A June no le gusta la sopa de tomate

2568 Palabras
June. Termino mi carrera de eslalon digna de un premio y vuelvo a la fanfarria general del barco. Excepto River, por supuesto. Dios lo ayude si alguna vez tiene una esposa e hijos que buscan aprobación porque no la obtendrán de ese. Cualquier niño que el crié, probablemente se convertirá en un maniaco de las grandes ligas. Dante se acerca rápidamente a mí y me envuelve en un abrazo cuando me quito el chaleco salvavidas, lo cual es extraño. Nunca había sido tan cariñoso en público. Diablos, ni siquiera estamos saliendo. Por lo general, limita sus avances a mensajes de texto y salidas de borrachera, así que esto es nuevo. —Es difícil de superar eso— dice Dante. —Dame treinta segundos y lo veras— River se dirige a la parte trasera del bote, agarrando su chaleco salvavidas. —Vamos, Rivs — dice Dakota, dándose la vuelta en su asiento. —No podemos estar todo el día de un lado a otro viendo quien gana a quién. Yo también quiero meterme en el agua— —Tienes razón. Arreglémoslo ahora. Yo gano— le sonrió con todos los dientes, ojos cerrados. —Nunca aceptarías una victoria tan barata— me acusa. Brisa se ha arrastrado hasta el asiento junto al conductor y parece un poco mas vivaz. —¡Hagan el tándem! — Todas las cabezas se vuelven hacia ella como si Dios hubiera dicho la verdad desde los cielos. Es realmente genial y quizás la única manera de ver quien sale vencedor. —Hecho— River señala con el dedo al aire. —Vamos a hacer tándem. Y si gano, serás mi agente inmobiliario y venderás la casa de mi abuela— Miro a River con los ojos entrecerrados. —Eso no es justo. Acabo de correr mucho y eso es difícil— —¿Así que lo concedes? — Es un cebo puro. Por supuesto que no lo concedo. Resoplo y vuelvo a ponerme mi chaleco salvavidas, agarrándolo y apretando las hebillas. —Prepara las cuerdas, Tom— River parece demasiado satisfecho de sí mismo mientras se pone el traje, y me obligo a no fijarme en las líneas esculpidas de sus abdominales ni en las ondulantes colinas de sus bíceps. Pero es difícil no fijarme en él. Absorberlo, emborracharme con él. La masculinidad, la adrenalina y el poder emana de el en oleadas. Siempre ha sido así con él. Me da energía simplemente por estar cerca. Me alegra ver que eso, al menos, no ha cambiado. Aunque nos está empujando a una batalla sin sentido en la que no puedo evitar participar. Ambos salimos a la terraza trasera y nos lanzamos dagas uno al otro. De pie, descalza, junto a él, me doy cuenta de cuanta altura tiene en mí. Mi cabeza llega casi hasta su clavícula, si estamos siendo generosos. Cuando se da la vuelta para recibir el esquí de slalom ancho, recuerdo la anchura de sus hombros. Lo ancho, robusto y varonil que es. Trago saliva, dirijo bruscamente mi mirada hacia Tom, obligándome a concentrarme en su gorra de beisbol totalmente segura y neutral hacia atrás. Me entrega el esquí. Me siento en la terraza trasera junto a River. El agua lame los bordes de la terraza y me hace coquillas en la parte inferior de los muslos a través de los listones de madera mientras metemos los pies en los eslalon. —Debe ser realmente agotador ser un mal perdedor— murmuro mientras empujo mi pie dominante en el agujero delantero. Mi otro pie entra y alcanzo la cuerda. — Y necesitas apostar tus necesidades inmobiliarias en una competencia de esquí acuático— En lugar de responder, River me empuja por el hombro. Me caigo de bruces, y la expresión de sorpresa en mi rostro probablemente sea lo último que ve antes de que desaparecer bajo el agua. Salgo a la superficie un momento después, escupiendo agua, y le hago una seña obscena: —No está bien— River se ríe, se ríe con ganas, lo que alivia mi ira. Siempre me ha encantado oír su risa, y su sonrisa es digna de un anuncio de revista. El hombre podría ganar dinero con su apariencia, pero probablemente no tanto como lo que está haciendo ahora. Se lanza al agua y da unas cuantas brazadas para alejarse del bote. —Ustedes dos ¿están listos? — pregunta Dakota, encendiendo nuevamente el motor una vez que nos hemos alejado lo suficiente del bote. —Si— confirmo, envolviendo mis manos alrededor del mango. No puedo esperar para mostrarle a River lo inútil que es. —Aunque pierdes automáticamente diez puntos por empujarme al agua— —De todos modos, no necesitaba esos diez puntos— grita River. Todos se acomodan en sus lugares en el bote y el nerviosismo me invade. Mierda. La tensión es real. Y es alta. Aunque esto no significa nada, también significa todo. Me lanza una mirada oscura y traviesa. ¿Cómo es que River es tan bueno haciendo esto? ¿Convirtiendo montañas de granos de arena onde quiera que va? —¡Dale! — grito cuando siento que estoy lista y, River repite lo mismo. El barco avanza a toda velocidad, con un rugido de motor y emoción. La energía me recorre, erradicando por completo cualquier dolor que haya quedado en mi última carrera. Ambos nos elevamos y salimos del agua, emergiendo de la espuma como dioses. Las cuerdas son de diferentes longitudes y están atadas en un poste en la parte trasera del bote, de modo que podemos cruzarnos sin chocarnos. Lo miro a él. El me mira. Y entonces hace un giro brusco. Se lanza con el esquí al agua, lejos de mí, y lanza una columna de agua a mi cara. Yo farfullo y lo imito, guiando hacia el lado de bador del barco. Las olas se estrellan contra nosotros y las crestas blancas hacen que mi estomago quede vacío. Me aferro y lo supero. El lago esta demasiado picado para hacer eslalon en este momento. Tuve suerte de poder hacer mi buena carrera anterior. Dakota nos dirige hacia un nicho donde el agua está más tranquila. River da un giro brusco hacia el centro y yo hago lo mismo instintivamente. Volamos uno al lado del otro y hago que mi chorro de agua lo cubra y los sumerja por completo. No lo hace, por supuesto. No soy un hombre de doscientas libras con un ego de cuatrocientas, así que mi rocío es naturalmente menor. Esto no es una racionalización, es un hecho. No se me puede echar en cara. Excepto que River parece esparcir su roció como un pavo real que abanica sus plumas. Probablemente porque tiene la cuerda más cerca del bote y sabe que su chorro me golpea la cara cada vez. Nos cruzamos varias veces. Mis brazos ya están cansados, pero River no muestra señales de disminuir el ritmo. Brisa me anima desde el centro del bote. Al menos nuestra rivalidad ayudó a curar su resaca. River se lanza en picado hacia el centro y yo me desvió para hacer lo mismo. Excepto cuando me pasa a toda velocidad, mi visión se vuelve acuosa y blanca, y mi esquí hace un fuerte sonido. Todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. La cuerda se me escapa de las manos y yo salgo volando con ella. Mi esquí queda abandonado en algún lugar. No tengo tiempo de gritar antes de caer al agua en un doloroso y extraño chapuzón. Los saltos mortales bajo el agua hacen que la parte inferior de mi traje de bajo se baje hasta mis rodillas. Debí haber golpeado un trozo enorme de madera a la deriva, ninguna otra cosa podría hacerme volar de esa manera. Gracias a Dios tengo el chaleco salvavidas. Pateo un par de veces antes de salir del agua en un desastre de jadeos y chisporroteos. Esperaba que River estuviera a bordo del barco recogiendo su trofeo a la superioridad, agradeciendo a sus fans que siempre lo han apoyado en su afán por superarme, pero en lugar de eso lo encuentro a unas cuantas brazadas de distancia de mí. Su rostro esta arrugado por la preocupación. —¡June! — grita con voz ronca. —¿Estás bien? — Hay verdadera preocupación en su voz. Estoy demasiado conmocionada para responder. —No… no lo estoy — Maldice y nada más rápido. Por el rabillo del ojo veo a Dakota balanceándose. El bote se abre y vuelve por nosotros. Las cuerdas se arrastraren detrás del bote. River me alcanza y me agarra por las solapas del chaleco salvavidas. —¿Qué diablos paso? — Está a centímetros de mí y no puedo hacer nada más que mirar fijamente sus ojos tormentosos. Su cabello castaño avellana está pegado a su frente y el agua del lago golpea a nuestros costados. —No lo sé— susurro. No puedo apartar la mirada de él. Mierda, esto sería casi romántico si no fuera por el dolor que siento en la cadera izquierda. De alguna manera, también he perdido un poco la voz. —¿Mi esquí te golpeo? — me pregunta, mirándome fijamente a la cara. Sacudo la cabeza. —¿Te duele algo, como las piernas? — Mete la mano bajo el agua y roza mi cadera desnuda. Me chupo los dientes, recordando que tengo la parte inferior de mi bikini a la altura de las rodillas. —Espera— saco la lengua mientras intento alcanzar mis bragas. No puedo pasar por encima del chaleco salvavidas. Se deslizan más abajo en mi esfuerzo, hasta mis tobillos. —Mierda, la parte de debajo de mi traje de baño…— La mirada de River se desliza hacia la superficie del agua. —¡No mires! — —No veo nada— Me observa luchar un momento. el barco se acerca y Dakota y Tom nos gritan. —¿Necesitas ayuda? — Se me escapa un suspiro de frustración. Me duele el costado y esto apesta. —Si— —Sube las piernas a la superficie— instruye. —Lo estoy intentando— refunfuño, manteniendo la entrepierna baja. Las olas del bote de Dakota nos alcanzan y una me golpea en un costado de la cabeza. Un momento después, mis dedos de los pies salen del agua y el me sujeta por los tobillos. Su mirada encuentra la mía y veo todo tipo de cosas confusas en ella. Calor, para empezar. Y signos de interrogación teñidos de sensualidad. Luego, me sube la parte inferior elástica color rojo de mi traje de baño por las pantorrillas, por encima de la rodillas. Una vez que puedo alcanzarlos, los agarro y termino de subirlos. Trago saliva. Mi coño palpita con el más leve atisbo de deseo de que esas manos sigan moviéndose más arriba. —¿Estas segura que estas bien? — Si no lo conociera mejor, pensaría que le importa. Pero no es así. porque estamos hablando de River Parker. Algo vuelve a su lugar y recupero la lengua. —Estaría mucho mejor si tu afán por superarme físicamente no hubiera resultado en estupideces como esta— espeto. Dakota se acerca lentamente. Dante y Tom nos gritan y preguntan si estoy bien. —Creo que estoy bien— grito débilmente, esbozando una sonrisa. River salta a la plataforma y luego se pone en cuclillas, ofreciéndome una mano. Tomo su mano grande y masculina y el me ayuda a subir a la plataforma. El dolor me recorre la cadera y hago una mueca. —Eso no tiene nada de buena pinta— anuncia Brisa. —Maldita sea, ¿Qué le hiciste? — Dante exige. —Nada— dice River, poniéndose en cuclillas detrás de mí, casi con aire protector. Respiro profundamente y observo como se agita el agua del lago. En voz baja me dice: —¿quieres intentar ponerte de pie? — Me quito los mechones sueltos de la cara y asiento. Sus bíceps se abultan mientras me ayuda a levantarme y estabilizarme. Mi mirada se posa en su bañador, que está pegado a su entrepierna de una forma muy reveladora. Levanto la mirada de golpe, con sentimiento de culpa. Dios, este hombre es demasiado atractivo. Y está siendo un por ciento amable conmigo, lo que ya le está dando mi cuerpo el visto bueno para empezar a reaccionar. Esto no está bien. Si me tratara así a diario, me volvería loca. Me enamoraría de el sin pensarlo dos veces. Como la primera vez. —Creo que deberíamos dar por terminado el día— dice Dakota con preocupación en su voz. —No, chicos— descarto su sugerencia con un gesto. —Puede que yo haya terminado por hoy, pero eso no significa que ustedes también tengan que hacerlo— —Pero deberías cuidar tu pierna— insiste Brisa. —Entonces déjenme— sugiero. —Así ustedes podrán seguir navegando. Recién estábamos comenzando. No tiene sentido desperdiciar este día porque un imbécil intento ahogarme— River se aclara la garganta. —Ese imbécil no trato de ahogarte…— Ah, entonces no niega que es un imbécil. —De hecho, creo que choque con algo de madera a la deriva— me apresuro a añadir. Siento que mis mejillas se ponen coloradas y no sé muy bien por qué. El cambio de actitud me resulta revelador, como si estuviera haciendo una tregua, lo cual definitivamente no es así. River me ayuda a subirme al asiento trasero del barco y Dakota pone el barco en movimiento. Navegamos hacia los dos esquís perdidos y los subimos al interior. Volvemos a los muelles a buen ritmo, con el viento agitándonos en el pelo y todo el mundo en silencio por el fuerte zumbido del motor. Dejo caer la cabeza hacia atrás y cierro los ojos: el sol me calienta la cara. Trato de ignorar el hecho de que River todavía está a mi lado. El calor que emana del como un reactor nuclear. Y si no tiene cuidado, me empujara a un estado de fusión. Dakota llega al muelle y, antes de que pueda abrir los ojos, Brisa está empacando sus cosas. —La llevaré de vuelta a casa, muchachos— dice. —No— dice River, con un tono de autoridad que nunca había oído antes. Tal vez sea su voz de Wall Street. —La llevaré de vuelta, Bris. Necesita ayuda para caminar— Brisa se desanima un poco mientras su mirada se posa en mi pierna apoyada. —Ah, cierto— —La llevaré de vuelta— Dante da un paso adelante. —Podemos pasar el rato juntos después. Te prepararé una sopa de tomate. Sonrió. La idea es agradable, pero Dante claramente no es consciente del hecho de que la sopa de tomate me provoca ganas de vomitar. River debe recordar este detalle porque dice. —No. Eres demasiado débil y a June no le gusta la sopa de tomate— Hago girar mis labios hacia adentro para evitar la risa. —¿Y qué pasa conmigo? — pregunta Tom con una sonrisa en el rostro. Puedo decir que solo quiere ver con que lo derribara River. —Tu eres el observador— dice River. —Necesitan que los vigiles mientras esquían— —Está bien, creo que River lo tiene todo bajo control— concede Tom un momento después.
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