Punto de vista de Elías Me desperté con ese sexto sentido que siempre me avisa cuando algo anda mal. El mensaje de Ricci llegó cifrado. Los Massimo no solo habían duplicado la oferta—veinte millones por Valentina viva, diez por muerta—sino que ahora incluían un plazo: cuarenta y ocho horas. Maldije en voz baja, rompiendo el teléfono contra la pared. Valentina entró en la cocina en ese preciso momento, deteniéndose al ver los restos del teléfono esparcidos por el piso. Su expresión fue primero de sorpresa, luego de desprecio. —Problemas de negocios, esposo querido? —preguntó con ese tono de sarcasmo que parecía haber perfeccionado solo para mí. La observé detenidamente., aún llevaba puesta la ropa de dormir, un short corto y una camiseta holgada que me recordó lo joven que era. —Víste

