es tan grande que no conozco ni el diez por ciento de lo que hay. Caminé hacia ese lugar y cada que daba un paso más cerca, iba sintiendo el olor de un perfume bastante penetrante. —Es un lugar hermoso ¿verdad? Miré hacia el fondo y ahí estaba William, el hijo del señor Fernando. No creí que me hablara a mí, por lo que me giré hacia atrás para asegurarme. —Te hablo a ti. —Oh, sí, es un lugar muy hermoso. —Debe ser algo nuevo para ti y tu madre, tantos lujos y tantas comodidades en un mismo lugar. Su comentario ya no me resultaba agradable. —Pues, sí, es algo nuevo para nosotras. —Era de suponerse, pero quiero preguntarte algo más. ¿Qué se siente vivir en una casa de este nivel sin aportar nada en su materialización? ¿Cómo se siente vivir como reinas cuando no hicieron parte de un proceso arduo para que esto fuera una realidad? —¿Qué dices? Fruncí mi ceño y me congelé por unos segundos, eso no lo esperaba. —No crean que estarán aquí por mucho tiempo, no merecen disfrutar de los esfuerzos de una persona que falleció hace solo cinco años. No entendía de lo que hablaba, ¿Qué mierda pasa aquí? —Las oportunistas no tienen lugar en esta mansión. No crean que permitiré que se aprovechen de mi padre, interesadas. —¡¿Por qué mierd* me hablas así? ¿Qué clase de comentario es ese? ¿cómo te atreves a llamarnos de esa manera? El hombre camina hacia mí y extiende su mano. —Soy William Morgan, no nos habíamos presentado. Espero que no te olvides de mi nombre, hermanastra. Miré su mano y no la tomé, solo me di la vuelta y me alejé enojada de ese lugar; estaba jodidamente molesta, ¿Cómo se atreve a llamarnos oportunistas? ¿de qué carajos hablaba? Ya no quería quedarme en ese lugar, ni mi madre ni yo, merecemos un trato así. Durante la tarde esperé una oportunidad para hablar con mamá, quería que ella me escuchara, quería contarle todo y quería hacerla entender que aquí no estaría tranquila, pero fue imposible. Fernando no la dejó sola en ningún momento. Estaba muriendo por dentro, quería gritarle que aquí somos vistas como unas interesadas, pero la tensión que se siente con solo estar sentados cenando en una misma mesa con ese tipo, hace que todo sea horrible. Al llegar la noche, no pude conciliar el sueño, sentía que este lugar a pesar de lo lindo que era, sería un infierno para mí y mi madre, lo sentía. Salí al balcón de mi habitación y quise tomar aire, quise gritar en el viento y preguntar ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué no podemos estar bien en ningún lugar? Me sentía feliz en Los Ángeles y ahora que pensé que aquí podría tener al menos unos días agradables, llega este idiota y… bajé mi vista a la piscina y lo vi, él estaba ahí. William levantaba sus brazos, estiraba un poco su cuerpo. Luego, se quitó su pantalón largo de dormir hasta quedar desnudo, pude ver sus glúteos blancos. Abrí mis ojos de par en par, tragué sonoramente y no aparté mi vista, me quedé ahí congelada. El hombre levanta sus brazos y junta sus manos para luego dar un salto hasta sumergirse en el agua, veía como cada musculo de su espalda se movía con sus aleteos. Me sentía nerviosa por verlo de esa manera, estaba en extraño trance, porque sabía que no debería mirar, pero no dejaba de hacerlo. pero cuando menos creí, salí de ese trance por algo más que observé. Una de las empleadas del señor Fernando, Mery, la joven amable que atiende a todos con una sonrisa, se acerca a él y lo toma de la mano, ella se lleva al hombre desnudo hasta los cambiadores y cuando creí que podía ver algo más, William gira su cabeza hacia mí y me oculto rápidamente. Si antes pensaba que era un idiota, con esto pienso que es de lo peor.

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