Para sorpresa de Isabela, su padre la escuchó, su molestia y decepción era notable, pero su pensamiento cambió, cuando Lucas le confesó todo lo que sabía sobre Mateo y Benjamín, el día en que la noticia corrió como papa caliente en todos los noticieros. Le decepcionaba todo lo que sus hijos hacían a su espalda, pero entendió que todos eran adultos y eran responsables de sus acciones. Lo único que le quedaba era escuchar y darles el amor que les estaba negando, porque ser padre no era fácil. Ninguno de sus hijos venia con instrucciones, no venían con accesorios o con piezas extras, él fue una vez hijo, hermano, primo, amigo y en vez de juzgar a sus pequeños que habían crecido decidió ponerse en su lugar. —He trabajado duro por años, para darles lo que yo no tuve. —Ni siquiera su esposa

