RIVER
Sería un error decir que he odiado Bahía Azul toda mi vida. Mas bien, mi desdén por mi ciudad natal fue un guiso que se fue cocinando a fuego lento. Comenzó con algunos factores: inviernos largos y aburridos, frustración como adolescente por la falta de cosas que hacer. Y luego cuando llegué al final de la adolescencia, se convirtió en algo más: un verdadero y rico sabor a resabio.
¿pero sabes que ha durado toda mi vida?
Mi competencia con June.
Salgo furioso de su oficina y abro la puerta con todas mis fuerzas Las campanas tintinean desenfrenadamente, como el trineo de Santa Claus chocando contra una casa, y no le hecho ni una mirada más mientras me dirijo a mi coche.
Debería haber sabido que no debía intentarlo siquiera con esta mujer. Lo había hecho como un favor a mi madre, que acababa de perder a su madre, mi abuela, la dulce abuela Rose. Debería estar haciendo todo lo que pudiera por mi madre en este momento.
Y lo intenté. Incluso aceptar poner un pie en Inmobiliaria Lenox me costó una conversación interna. June y yo no tenemos la mejor historia. Es una combinación de infancia idílica y la más feroz competencia de la que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar. En cuanto abrió la boca, supe que había vuelto a las andadas. Trataba de ganarme.
En realidad, no es culpa nuestra. Tuvimos la mala suerte de nacer el mismo día, por lo que en todas las fotos de recién nacidos aparecíamos el uno otro. Como resultado, la gente pensó que eso significaba que nos casaríamos, algo que la población de Bahia Azul se encargó de decirnos a la cara todo el tiempo.
Pero June y yo tenemos algo que podríamos llamar un problema con la autoridad. Al menos, tenemos algo en común. Así que todo esta idea de estar juntos fracasó y generó algo completamente diferente. Completamente opuesto, en realidad. Pensé que diez años de diferencia podrían dar permiso a que las cosas se enfrían. Pero con June no hay forma de hacerlo. Me pone de los nervios con solo una mirada. De todas las formas posibles. Abro de golpe la puerta de mi coche y me dejo caer dentro, suspirando. Me tomo un momento en el aire fresco con olor a cuero para recordar quién diablos soy y de que se trata todo esto. No puedo sacarme los tacones de June de la cabeza. La imagen de sus pies apoyados en su escritorio, las piernas de seda color crema a la vista, los labios rojo fuego abriéndose mientras me miraba… mierda. Me dieron ganas de arrancarle esos tacones y arrojarlos al otro lado de la habitación. Decirle que podríamos pasar un buen rato para ponernos al día con los últimos diez años.
Me palpita la polla. No es una buena señal. Hace mucho que no tengo sexo, así que es comprensible. Es una reacción totalmente normal al ver a una mujer atractiva. No se puede culpar a mis ojos por seguir encontrando atractiva a June y enviarle un mensaje a mi polla de que a la unidad colectiva de River le gustaría follársela. No significa nada. Es solo ciencia.
Muevo la mandíbula hacia adelante y hacia atrás, mientras saco el teléfono del bolsillo. Me acaricio la polla. Ahora estoy completamente duro. Mierda. Pensar en June no es un buen plan. Me la follaria hasta dejarla sin aliento si me lo permitiera, se seré sincero. La nerd June de la que me enamoré se ha convertido en una mujer de la que no estaba preparado para ser testigo hoy. No se que pensar.
Mi madre me advirtió que había florecido, pero no mencionó que se había convertido en un rosal. Precioso, dulcemente perfumado, rebosante de belleza y muy espinoso. Probablemente estoy sangrando en algún lugar ahora mismo.
—¿Mamá? — no puedo evitar que la irritación se note en mi voz cuando contesta. —Solo pasé a ver a June—
—¿Cómo te fue? ¿Qué piensa de la casa? —
Cierro los ojos con fuerza. llevo menos de veinticuatro horas en la ciudad. hay un montón de detalles que atender cuando alguien fallece.
—Uh, no ha ido del todo bien. Se ha negado rotundamente a vender la casa. Parece que voy a tener que ir a otro sitio—
Mi madre chasquea la lengua y luego se oye un largo murmullo.
—Oh, no, no. Esto no va a funcionar—
—Lo siento mamá— miro por el parabrisas hacia la larga carretera costera que se extiende frente a mí. el verano en Bahía Azul esta casi en pleno apogeo, pero algunos arbustos de lilas que bordean la carretera aún tienen sus flores. Esta es la mejor época del año para estar aquí. incluso en mi afán por seguir adelante, mudarme y ganar todo el dinero del mundo, nunca pude negar lo mágico que era Bahía Azul en verano.
—La venderé por mi cuenta o algo así. Ya lo resolveré—
—Cariño, harás que June venda esa casa— dice mi madre con una voz extrañamente severa. —No te andes con rodeos—
—No tiene…— Me detengo y respiro lentamente. —Mama. Dijo no, es su discreción, ella misma lo dijo.
—Vuelve allí y habla con ella—
—Probablemente me apuñalara en el ojo con sus malvados tacones— digo. Excepto que los tacones no son malos. Los tacones están perfectamente bien. Demasiado bien.
—Es un riesgo que debes correr— dice mamá.
—Las alternativas no son alternativas— La criptica declaración tiene sentido para mí. La otra agencia principal de la ciudad es propiedad de la familia Blackstone, y todavía están en la lista negra de mamá y papá por algo que sucedió en los años 80.
Enciendo el coche y pienso en mis opciones. Me quedo callado tanto tiempo que mi madre me espeta. —¿Riv? ¿me escuchas? — Aprieto los dientes. Y como siempre hago cuando me acorralan por mi lealtad y devoción, murmuro.
—Si, madre—
—Vamos a ver la casa ahora. Te veré allí—
Su idea no deja lugar a dudas. Ella quiere recorrer conmigo la casa. Mi nueva posesión. Es extraño pensar que ahora de repente soy dueño de una propiedad en Bahía Azul. Es un poco absurdo, en realidad. Si no fuera por mamá y papá, nunca vendría por aquí. Tal como están las cosas, apenas lo hago. Hay algunas razones para ello. Pero, sobre todo, es un lugar que he dejado en el olvido. Y en la vida, no hay tiempo para retroceder o empequeñecerse. Solo hay espacio para algo mejor. Para algo más alto. Para más.
Bahía Azul simplemente no es lo suficientemente grande para mis ambiciones.
…
Mientras paso por delante del embarcadero, mi mente se dirige a June. El cielo es de color azul que parece de dibujos animados, como si la única fuente de inspiración fuera el paladar de un artista. Algunos veleros están saliendo de los muelles y el lago parece tranquilo, casi sereno.
La brisa de principios de verano que llena mi coche es embriagadora. Me recuerda a muchas cosas. Las mañanas tranquilas en casa de mi abuela, jugando al escondite con mis hermanos mientras ella tendía la ropa en el patio trasero. Me recuerda contemplar el día brillante mientras la maestra terminaba su conferencia sobre Chaucer en la clase de ingles del tercer año.
Me recuerda a ese maravilloso periodo cuando June y yo hicimos una tregua al final del tercer año. Como jugábamos intensos partidos de tenis, presionándonos mucho el uno al otro, solo para terminar en sesiones secretas y jugosas de besos en un rincón de la cancha.
Alejo la nostalgia cuando llego a la antigua casa de mi abuela. Ahora la claridad y la compartimentación son mis aliadas. Tengo muchas emociones que reprimir y, de ninguna manera voy a dejar que el sentimentalismo gane tan pronto en mi visita a casa.
Mi madre me sonríe cuando entro en la entrada de la casa. lleva gafas de sol con forma de ojo de gato y un chal ligero ondeando detrás de ella mientras extiende los brazos antes de que yo haya estacionado el auto. Como si ya me estuviera abrazando en su mente. No puedo evitar sonreír mientras salgo del auto y la envuelvo en un gran abrazo.
—Me viste esta mañana— le recuerdo.
—Lo sé, cariño— murmura dándome una palmadita en la espalda. —Lo sé —
Lo sé. No vengo mucho. Lo entiendo. Ambos miramos la antigua casa de la abuela. Ella y el abuelo Vivian originalmente en Green Bay, luego se mudaron para acá debido al trabajo del abuelo en el ferrocarril. Comenzaron en esta pequeña casa, luego compraron una segunda más grande para su creciente familia. Y honestamente, no entiendo por qué la abuela me dejo la parte más sentimental de su historia. El lugar donde todo comenzó.
—Hace años que no vengo aquí— murmura, metiendo las manos en los bolsillos. Mamá me guía hasta la puerta principal por el pequeño y desparejo camino de ladrillos. Las margaritas descuidadas crecen en densos racimos a lo largo de los laterales. Los arbustos crecen demasiado sobre el camino y se ven más apropiados para el exterior de una casa embrujada. El lugar necesita mucho trabajo, pero a pesar del indicio de abandono, es realmente lindo.
Sin embargo, lo único que puedo pensar es en como un lugar como este podría alcanzar millones en el mercado de la ciudad de Nueva York. Si pudiera teletransportar de alguna manera esta propiedad a Brooklyn o a los Rockaways y venderla en ese mercado, diablos, estaría en camino de invertir para alcanzar el estatus de multimillonario.
Hay una pequeña empresa emergente en la que estoy listo para invertir. Un sitio de r************* que parece prometedor, como f*******: sin todos los problemas de privacidad y la culpa. Quiero ser uno de los primeros inversores, porque me he propuesto a ser el Parker más rico para la edad de treinta años. Y esta inversión dará sus frutos.
Me falta un poco de dinero inicial y los fondos obtenidos con la venta de esta casa irán directamente a esa nueva empresa.
Las tablas del suelo crujen cuando emprendemos un lento y nostálgico paseo por la casa. No hay muebles y casi todo esta polvoriento. Huele a una combinación de infancia y abandono, a naftalina y madera quemada por el sol.
Mamá alterna entre suspiros pensativos y chasqueos de la lengua. El paseo por el camino de los recuerdos es ruidoso.
—Aún se ve genial— digo una vez que llegamos al dormitorio principal en el piso de arriba. Tiene unos mil pies cuadrados, lo que, para mí, después de una década en Nueva York, parece una mansión. Miro por el ventanal que da al pequeño patio delantero y a la calle angosta que conduce el agua. La bahía brilla con un tono verde azulado y agitado; me pica la piel y quiero ir a la playa. A parte de todas las cosas tristes que se avecinan, necesito tratar esta visita como si fueran unas vacaciones. Lo que significa meterme en el agua lo antes posible.
—Deberías considerar seriamente conservarla— dice mamá, mientras su mirada se desvía hacia la bahía. Apenas se pueden ver las paredes de rocas que separa la bahía donde se abre el lago superior. Mas al norte del lago esta Canadá. Cuando era niño, solía pensar en que estaba lo suficientemente cerca como para nadar hasta allí. Mi hermano mayor, Xander, me desafío a intentarlo una vez y lo hice. Casi muero ese día, y el solo se rió cuando fui a emergencias, una de las muchas razones por la que apenas hemos hablado a lo largo de los años.
Una vez llegamos a la preparatoria y empezamos a pensar en el futuro, Xander se convirtió en un gran idiota. Peor aún que cuando éramos jóvenes. Y, por supuesto, mucho de ello tenía que ver con papá. La forma en que siempre nos empujaba a apuntar alto generó una feroz competencia entre todos nosotros, pero lo peor de todo fue entre Enzo, Xander y yo.
Y eso hizo más que ampliar la brecha entre mis hermanos y yo. Me hizo estar aún más decidido a dejar el nido y demostrarle a Xander y a Enzo que podía ser el mejor. Mostrarle a papá que no solo tendría éxito, si no que tendría más éxito que el cómo director ejecutivo en el hospital de Bahía Azul. Lo que significaba que Nueva York era el único lugar adecuado para mi y que seis era el mínimo de ceros que planeaba tener en mi cuenta bancaria cuando cumpliera treinta años.
—No tengo ninguna razón para conservarla— Examino la casa de los vecinos dese este punto de observación, al menos lo que puedo ver de ellas a través de los árboles. La mayoría de las casas de este barrio se construyeron en la década de los 30, pero desde entonces el barrio se ha convertido en un lugar de moda para alquileres vacacionales. La bahía se encuentra a una cuadra de distancia. La playa de arena está a dos minutos a pie de mi en este momento. Es imposible encontrar un lugar mejor en Wisconsin.
—Tienes muchas razones para ello— insiste mamá, cruzándose de brazos. Aquí viene. —En primer lugar, sería bueno verte más de una vez cada dos años—
—Hacemos videollamada todo el tiempo—
—¿Y tus hermanos? ¿Alguno de ustedes ya no se da cuenta de que tiene hermanos? —
Me quedo en silencio, buscando por el barrio algo interesante para cambiar de tema. No necesito confirmar lo que ella ya sabe: que apenas hablo con la mayoría de mis hermanos. Me avergüenzo de ello, aunque no sé muy bien por qué. Xander y yo nunca nos llevamos bien, así que no hablar con él no es un gran problema. Enzo y yo nos enviaos muchos mensajes de texto y nos hemos visto un par de veces en viajes de trabajo. ¿pero los demás?
Mi mirada se ve atrapada por una dama con una falda lápiz negra y tacones altos. Su brillante cabello canela está recogido en un moño bajo. Me da un vuelco el estómago.
—Oh, demonios— murmuro, inclinándome hacia adelante para confirmarlo. Es June. Tiene que ser June. Reconocería esas pantorrillas color crema desde cualquier distancia. Estoy momentáneamente hipnotizado por el contoneo de su trasero.
—¡Mira! Es June— Mamá suena muy contenta.
—Si, ¿Qué está haciendo ella aquí? —
—Está en su descanso— me dice mamá con una sonrisa molesta. —Va en coche hasta su casa, almuerza y luego camina por la cuadra todos los días en su descanso—
—¿Con esos tacones? — pregunto, lo cual es una tontería. Miro directamente hacia ellos. Frunzo el ceño, como si eso pudiera ayudar a convencer a mi ritmo cardiaco de que recupere una velocidad normal.
—Nuestra June es la estrella del barrio— La voz de mamá ahora es tenue, como si June se hubiera ido a Hollywood, o tal vez al infinito y mas allá. —La estrella de Bahía Azul, en realidad—
—¿Por qué? Lo único que hace es vender casas— No puedo apartar la mirada de su figura que se aleja. Gira a la derecha hacia la carretera que bordea la costa y en unos segundos la pierdo de vista. Parpadeo un par de veces. La niebla se disipa. Puedo pensar de nuevo. —No es tan difícil. Yo podría ir a sacarme la licencia de agente inmobiliario mañana y hacer lo mismo. Y probablemente vender más que ella—
Mi mamá se ríe y mueve la cabeza.
—Lo digo en serio— insisto.
—¡Pues hazlo! — replica mamá. —Así te quedas aquí— Gruño y me doy la vuelta.
—No puedo. Sería demasiado fácil—
—Siempre compitiendo— dice mamá en voz baja. Y no se equivoca.
—Aunque tal vez el hecho de que ustedes dos se hayan peleado durante toda su vida los hizo quienes son hoy. Tú, mi chico de la gran ciudad, y June, la reina del pueblo—
—Si June obtiene el título de reina, entonces yo debería ser el rey—
—Tendrías que casarte con ella para obtener ese título— dice mamá, apretándome el brazo.
Suelto un sarcástico. —Ja, ja— El matrimonio es algo en lo que me gustaría incursionar algún día, pero no ahora, y nunca con alguien como June. No importa cuán alegre sea su trasero, no importa cuánto desee pasar mis dedos por el arco de porcelana de sus pantorrillas, June esta fuera de cuestión.
—Preferiría atravesarme con su tacón de veinticinco centímetros antes de dejarme arrodillarme frente a ella— De nuevo, muy tonto. Mas pensamientos sobre esos tacones. Pero sigo adelante. —No sé qué tiene esta ciudad que piensa que June y yo somos almas gemelas perdidas hace mucho tiempo, que estamos enredados con una clase de hilo, y blah, blah, blah, pero estoy bastante seguro de que hemos estado demostrándoles a todos ustedes durante aproximadamente veintiocho años lo equivocados que están todos—
Mamá sonríe con nostalgia y camina hacia el pasillo, ignorándome por completo. —¿Viste el cartel publicitario cuando venías hacia al ciudad? ¿En la ruta 2? —
La sigo hasta la puerta del dormitorio principal. Nuestros pasos resuenan por las escaleras mientras intento descifrar de que está hablando. —Hay unos trecientos carteles publicitarios dentro de los límites de la ciudad, mama —
—El cartel de June— dice, y entonces se me encoge el estómago y recuerdo. Mierda. Si, lo vi. Lo vi demasiado bien. la figura característica de June, apoyada de culo contra un pequeño y bonito chalet. En letras grandes y llamativas, el anuncio decía “Pregúntale a June” Eso es todo. Una mujer sexy insinuando que quiere un inmueble. No ate cabos hasta que la vi en su oficina hace un rato.
El juego de la marca femenina es apasionante y me encanta.
—Si— admito con tristeza. Pregúntale a June. Por supuesto que era la agente inmobiliaria número uno de la zona. Los solteros probablemente claman por vender casas que no son suyas. Poniendo a la venta la vieja casa de su padre mientras él se estaba duchando. Convenciendo al tío Jack de que vendiera a medias un dúplex solo para comprarlo después. Pude ver hombres haciendo locuras por una oportunidad de estar cerca de esa bomba de alambre de púas.
—Realmente no me llamo la atención. Fue algo críptico, honestamente—
—No te hagas el listo— advierte mamá.
—No me hago el listo— miento. —Fue confuso. “pregúntale a June” ¿preguntarle que? ¿de cuánto se va a deteriorar mi casa de alquiler vacacional en el largo invierno en Wisconsin? ¿De cuánto dinero se va a llevar de la venta de mi casa simplemente porque sabe cómo llevar el lápiz labial rojo? — mamá suspira, largo y prolongado.
—Estás siendo un poco malo— dice mamá suavemente, dándome palmaditas en la espalda mientras recorremos la cocina estilo años 70. Vara dorada, naranja quemado y pisos a cuadros por todos lados. Necesita urgentemente una renovación. Ojalá no afecte el valor de reventa.
—Solo soy sincero— le digo, pero tiene razón. Estoy siendo cruel. Los viejos hábitos son difíciles de eliminar. —Además, hoy fue bastante cruel conmigo cuando le pedí que vendiera la casa— Malvada, sexy y muy excitante. —Así que, digamos que estamos a mano—
—Nunca ha habido una tregua entre ustedes dos. O entre tu y Xander— murmura mamá, bajándose las gafas de sol mientras cruza la puerta principal y sale al brillante sol de mediodía. Me devuelve la sonrisa y me tiende la mano, haciéndome señas para que me una a ella, como lo hizo durante mi infancia. —Ahora, vamos a almorzar con tu padre y tus hermanos. Los tengo a todos en un solo lugar y tengo la intención de obligar a mis cinco hijos que se unan a nosotros y se quieran mutuamente durante tanto tiempo como sea posible—
Mamá comienza a caminar lentamente hacia su casa, que está a una cuadra de distancia. Lo que significa que June probablemente este a una distancia que le permita gritar. Le preguntaría donde vive, pero no quiero volver a mencionarla. Ni parecer curioso. O peor aún, esperanzado.
Pero no es difícil darse cuenta. Si June está caminando por el vecindario durante su hora de almuerzo, probablemente viva en algún lugar cercano. Lo que significa que, para mi visita a casa, deberé tener mucho cuidado.
Evitar a June es la prioridad. Si vuelvo a encontrarme con ella, quien sabe que podría pasar. Seguramente saldrá a la luz una de dos cosas; competencia o lujuria desenfrenada. Y que Dios me ayude si es esto último.