Caminaba con el folleto arrugado en la mano. El parque quedaba a unas cuadras, según la dirección que me dijo la señora Claudia.
—¿Por qué me pasa esto a mí?— murmuraba, esquivando una bici que pasaba por mi lado
—Ojalá y no sea nada malo— susurré, apretando el abrigo contra mi pecho. El cielo se estaba empezando a colocar gris.
Al llegar al parque, lo primero que vi fue el estanque. Y junto a él, la señora del vestido blanco. Esta vez llevaba un sombrero beige y un abrigo claro. Estaba de pie, lanzando migas de pan a los patos que nadaban con calma. Me acerqué despacio,
—El día es hermoso, ¿verdad?— dijo sin mirarme.
Asentí. No me salía la voz.
—Gracias por venir, Cloe. Sé que no es fácil confiar
—No sé qué hago aquí— murmuré, bajando la mirada.
—Lo que te ofrecí no es un engaño. Es un trabajo, sí, pero también unas vacaciones. Un respiro. Es en una academia, lejos de aquí. Un lugar seguro, con reglas claras.
—¿Y qué se supone que debo hacer allá? ¿Servir café? ¿Limpiar pisos?
Ella sonrió, y negó
—Soy casamentera.
—¿Qué? No, no. Yo no quiero a nadie. No estoy para eso.
—Nadie te tocará. Hay reglas. Respeto. Lo que buscamos no es forzar nada. Es crear posibilidades. Pero debes tener la mente abierta.
Me quedé muda.
—El resto te lo explicaré allá. No estarás sola.
—No quiero estar con nadie— dije –Si le soy sincera. Me da miedo ir.
Ella dejó de alimentar a los patos y se giró hacia mí. Sus ojos eran cálidos, habían algo en ellos que me transmitía paz
—Sé que lo nuevo da miedo. Pero somos de confianza. Y tú… tú tienes algo que no se compra. Algo que allá valoramos.
—¿Y si no me gusta? ¿Si quiero volver?
—Puedes hacerlo. Nadie te obliga. Pero si no vas, nunca sabrás lo que pudo haber sido.
Me quedé mirando el agua. Los patos seguían nadando,
—Está bien ¿Cuándo salimos?
Ella sonrió,
—Mañana. Te recogeré al amanecer. Lleva lo que tengas. Lo demás lo ponemos nosotros.
—Mm. Buscaré un hotel por aca cerca- dije mientras observo los alrededores.
—Si gustas. Allá hay un hotel, se ve que es bueno– me dijo la señora. Asentí
Me giré para irme, pero antes de dar el primer paso, ella agregó
—Y Cloe… allá nadie te va a juzgar, se que vas a ser muy bien recibida
Me mordí el labio. No lloré. Pero algo dentro de mí se rompió. —Gracias. Nos vemos mañana— cuando disponía en irme note como un hombre se le acercó a la señora y ella de inmediato se puso seria, con la mirada perdida. Luego se despidió de mi y se marcharon...
Cruce la calle y mire para los lados. Al llegar. Toque el timbre.. Volví a tocar..
—Un momento— escuche al fondo..
—¿Si?— salió una chica, cabello oscuro, corto un poco gordita, bajita. Se muy linda y cariñosa..
—¡Hola! Me gustaría una habitación ¿hay disponible?— ella miró para los lados y negó con su mirada baja. Luego abrió sus ojos y sonrió.
—Mañana si habrá una disponible. La mía, es que horita no hay. Lo siento.
La escuche decir eso. Y el terror me atrapó, la ansiedad.. Mis manos empezaron a sudar, me giré y vi todo a mi alrededor. Todo se escuchaba a lo lejos.
–¿Hey? Chica.. ¿Estas bien? ¿Quieres agua?— logre escuchar. Asentí un poco..
—Es que necesito para esta noche. Ya mañana me iré— logre decir. Ella observo y me hizo una seña con su mano.
—¿Llegaste?— grito dándome la mano para levantarme. No me había percatado que estaba sentada en el suelo. Me sacudí lento y ella me metió para adentro..
—Bueno, este es el edificio. Las tareas son fáciles. Yo limpio abajo y tu arriba– ella me hacia señas de que me quedara en silencio. Yo asentí y luego entramos a una habitación. En donde ella lo primero que hizo fue pasar el seguro y respirar mientras se toca el pecho..
—¿Que fue todo eso?— murmuré. Ella sonrió y me tocó el hombro mientras se tiraba en la cama.
—Ya mañana nos iremos de este lugar. Hice creer como si eres la de limpieza– soltó seria. —Ven. Siéntate— me invito. Caminé lento mientras me sentaba..
—¿Kath?— alguien llamó desde afuera. La chica a mi lado se tenso, respiro y se levantó. Abrió la puerta y allí estaba un señor ya mayor. Tenía aspecto de borracho. El viejo bebía de una botella sin vergüenza alguna y me miraba..
—Es la de limpieza. Me va ayudar acá en el edificio— dijo Kath. Al parecer así se llama.. Pero ella no abría mucho la puerta..
—Dile que venga—
—¡No!— gritó Kath.. —Ella no. Ella solo esta para trabajar—
Mientras escucho como Kath, discute con el viejo. Mi corazón empezó a latir fuerte. Esta habitación daba un poco de miedo. Es el mismo terror de las que todas las mujeres no queremos pasar. Mis pensamientos me están traicionando pensando lo peor.
—Ya se fue— logre escuchar a Kath. Parpadee varías veces y la vi observándome..
—¿Quien era?— pregunté
—Mi Tio— bajo la voz —Es un viejo verde, abusador.. Lo único que quiero es salir de este lugar y hacer una vida lejos— murmuró tirándose en la cama.
—Estamos igual. Por cierto soy Cloe, y gracias por ayudarme a pasar la noche aquí— dije mientras observo como Kath prepara unos panes..
—Kath. A que creo que ya sabes— se rió sin mirarme
—¿El sabe que te vas mañana?— me atreví a preguntar. Ella estiro su brazo y me dio un pan. —Gracias— ella asintió.
—El no sabe nada. No me dejaría salir de aquí. Me mataría,
—¿Por qué no lo denuncias?— dije sería y ella negó triste
—Nadie me creería. Pero acá aprendí unos cuantos trucos. Se como hacer para que me deje tranquila. Aveces le doy algo de beber y es para que se duerma. Y después le hago creer que fue el.
—Genial— susurré..
Mis amores os pido que se queden. Por favor, la historia está empezando. Y se está desarrollando para ver cómo es todo. ¿De donde me leen?