River
El lago siempre ha sido mi refugio. ¿Peleaba con mis hermanos? Voy al lago. ¿Necesitas un lugar secreto para besarte con tu novia de la preparatoria del momento? Vamos al lago. ¿Quieres presumir de tu gran cuerpo mientras checas todas las hermosas curvas de tu eterna rival que también es mi ex y que ahora es tu interés amoroso? Si. Vete al maldito lago.
Y esta vez se siente como una gran bocanada de aire fresco, porque literalmente lo es, excepto que todo mi cuerpo esta tenso, como un espiral a punto de romperse. Apenas puedo abrir los puños. Mejora cuando me hundo en el asiento, con la espalda hacia la proa. Tomo unas cuantas respiraciones profundas, relajando las manos. El hermoso cielo azul me arrulla y me llevara a la paz. Esto es más parecido. Es extraño como la relajación se correlaciona con que June este fuera de la vista.
—Oye, amigo, ¿me pasas una cerveza? — Dakota grita por encima del sonido del viento.
Asiento y tomo la hielera. Mientras voy a pasársela, mi mirada se dirige hacia June. Sentada en la proa como una modelo de traje de baños. Le da un manotazo en el hombro a Dante. Su sonrisa dentuda es como un puñetazo en el estómago. Me olvido de soltar la cerveza y Dakota tiene que arrancármela de la mano.
Él se ríe. ¡Mierda, muchacho! — Le doy una palmada en el hombro y me recuesto en mi asiento. Me inclino sobre el pasillo que nos separa. —¿Está con ese tipo? —
No voy a extenderme ni aclaro. Porque no quiero. Odio siquiera tener que preguntar. Si no doy detalles, es como si no estuviera preguntando. ¿Verdad?
—¿June? — grita.
Se me pone la piel de gallina. Quiero estrangularlo para que se calle. Asiento con la cabeza bruscamente.
—No lo creo— dice Dakota, con todo el pelo colgando hacia el lado derecho mientras realiza un giro brusco. En la proa, June se ríe y cae directamente en el regazo de Dante. Parece encantado. Idiota. Miro hacia otro lado, concentrándome en las costas arenosas que se aleja detrás de nosotros. No hay muchos barcos hoy y el oleaje no es tan malo. Decido en este momento que voy a patear el trasero de Dante esquiando.
—Empecemos por aquí— le digo, señalando una de las famosas calas de la costa. Es un lugar tranquilo y rodeado de árboles, perfecto para el primer tirón del día.
Dakota chasquea la lengua. —¡Estás leyendo mi mente, hermano! —
El barco a minora la marcha y el zumbido del motor se apaga. En la proa, Brisa gime y se da la vuelta. June se sienta y la piel cremosa de su vientre se arruga. No puedo apartar la mirada del triángulo color Morado de tela elástica que cubre su coño o las puntas de sus pechos en forma de manzana derramándose desde la parte superior de su bikini. Mierda. Esta fue una mala idea después de todo.
—Es tan lindo aquí afuera— susurra June, acurrucándose en el brazo extendido de Dante. Él le sonríe.
—Voy a darme un chapuzón rápido— digo, desabrochando mi chaleco salvavidas. Lo dejo caer en el asiento y me lanzo desde el costado del bote, como si fuera una bala de cañón. El chapoteo resuena a mi alrededor. Cuando salgo a la superficie, me parto de risa. Eso se sintió muy bien. De alguna manera me purificó y me bajó la excitación rabiosa.
—¿Quieres ir primero? — Dakota se acerca al costado del bote, sosteniendo mi chaleco salvavidas.
—Claro, ¿Por qué no? Es mejor fijar el estándar desde el principio— digo bruscamente mientras nado hacia el costado del bote.
Desde la proa. June resopla. —Oh, por favor—
La ignoro. No voy a darle lo que quiere, lo cual es una reacción. Cada centímetro de mi piel siente que quiere que me fije en ella. y me niego. En cambio, nado hasta la parte trasera del bote, me subo a la cubierta y me vuelvo a poner el chaleco salvavidas.
—¿Dos o uno? — pregunta Dakota cuando Tom empieza a desenredar las cuerdas.
—Dos— digo. —Ha pasado un tiempo—
Tom prepara los esquís acuáticos mientras me subo de nuevo a lago. Me entrega los esquís uno a uno, enjabonados previamente para que pueda mover el pie en la abertura de goma. Luego me lanza la cuerda. Me tambaleo en el agua, tratando de acostumbrarme a estas cosas de nuevo. Son enormes, voluminosas y difíciles de manejar atadas a mis pies.
Dakota silba y me hace un gesto con el pulgar hacia arriba frente al espejo. El esquí acuático tiene todo un lenguaje secreto, como los receptores en un campo de beisbol. Tom es el observador en el banco de atrás para ver si me caigo o necesito algo. esta bastante claro que June planea criticar mi actuación, según como se pone firme una vez que grito.
—¡Golpéalo! —
Dakota acelera y la tensión convierte la cuerda en piedra. Me aferro a ella con todas mis fuerzas, aconsejándome a mí mismo todas las cosas que antes sabía como la palma de mi mano: no juntar las puntas, mantener las rodillas ligeramente dobladas, desplegarme como una polilla al nacer. Una vez que me levanto, la euforia del deporte me invade de vuelta. Es pan comido. Y, caray, se siente muy bien estar en el agua.
El sol cae sobre mí, convirtiendo la superficie del lago en un prisma de agua picada, calentando el chaleco salvavidas mientras Dakota da vueltas amplias y cerradas. Yo hago zigzag sobre las altas olas detrás del bote, incluso tomando aire. olvidé lo bueno que es este ejercicio para la parte superior del cuerpo. Cada vez que cruzo la estela, grito de risa. Hago señales para que me aceleren.
Termino bajando durante siete minutos completos. Estamos a caí diez millas de Bahía Azul. Finalmente, suelto la cuerda y me hundo en el agua turquesa. Una gran primera bajada. Y bastante impresionante para cualquier aficionado, como sé que Dante lo es. Cuando salgo a la superficie, me subo, me dirijo hacia el barco, con el brazo doblado sobre los esquís. Cuando estoy de nuevo en el barco, chorreando agua y sonriendo, pregunto. —¿Quién es el siguiente? —
June se pone de pie y se dirige hacia mí, con fuego en sus ojos como siempre. —Yo. Ahora que la hora de los aficionados ha terminado, es hora de dejar que los verdaderos profesionales tengan una oportunidad—
Reprimo una sonrisa. —¿Hora de aficionados? Me encantaría ver a un aficionado con una carrera de siete minutos sin interrupciones como la que hice yo—
—Los aficionados usan dos esquís— dice con una sonrisa forzada mientras se quita las gafas de sol. Señala con la barbilla a Tom.
—Haz el eslalon— Son palabras de lucha. La competencia corre por mis venas, sin importar cuanto quiera permanecer neutral. No puedo evitar morder el anzuelo. Es como decirle a un perro que de repente deje de olfatear el trasero de otros perros. Lo hacemos desde que nacimos. Esta en nuestro ADN.
—Si, Tom, has el eslalon— grito por encima del hombro. —Cuando June se derrumbe en treinta segundos, le mostrare como es un verdadero esquiador de eslalon—
—¡Ja! — Su risa sarcástica corta el aire. —Como si lo supieras, tienes suerte con dos esquís después de diez años y de repente crees que eres un experto. ¿Dónde me inscribo para la clase magistral de River? —
Dante ha bajado a la parte del bote, con curiosidad en su rostro mientras June y yo entrenamos. Brisa también se ha incorporado, con el cabello despeinado, mientras sintoniza.
—Se me había olvidado de lo entretenido que era esto— murmura Tom para sí mismo.
—¿Te está molestando? — Dante le pregunta directamente a June.
Oh, genial. Aquí está el caballero de brillante armadura. Pongo los ojos en blanco. ¿Cómo se lo explicamos? No podemos. No hay explicación de como volvemos a ser niños competitivos.
—Permanentemente— dice June.
—Estos dos tienen algo así como…— Dakota hace una pausa y se le escapa una risa.
—Amigo, ¿Cómo lo digo? —
—Creo que el termino adecuado es rivalidad amarga y apasionada — opina Tom.
Quiero decir que ella empezó muy mal, pero eso solo empeorara las cosas. Pero en serio, ella empezó. Empezó hoy, en su oficina y justo antes el baile de graduación. June es la que empieza todo.
—¿Problemas paternos sin resolver? — le pregunto, pero definitivamente no es el caso. June y su padre son muy unidos, siempre lo han sido, desde que su madre falleció durante el parto.
—Mira quien habla— refunfuña June mientras se pone el chaleco salvavidas. Y tiene razón. Entre los dos, soy yo el que tiene el padre imbécil. El chaleco morado brillante sobresale de su pecho, lo que me obliga a mirar hacia abajo por las fuertes pendientes de sus muslos, hasta sus lindos piececitos, con las uñas pintadas del tono más oscuro del morado. Mi mirada se fija en la curva de melón de su trasero, un trasero que una vez tuve la suerte de apretar.
June ha mejorado con la edad, y su apariencia actual es un marcado contraste con la inmaculada chica que encontré en su oficina. No me malinterpreten, las dos Junes son tremendamente sexys, pero aquí, en el barco, se parece más a la June que conocí. Labios carnosos y suaves, sin rastro de lápiz labial ni brillo. Mechones de su cabello canela volando libremente alrededor de su rostro, escapando de los confines de su moño desordenado. Esos ojos azules vibrantes como el azul del cielo, que algunas veces se ven irreales que todavía me hacen doler el pecho cada vez que me mira durante demasiado tiempo.
En un mundo diferente, en una dimensión diferente, tal vez, nos habríamos casado después de terminar la preparatoria. Nos habríamos enamorado tan profundamente que hubieran puesto una maldita placa en nuestro honor en el pabellón de Bahía Azul que diría. “De rivales académicos a amantes mas dulces” A esta altura ya tendríamos hijos, posiblemente 2, y viviríamos en algún lugar activo, pero más grande, como Cincinnati o tal vez Chicago.
Pero en cambio, aquí estamos. Seguimos lanzando rayos de muerte por los ojos. No hay un final dulce para esta historia. Solo mas rencor.
June se sienta en la plataforma trasera y mueve los pies en las aberturas de goma de los esquís de eslalon. Luego se impulsa y se desliza hacia el agua. Tom lanza la cuerda. Yo ocupo mi lugar junto al asiento del conductor. Mi “amigo” Dante se une a mí un momento después.
—Nos gusta burlarnos el uno del otro— le digo de pues de un momento, como si el necesitara saber más sobre lo que existe entre June y yo. — A ella le gusta, te lo prometo—
Me lanza una mirada extraña de reojo y me doy cuenta de que no estoy haciendo un buen trabajo para convencerlo. Lo que sea.
Es un idiota y no es tan apuesto. June podría conseguirse algo mucho mejor. Muevo la mandíbula hacia adelante y hacia atrás, rebotando la rodilla mientras Dakota se adentra un poco en el lago, alineando a June con el centro del bote. El esquí de eslalon es más difícil y un ejercicio mucho mejor.
—El agua no está muy buena para hacer eslalon hoy— le digo a Dakota mientras el lucha por mantenerla centrada con la parte trasera del bote. Esta demasiado picada. El eslalon es mejor en las tranquilas aguas de la bahía temprano por la mañana, justo después del amanecer, cuando el agua parece cristal. —Deberíamos detenerla—
—¿Tú crees? — Dakota lanza una mirada dubitativa a través del espejo retrovisor.
—Tom, deberías de sacarla— grito hacia la parte trasera del bote.
—Está muy agitado, se lastimará— June debe de haberme escuchado, porque mi preocupación es seguida por un muy sucinto. —¡Vete a la mierda! —
Hago una mueca y me recuesto en mi asiento. Mirando a Dante, digo: —Ella es un algodón de azúcar , ¿no? —
Un momento después, June grita: —¡Dale! — y Dakota sale disparado, acelerando con fuerza para ayudar al esquí de slalom a tomar vuelo. June emerge del agua en una enorme salpicadura, a la vez elegante y brutal, y todo lo que puedo hacer es contemplarla. Grabaría el espectáculo si fuera más atrevido, pero no lo soy, así que trato de evitar que mi mandíbula golpee el suelo.
June es toda sonrisa y muslos poderosos mientras corta de un lado a otro a través de la estela, inclinándose hacia atrás para cortar algunos enormes chorros, a veces hasta parece que está a punto de caerse en la superficie del lago. Es realmente buena, lo admito. Pero nunca admitiré cuanto he estado fantaseando con tener esos muslos envueltos alrededor de mi desde que regrese.
Miro hacia él. Dante sonríe como un tonto y levanta los pulgares de vez en cuando. ¿Desesperado? Dakota me lo habría dicho si hubiera algo allí, pero necesito estar seguro. Me inclino hacia él.
—Sabes, June probablemente parezca buena chica…pero— Hago una pausa, preguntándome si tengo el valor de seguir adelante con esto. >, me recuerdo. —La verdad es que es lesbiana— Dante resopla, sin parecer particularmente molesto.
—¿Ah, ¿sí? Entonces, mejor aún—
Mierda. ¿Qué hará falta para que desista de la persecución?
—Bueno, probablemente deberías saber… Ya sabes, el código de chicos— ¿código de chicos? Dios, creo que el lesbiano soy yo.
Los engranajes de mi cerebro zumban como los de la fábrica de chocolate de Willy Wonka. —Ella tiene un problema ahí abajo—
Dante me lanza una mirada incrédula. —¿Un problema? — El viento me azota el pelo mientras miro el lago, lo que le da la solemnidad a mi voz.
—Si. Tiene un…sarpullido…que cubre toda su zona púbica. Los médicos aún no saben que lo causa. O si es contagioso—
La expresión de Dante pasa de la incredulidad a la arrogancia, y creo que tal vez me he cagado en mi propia fiesta.
—No vi ningún sarpullido la última vez que estuve allí— dice con frialdad.
Mierda. Esto me explotó en la cara. Hasta que la voz en mi cabeza me grita el “No con Dante”. Enmascare mi irritación cruzándome de brazos y mirando el lago distraídamente. —Va y viene— resoplo en mi último intento de salvar mi dignidad —Pensé que debías saberlo. Ya sabes, el…—
— Si, el código de chicos— me interrumpe el muy idiota.
Así que eso lo aclara. June esta fuera de mi alcance, así que debería callarme y seguir adelante.
Pero es imposible apartar los ojos de June. Fue así durante toda la preparatoria, y ahora es peor. Y, en todo caso, el renacimiento de nuestra historia ha traído consigo algo más que competencia. Ahora, recuerdo lo mucho que me enamore de June en aquel entonces. Menos mal que ahora soy mayor y más sabio. Y demasiado inteligente para permitir que eso suceda una segunda vez.