No sabía qué era mejor, sentir la adrenalina de ir a toda velocidad en la carretera. Sentir como con cada toque de sus manos erizaba mi cuerpo, con cada beso una nueva sensación. Sin duda ambas, mi amor por el peligro y mis fantasías sexuales combinadas era la gloria. Una perfecta combinación que se estaba convirtiendo en mi adicción. Me abracé con fuerza mientras daba las curvas dejando llevar. Hubiera preferido seguir en la cama, debajo de las sábanas y de su cuerpo sudado, gimiendo de placer. Mientras mi mente seguía en su departamento disfrutando de sus besos y de las embestidas, llegamos a casa donde estaba mi hermano Alfredo con Claudia. —Estoy en problemas. Dije quitándome el casco, Ben, tomó de mi mano para ayudar a bajarme de su moto. Con mucha dificultad bajé de ella a c

