River Parker

3001 Palabras
JUNE —Lo único que digo es que no puedes llevar a tu papá— Es una pena que mi mejor amiga, Madison, no pueda verme poniendo los ojos en blanco. Se habría reído tanto que habría vomitado su bebida preferida por la nariz. Pero la verdad es que estoy sola en mi espaciosa oficina con vista al lago. Son las diez de la mañana. Terminé mi café y ya tengo ganas de tomar otro. Yo solo puedo sentir con que fuerza se me van los globos oculares atrás de las orbitas. —Si, lo entiendo. ¿Y sabes qué? — respondo, mientras tomo mi taza de café vacía. El vacío que encuentro es deprimente, pero no lo suficiente como para hacer otro viaje a la linda cafetería de la esquina. The Lake view. —No voy a llevar a mi padre al Baile del Bicentenario. Nunca lo planee. Madison es una imbécil, pero la quiero, así que la mantengo cerca. además, ella me conoce mejor que nadie en la tierra. Fuimos juntas a la preparatoria aquí en Bahía Azul, pero no fue allí donde realmente conectamos. La magia para nosotras sucedió en la universidad, cuando fuimos a la Universidad de Michigan. Antes de que supiéramos que demonios estábamos haciendo. Antes de que supiéramos lo increíbles que íbamos a ser. Impresionantes y crónicamente solteras. —June, sé que amas a tu papa— dice Madison. —Amo a tu papá. Pero necesitas encontrar una cita. Una cita real. Y esa cita necesita estar sexy. Es decir, tu eres bastante sexy— Suspiro, como si eso fuera a ayudar en algo. Madison estará viajando a casa para el Baile de Bicentenario y alquilando una habitación en el hotel boutique a unas cuadras de mi oficina porque planea acostarse con algún chico sexy de nuestro pasado. Yo, por otro lado, vivo en Bahía Azul de forma permanente. Lo que significa que tengo mi propia cama King size cómoda en mi propia calle tranquila y arbolada, y con un conocimiento muy íntimo de cuantas bellezas masculinas no pasadas por alto quedan aquí. Y las cifras son deprimentes. Por ejemplo. Tinder ha dejado de cargar cualquier coincidencia, al estilo deprimente. —Creo que te olvidas de cómo es nuestra ciudad natal— le recuerdo, dando unos golpecitos con un bolígrafo en varios puntos del borde de mi escritorio. Mi mirada se desvía hacia las ventanas que bordean la pared norte de la oficina. La Bahía brilla con un azul verdoso a una cuadra de distancia. Una lancha motora atraviesa el agua, dejando una estela espumosa y blanca a su paso. Aunque estoy en la comodidad del aire acondicionado, puedo sentir la humedad en el aire de última hora de la mañana simplemente con mirar el lago. Es una sensación que he llegado a adorar. Como prácticamente todo lo relacionado con Bahía Azul. Excepto por la sorprendente falta de hombres solteros de mi edad, claro está. —Oh, no— dice con tristeza. —Lo recuerdo— No viene con mucha frecuencia, como muchos de los que se gradúan. A los que se quedaron los veo con regularidad, dado que casi todo el mundo en este condado me utiliza para sus necesidades inmobiliarias. Eso significa que tengo el dedo en el pulso de quien es quien, quien está casado y quien ha ido costa abajo en Bahía Azul. Y ahora que me gradué. Cuando la clase se acerca al final de nuestros veintes, te sorprendería la cantidad de personas que no bajaron casualmente una colina, sino que se deslizaron hasta allí en un trineo super engrasado. —¿Qué pasa con los hermanos Parker? — Madison pregunta, lo que me arranca otros suspiro de los labios. Por supuesto. Los hermanos Parker. Los solteros eternamente guapos que solían pavonearse por esta ciudad como una banda de gansos viriles: ruidosos por lo guapos que son todos, ligeramente peligrosos porque probablemente vengan a perseguirte durante un almuerzo tranquilo en el parque y te rompan el corazón. No es que los gansos rompan corazones con regularidad, pero ese no es el punto. Probablemente estoy amargada. Aún así. solo han pasado diez años, pero una parte de mí no ha perdonado del todo a River Parker por sus payasadas viriles. Aparte de River, adoro a la familia Parker. Crecí con esos tipos. Y a pesar del hecho de que uno de sus hijos resulto ser un idiota, realmente amo a la mamá de River. No es su culpa que River sea un idiota arrogante. En realidad, olvídense de eso: su intenso padre, que siempre está dispuesto a subir escaleras, probablemente tuvo algo que ver que River se volviera como lo hizo. Tuvieron otros cuatro buenos hijos, así que estadísticamente, uno de ellos tuvo que volverse malo. —Dos de ellos viven fuera del estado— digo frunciendo el ceño mientras intento volver a conectarme con mi computadora. Unas cuantas personas pasan frente a mis ventanales que dan a la calle principal. Llevan mapas en la mano, que los marcan como algunos de los miles de turistas que pueblan esta ciudad en temporada alta. —Creo que Xander vive en Cleveland. Y los dos más jóvenes todavía están por aquí. Veo a Nolan de vez en cuando. Normalmente anda High— Madison resopla. —Bueno, esos dos son un poco jóvenes para mi gusto— Mi ceño se profundiza aún más. No me gusta hablar de gustos masculinos cuando se trata de hablar de los hermanos Parker. Durante un breve y psicótico periodo de mi vida, estuve enamorada de River Parker. Y luego él se cago en mi confianza. Nos graduamos y, después de algunas otras actividades que moldearon mi carácter, aquí estoy. La agente inmobiliaria más exitosa para mi edad en todo el estado, vestida para matar todos los días. —Voy a ir a Craigslist— digo. —Voy a poner un anuncio. “Busco cita super sexy para el bicentenario de Bahía Azul. Debe estar dispuesto a posar para infinitas fotografías y comprar todo mi champán y aparecer en mi i********: como una pareja cariñosa— —Eso es todo amiga— anima Madison. —Genial. Sabes, acabas de aceptar mi idea de solicitar una cita en Craigslist. Eso significa que he tocado fondo— Estoy sonriendo mientras le doy la lata. Mi periodo de diez minutos para holgazanear se está acabando. Estos descansos programados para llamar a amigos y familiares me mantienen viva en mi acelerado negocio inmobiliario. Trabajo casi ochenta horas a la semana la mayoría de las semanas. Sin embargo, me encanta mi trabajo, lo que he creado. No es una carga. Es la vida de mis sueños. Vivir en mi ciudad natal, mi acogedora casa a dos cuadras de la bahía y, un poco más lejos, las extensas y agitadas aguas del Lago Azul. —No diría que tu vida amorosa ha tocado fondo— dice Madison. —Mas bien…es lamentable— Resoplo. Mejor aún. Pero no se equivoca. Las campanitas de la puerta de entrada de mi oficina tintinean, anunciando que hay un recién llegado. He dejado mis brillantes tacones negros de diez centímetros apoyados en el borde del escritorio, y una falda ajustada que se ha subido un poco para mi comodidad profesional. Me siento derecha y miro al recién llegado. Debe medir alrededor de un metro ochenta y cinco. Tiene hombros anchos y una complexión que se sitúa entre un beisbolista y una estrella del futbol americano. Sus ojos verdes me atraviesan desde el otro lado de la galería. De inmediato se me hace un nudo en la garganta. Aparto la mirada bruscamente, no quiero que este hombre se dé cuenta de que sé quién es. El hombre del que hablé hace unos momentos, como si esta conversación lo hubiera sacado de las profundidades del infierno. El maldito River Parker. —¿Estás ahí? — pregunta Madison. Obligo a mi voz a sonar normal. Mantengo la mirada fija en el ordenador, como si fuera la persona más ocupada, mas importante y menos afectada del mundo en este momento. —Aprecio mucho tu llamada. Creo que nuestra colaboración será extremadamente lucrativa. Gracias, Brad Pit, por tu interés en Inmobiliaria Lenox—  cierro el teléfono de golpe, con el corazón acelerado. Esa es la otra cosa sobre River: El y yo hemos tenido esta racha competitiva asesina desde el día que nacimos. Y aparentemente, eso fue convocado desde lo profundo del infierno junto con River. Lo miró fijamente, pestañando y esbozando la sonrisa más brillante que puedo. —¡Hola! ¿En qué puedo ayudarte? — Mi corazón late tan rápido que podría desmayarme. No tengo idea de cómo manejar esto. Todo lo que sé es que mis viejas respuestas están saliendo de los más profundo de mi ser como si no hubiera pasado el tiempo. Las respuestas que me impulsan a ganar, a vencer a River, a ser mejor que él. Y aparentemente, el mejor camino a seguir es actuar como si nunca hubiera visto a este apuesto demonio antes. River esboza una sonrisa burlona, del tipo que me lleva de vuelta al periodo psicótico en el que me enamoré de el durante tres meses. Solo sé que ahora es mayor, mas refinado. Lleva un traje gris claro que está a medio camino entre el estilo chico billonario y un modelo de Vogue. Zapatos de piel de cocodrilo que terminan en la punta. Se mete las manos en los bolsillos mientras comienza a caminar hacia mí con un paso insoportable. —¿De verdad vas a actuar como si no supieras quién soy? — El bajo ronco de su voz envía calor directamente a mi entrepierna. Parpadeo recatadamente por unos momentos, fingiendo mi mejor cara de confusión. Lo miro con los ojos entrecerrados. Dejo que se alargue. Quizás demasiado. —June— dice. —Déjate de tonterías. Su tono autoritario me irrita tanto que hago exactamente lo que me dice. aprieto los labios hasta formar una línea. —Oh, dios mio. Si, River Parker. Solo puedes ser tu— evito su mirada mientras me pongo a trabajar reorganizando mi escritorio. Cualquier cosa para evitar mirar su figura increíblemente atractiva, su cabello oscuro recortado de los lados, pero más largo en la parte superior, lo que permite que surja un delicioso movimiento de dedo. —Lo siento, no te reconocí— no puedo evitarlo. Las palabras salen volando. —Te hiciste viejo— Ladea la cabeza y su rostro se llena de una expresión que dice “Vamos. Soy diez minutos mayor que tú, así que supongo que sientes lo mismo por ti misma” Ugh. Siempre me echaba en cara esa tontería de de que soy mayor que tu cuando éramos niños. Como si eso le permitiera ganar en última instancia. Bueno, ya no. Estoy aprovechando mis diez minutos extra de juventud. —Soy tan vivaz y brillante como cualquiera— le digo, lanzándole una sonrisa plastificada. —Una verdadera fuente de juventud—. Mientras lo miro, trato de verme a mí misma con el ojo de mi mente. Espero que mi lápiz labial color rojo fuego no este corrido. Nunca lo está, pero el día que River aparece, nunca puedo estar demasiado segura. Doy gracias a los dioses del cielo por haberme depilado las cejas a principios de esta semana. Me habría preparado mejor si hubiera sabido que River iba a entrar tranquilo en mi oficina como si estuviera haciendo una audición para el papel de Hombre de negocios no afectado. Pero tendré que trabajar con lo que tengo. —Ahora, ¿en qué puedo ayudarlo, señor? — Una ráfaga de aire molesto sale corriendo de sus labios. Lo tato como si no lo conociera, como si no me importara…este es mi nuevo plan de ataque. —Pensé que podrías ayudarme a vender una casa— dice moviendo la mandíbula de un lado a otro mientras recorre con la mirada mi oficina. Las paredes son de un blanco brillante con marcos negros góticos que salpican la pared principal donde están expuestos mis premios, certificados y licencias. No me gustan los colores brillantes. Dame todos los tonos de n***o, violeta y gris y soy feliz. Viviría dentro de una casa de pata de gallo si pudiera. —No la necesitaré , ya que no podrías pagarme un millón de dólares para vivir aquí en Bahía Azul. Aprieto los dientes. Ahora sé cuál es su plan de ataque. Y es sumamente molesto. —Ah, es cierto. ¿Quién querría vivir en la zona de playa número uno del medio oeste? La calidad de vida debe ser algo que no te atrae— respondo, comenzando a escribir un correo electrónico. Solo para tener algo con lo que ocupar mis manos. No hay nada en que llenar. Solo estoy escribiendo galimatías. —Las poblaciones de más de cien mil habitantes me atraen— dice River, mientras aparta la silla que esta frente a mi escritorio. Se aclara la garganta y luego hace como si se sentara. Me llega una ráfaga de su colonia. Es fuerte y terrosa y probablemente muy cara. Como si Gucci hubiera hecho una colaboración con un leñador. —Me atrae Broadway. Me atraen los restaurantes diversos. Me atrae más una sala de cine— Debe vivir en una gran ciudad. probablemente en Nueva York. Pero eso está bien. Él no sabe que la gente está abandonando las grandes ciudades en masa para ir a lugares más tranquilos como Bhia Azul. No sabe cuánto estoy recuperando con el reciente cambio hacia el movimiento de pueblos más pequeños, vidas más pequeñas. —La arrogancia siempre te ha atraído también— le digo, sonriendo sin mirarlo. —En realidad es uno de tus puntos fuertes. La palabra me hace mirar el traje que lleva puesto. Gran error. El correo que ahora estoy escribiendo dice: “dljfkjdfohre oes vete a la mierda” El esboza una sonrisa sin humor. Su rodilla se tambalea. —Entonces, ¿me venderás esta casa o no? — —No— —Mi abuela falleció— dice, con la voz apagada y la mirada perdida en el suelo. Mierda. No vi venir eso. —Esta era su casa— —¿Eso se supone que me hará cambiar de opinión? — —Mas o menos— El silencio resuena entre nosotros y me arriesgo a mirarlo otra vez. Esos ojos tormentosos no han cambiado ni un poco. Sus cejas casi negras están unidas. Como si estuviera suplicando en silencio. O rogando. Aunque River nunca suplicaría. Aún así, el silencio entre nosotros disuelve algunas de mis defensas. River es un zorro, más que cuando estábamos en la preparatoria y terminó siendo elegido el rey del baile. Tiene esa mirada que hace que las mujeres se marchiten de deseo por él. Y, diablos, yo soy igual. Aunque lo odio. Si fuera una quinta parte menos hijo de puta, me le tiraría encima. Y si no me importara mantener esa competencia que ya ha durado décadas, abandonaría mi moral y me lanzaría sobre sus huesos ahora mismo. Pero no, tengo algo que demostrar. —Lamento tu perdida. ¿Por qué estás vendiendo la casa? — le pregunto. Estoy tratando de mantener el equilibrio entre ser perra y consoladora. Su abuela no hizo nada malo. La conocía, era una mujer encantadora. La madre de River había venido a darme la noticia en persona hacía unos días, lo que marcó el comienzo de un nudo en el estómago con solo saber que River podría regresar a Bahía Azul. Aunque una parte de mi estaba segura o tal vez simplemente esperanzada de que no volvería para el funeral de su abuela. Parece que estaba equivocada. —Ya te lo dije. Nadie podría pagarme el dinero suficiente para quedarme en esta ciudad aburrida y sin interés— El brillo maligno regresa. Ya no estoy tan blanda con él. —Nuestra población, aletargada y desinteresada, está deseando liberarse de ti— le aseguro. — Y vas a tener que encontrar otra persona que venda tu casa. De algún modo, con las aproximadamente trescientas personas que crees que viven aquí, he conseguido ganar millones— Es una ligera exageración. Pero él no tiene por qué saberlo. —Lo que significa que no necesito tu dinero. Que tengas un buen día— No se mueve, aunque creo que percibo un rastro de pánico en él. O tal vez quiero que sea así. —Eres el único agente inmobiliario de la ciudad— responde River. —No es cierto. Hay una agencia inmobiliaria muy competente, aunque muy poco utilizada, al final de la calle— le recuerdo. Se trata de Inmobiliaria Blackstone. Son buena gente, pero ya sé por qué River no puede ir allí. Los Parker y los Blackstone llevan casi veinticinco años peleándose. Lo que empezó como una amistad entre vecinos en el muelle se convirtió en un escándalo de infidelidad que acabo en un resentimiento activo. Hay una disputa al estilo Romeo y Julieta latente entre estas familias. Dios ayude a cualquier hijo de los Parker que se meta con una chica Blackstone. —June— dice, como si recordarme mi nombre fuera a ayudar en su caso. En cambio, le envió una linda sonrisa. —Vamos— —No estoy segura de lo que quieres que haga. Todos los clientes están a mi discreción— Me inclino hacia adelante, agarrándome los codos, levantando mis pechos ya levantados. Solo para darle un delicioso vistazo de mi escote. No sé si alguna vez piensa en mí o si se ha preguntado en que me convertí desde que me abandonó justo antes del baile de graduación. Pero en caso de que haya pensado en mí, en caso de que alguna vez se haya preguntado ¿Qué fue de la pequeña nerd June, la niña a la que él se propuso a hacer miserable, que se propuso a vencer de todas las formas posibles? Bueno, aquí esta su respuesta. June Gana.
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