Punto de vista GASPAR Me desperté con un dolor sordo en la sien y la boca seca como papel. El sofá bajo mí no era el mío, ni tampoco el techo blanco y sencillo que veía al abrir los ojos. Tardé unos segundos en recordar la noche anterior. El whisky, la rabia, la espera en la puerta de su edificio. Y luego… ella, con esa mezcla de furia y compasión, dejándome entrar cuando lo más lógico hubiera sido cerrarme la puerta en la cara. Me incorporé despacio, frotándome la frente. La manta que me cubría olía a ella, y por un instante odié lo mucho que me calmó ese detalle. El piso era pequeño, cálido, nada que ver con las mansiones frías en las que había crecido. Había libros apilados en la mesa auxiliar, una planta mal regada en la esquina, un par de zapatos olvidados junto a la puerta. Un ca

