Bianca...

1889 Palabras
Me quedo en mi lugar esperando que Alonso termine de hablar con el doctor quien es Rio, nunca había pensado que Rio era doctor o que estaba graduado en medicina, había tantas cosas que no sabía de él, la verdad nunca supe nada de él, por poco sabia que tenía una familia con dinero. Me volteo para no mirarlo más, pasaron unos minutos y siento un agarre en la cintura, miro que es Alonso que me mira, trago saliva dejando de pensar en Rio para ponerle toda la atención a Alonso. — ¿Qué te dijo? — pregunto, suspira tomando mi mano. — Bianca entró en coma… — niego mirándolo — Lo sé pero el golpe que se dio al caer por la ventana le provocó un derrame cerebral y no se sabe cuándo puede despertar — intento no llorar — Vamos, la trasladaron a una habitación privada… Caminamos por el pasillo y miro esperando no encontrármelo en ningún momento, Alonso le da al botón del elevador y se abre las puertas para entrar, le da al botón que nos lleva al piso 4 en donde están las habitaciones, se abren las puertas, salimos. — ¿Qué le diré a Rae? — pregunto preocupada y me mira deteniéndose delante de una puerta con el nombre de Bianca D’angelo, entramos y la veo ahí acostada en la camilla con muchos cables y un tubo en su boca por donde respira, me volteo para no verla en ese estado. — No sé qué le diremos a Rae pero la verdad no porque aun esta pequeña como para entender lo que le pasó a Bia… — la puerta se abre y solo puedo ver unos zapatos blancos, levanto la vista y veo los ojos ámbar de Rio, me toma del brazo y me saca de la habitación miro Alonso que solo mira a Bia sin darse cuenta de que me llevan. Entramos a un cuarto oscuro, siento su respiración cuando pone contra la puerta. — ¿Dónde coño te metiste todos estos años, Mar? — trago saliva, su aliento choca contra mi oreja — Respóndeme, Mar — no estaba preparada para hablar, no sabía que decir ante su presencia. — Rio… — me besa con brusquedad y ansiedad tomándome de las mejillas, se separa un poco.   — Te odio… — susurra y solo hace que mis lágrimas caigan, se separa y sale del pequeño cuarto dejándome sola, me agacho sintiéndome fatal. (…)  Entro a la casa y veo a Alonso pararse del sofá, nos miramos y suspiro. — ¿A dónde fuiste? Te fuiste y me preocupe… — niego, me acerco y toco su pecho. — Solo quería estar sola, voy a dormir — me alejo y subo las escaleras sin esperar que diga algo, cansada y con el corazón más que herido entro al baño para darme una larga ducha, suspiro recordando el beso tan brusco de Rio, si la luz estuviera prendida, hubiera visto su rostro y el cómo me miraba cuando me susurro ese te odio. — ¿Mami? — escucho a Rae, salgo de la ducha y la veo asomarse al cuarto, Alonso no se encuentra — ¡Mami! — corre hacia a mí y la abrazo aun en toalla — ¿Cómo esta tía Bia? — pregunta, miro a otro lado. — Déjame cambiarme y hablamos mejor — asiente y se sube a la cama, entro al armario y trato de respirar profundo, me cambio por el pijama y salgo viendo que Rae ha caído dormida abrazando mi almohada, me acerco y la acomodo arropándola, la abrazo sin evitar dejar salir algunas lágrimas. El sol aparece dejándome saber que ya es de día, abro mis ojos y veo que Rae no está entre mis brazos, me siento mirando la habitación y suspiro, me levanto para comenzar un nuevo día. Ya cambiada bajo al comedor en donde veo a Rae desayunar sola, no veo a Alonso por ningún lado, Ana sale de la cocina.  — Buenos días, señora, el señor salió hace unos minutos — asiento y me siento a un lado de mi pequeña mientras como el desayuno para irme a mi trabajo. — Vamos a llevarte al preescolar — digo levantándome, Esmeralda baja las escaleras con el bolso de Rae y se lo pone, salimos de la casa, la subo al auto poniéndola en la silla especial abrochando el cinturón, entro y el chófer nos lleva. (…) En los 5 años en lo que estuve casada con Alonso me dedique a abrir mi propia editorial en donde se vende tanto en digital como físico logrando que se volviera exitosa en menos de 2 años aunque Alonso quería ayudarme no deje que se metiera en mi sueño de tener algo propio creado con mi propio sudor y esfuerzo, estuve tan dedicada a mi empresa y a mi hija que no tenia mente para pensar en Rio hasta que lo vi ayer, después de tanto tiempo. Suspiro dejando los documentos a un lado sintiendo frustrada, la puerta es tocada y luego alguien se asoma por la puerta, una cabellera naranja y pecas en las nariz me mira con sus grandes ojos marrones. — Entra, Kathy — la chica entra y se sienta frente a mí, me pasa su tablet, la tomo poniéndome a leer el título de un libro erótico, la sinopsis junto al prólogo atrapan enseguida — Me parece genial… Entre el amor y el deseo… — susurro lo último.   — ¿Le gusta, jefa? — su pregunta me hace mirarla y le sonrío. — Dale contrato exclusivo, Kathy — asiente feliz y se va, me recuesto en la silla, doy una vuelta mirando al ventanal pensando en el titulo — Entre el amor y el deseo, ¿Cuál gana? — me pregunto, niego levantándome, miro la hora viendo que son las 5 de la tarde y tengo que recoger a Rae. — Jefa… — me llaman saliendo de mi oficina — ¿Ya se va? — pregunta André. — Pues ¿No ve que estoy saliendo con maletín y todo? — pregunto al moreno de lentes grandes y cabello afro, se ríe nervioso — Habla, André — suspira. — Tiene una reunión de caridad para mañana — me pongo a pensar y maldigo por olvidarme de algo como eso — Jefa, no me diga que se olvidó de eso… — afirma. — Claro que no me olvide de algo tan importante… — me mira levantando su ceja y suspiro — Lo olvidé, André pero gracias por recordarme, ¿En dónde será? — pregunto caminando al elevador, me sigue revisando su tablet. — Sera en la clínica Russo — asiento y entro al elevador — A las 8 de la mañana, no se le olvide, por favor — las puertas se cierran y suspiro. — ¿Russo? — pregunto para mí misma, niego y elevador abre sus puertas, salgo y me despido del seguridad, miro al chófer Diego, me abre la puerta y entro. — Al preescolar de Rae — asiente arrancando el vehículo. Miro el paisaje de la ciudad hasta que reconozco que estamos cerca de donde estudia mi hija, me bajo sin esperar que Diego me abra la puerta y camino viendo que las puertas del preescolar son abiertas, suspiro aliviada de llegar a tiempo. Miro entre todos los niños buscando a la pelinegra de Rae pero como son muchos no la reconozco hasta que la escucho gritarme alzando su brazo en la puerta, camino hacia ella y corre hacia mí, la abrazo agachándome a su altura. — Mira lo que hice… — sonrío viendo el dibujo — Esta eres tú, tía Bia y papá… — sonrío viendo que Alonso no es Alonso. — Papi tiene los ojos azules, mi amor — ella mira el dibujo y niega. — Tía Bia antes de volar me dijo que papi tiene los ojos como Rae — trago saliva mirándola — Papi no es Alonso, papi se llama Rio — muerdo mi labio — Tengo dos papis, ¿Verdad? — asiento confundida sin saber qué fue lo que hizo Bia o lo que le dijo a Rae antes de intentar suicidarse. — Vamos a comprar unas cosas al mercado para preparar una rica cena — asiente energéticamente, me toma de la mano y me levanto, caminamos al carro, la subo poniéndola en la silla sin dejar de pensar en cómo Bia se enteró de que Rae no es hija de su hermano, si los únicos que sabíamos era él y yo. (Flash back) Alonso me mira sonriente, sonrío. — Antes de firmar… quiero que veas algo — digo nerviosa, asiente y le paso el papel donde muestra la prueba de embarazo que me hice antes de verlo, lo toma y lo abre leyendo y mirando todo lo que contiene, me mira sorprendido — Si aún quieres que firme… tienes que protegerme a toda costa, juro serte fiel y una buena esposa pero me dejaras trabajar y obtener mi dinero por mí misma, tienes que respetar mis decisiones como yo respetare las tuyas… que Bia no sepa lo que contiene el papel — asiente. — Acepto todo lo que me pides, te seré fiel y te daré tu lugar como mereces, te dejare hacer tus cosas, no te prohibiré nada — asiento tomando el lapicero de acero y firmo el contrato de 10 años de matrimonio. — Gracias… — niega tomando mi mano. — No te preocupes pero… ¿el padre sabe? — niego y mira la prueba en su mano — ¿Puedo criarlo como mío? — pregunto con timidez — Claro si decides decirles que… — No le pienso decir que espero un hijo… — lo interrumpo y asiente comprendiendo mi decisión — Y no sé si de verdad quieres criarlo como tuyo cuando es hijo de otro hombre… — niega sonriendo. — No puedo tener hijos, Mar… sería un honor criarlo como mío, no le faltara nada, de verdad deseo este niño como mío — sin evitarlo me pongo a llorar mientras me besa la mano. (Flash back) — Señora hemos llegado al mercado — asiento y me bajo junto a Rae quien deja su mochila en el carro, entramos al supermercado y tomo un carrito en donde subo a la pequeña, camino por los pasillos viendo cada producto y precio. — Mami quiero ese cereal — miro lo que señala y leo lo que contiene ya que Rae es alérgicas a ciertas cosas. — ¿Mar? — pregunta alguien, me volteo encontrándome con Dante con un niño de 5 años en brazos — Mar, ¿cuánto tiempo? —  río con cierta incomodidad. — Hola… —  digo — Si mucho tiempo — miro al rubio de ojos ámbar como los de Rae. — Oh, este es Dario, mi hijo — lo miro sorprendida — ¿Y la pequeña aquí? — pregunta por Rae. — Soy Rae D’angelo — dice la pelinegra extendiendo su mano, Dante la acepta, su hijo mira con curiosidad a mi hija. — Mucho gusto… Mar… — lo miro fruncir el ceño — Nada, fue un gusto verte — se va y suspiro aliviada. — Mami… ¿Quién era? — pregunta y la miro. — Un viejo conocido — respondo poniendo el cereal en el carrito, sigo caminando buscando todo de manera rápida. 
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