Apenas hace dos horas que estoy en casa de mi madre, ella la estúpida tía Lucy y yo limpiábamos todo a fondo, yo no tengo ganas de hablar con nadie, menos aun con ellas dos, brujas insoportables, doña perfecta se había quejado durante más de una hora de lo que había sucedido con sus bien cuidadas flores, se calmó sólo cuando le prometí que pagaría por el servicio de jardinería para que lo repararan todo está misma semana. Me encargué de la cristalería y de los cubiertos de plata con los que se sirvió el postre, agradecí que por lo menos esta tarea la hice sola.
A mitad de la tarde cuando ya creí haber terminado con mis quehaceres y que había quedado bien con mi madre, las dos señoras decidieron tomar un descanso en la mesa de la cocina, justo a mi lado.
- Te ves pálida Avril. -aseguró la tía Lucy.
La verdad no quería contestarle, ¿cómo contarles lo infeliz que era? Pero ellas son mi madre y mi tía, quizá pueda estar equivocada con respecto a su manera de razonar ciertos asuntos. En un intento de probar aquello de la solidaridad femenina me abrí un poco para conversar asuntos un tanto personales.
- No me siento bien tía. -dije esperando que ella preguntara a que se debía mi malestar.
- ¿Estás enferma?
- Al menos no del cuerpo…
De inmediato mi madre se metió en la conversación.
- Mi hija y sus misterios.
- No es ningún misterio madre, sabes perfectamente lo que me pasa.
- A ver. -interrumpió Lucy- ¿de qué me estoy perdiendo?
- De nada Lucy, sabes cómo es mi Avril, le gusta llamar la atención.
Me gusta llamar la atención… ¿me gusta llamar a atención? ¿Qué demonios está diciendo doña perfecta? ¿Cuándo he querido llamar la atención?
- ¿Por qué dices eso madre?
- Es claro, te la pasas con esa cara de pocos amigos. Deberías estar feliz y agradecida.
- Agradecida. ¿De qué exactamente estás hablando?
- De todo lo que tienes, eres una mujer muy afortunada, y en vez de verte feliz te la pasas siempre amargada o pensativa. A eso me refiero.
- Eso si sobrina, eres muy suertuda, tienes un marido apuesto, un hijo sano. Hasta un negocio.
- Tu marido es tan bueno contigo que te deja trabajar, te financió parte de la pastelería.
Escuchaba hablar a las dos señoras y casi llegué a pensar de que se trataba de una broma, ¿Cómo podían pensar que era una mujer con suerte? Claro, ellas no sabían que mi esposo me maltrataba en muchos sentidos, no sabían nada, pero quizá era hora de que se fueran haciendo la idea.
- Mi marido no es bueno conmigo… -solté de golpe bajo la mirada perpleja de las dos mujeres frente a mí.
- ¿Cómo te atreves a decir una cosa como esa? -dijo mi madre indignada- ¡Roger ha sido el mejor esposo del mundo!
- ¿Cómo lo sabes madre?
- Te lo ha dado todo, una casa, un negocio, una vida respetable…
- Eso si sobrina, Roger ha sido siempre un caballero contigo.
- Un caballero… -dije meditando lo que la palabra quería decir- ¿un caballero humilla a su esposa?
- ¿De qué hablas Avril? No levantes falsos testimonios sobre Roger, él menos que nadie se merece que lo infames.
La sangre me hervía en las venas, ese hombre tenía hechizada a mi madre y al parecer a mi tía que escuchaba con atención. Pero nada me importaba, lo que ellas pensaran sobre mí, me tenía sin cuidado sus opiniones, así que nada más por molestar seguí con mis argumentos
- Hablo de que me trata mal, es déspota, es grosero, es celoso…
- ¡Basta Avril! ¿Cómo es posible que seas capaz de decir esas cosas? él es tu novio desde que eran adolescentes, se sacrificó por ti. ¿O ya lo olvidaste?
Odié cada palabra dicha por mi madre, realmente ella veía las cosas muy diferente de como yo las veía, para ella mi querido esposo era el salvador que vino a rescatarme, el que me dio una vida decente y digna, mientras que para mí no es más que mi carcelero.
- ¡Para que sepas querida madre, ese marido perfecto que describes no existe, Roger es violento, es irracional, es insoportable y en la cama es lo más aburrido que hay, por algo todas las amantes se las busca jóvenes y sin experiencia, porque una mujer con un poquito de sabiduría en el tema lo manda a freír espárragos en un dos por tres!
- ¡Avril! -gritó mi madre golpeando la mesa con las palmas abiertas al unisonó con mi tía que parecía estar hiperventilada.
Tía Lucy se quedó esperando la reprimenda de mi madre que por supuesto no se hizo esperar.
- Procuraré no haber escuchado lo último que dijiste, esas no son palabras para una mujer decente, La verdad Avril es que no se dé donde saliste tan sucia de pensamiento y tan grosera con las palabras, jamás en mi vida había escuchado algo tan bajo como eso de boca de una mujer casada, menos aun refiriéndose de su propio marido. -para ese momento mi madre había tomado esa pose de dama extra refinada que la hacía levantar el mentón mientras la tía Lucy se veía al borde de las lágrimas- Con respecto a que es violento, pues te digo que eres tú quien lo provoca.
- ¡Madre! -grito profundamente ofendida- ¿Cómo puedes decir que lo provoco?
- Yo te vi anoche con Katy, sabes que a él no le gusta que pases tanto tiempo con ella.
- ¿Tanto tiempo con ella? Pero si tenía como un año sin verla. Parece que vives en una época equivocada para ti, ¡esto no es mil ochocientos!
Ya no aguantaba más, mi tono de voz era cada vez más alto, sentía como mi sangre se agolpaba en mi rostro y mi corazón galopaba al ritmo de mis fantasías en donde las veía a las dos amarradas a un árbol recibiendo latigazos en la espalda.
- Pero todos sabemos que ella es… Tú sabes, tiene una novia. Eso no tiene nada que ver con la época Avril, es cuestión de valores y buenas costumbres. -dijo la Lucy casi en un susurro como si fuera una aberración.
- ¡Es tu hija tía!
- Lo sé. -dijo la mujer con profundo pesar- y dios sabe cuánto la amo, pero…
- Ella no tuvo quien la corrigiera -intervino doña perfecta poniendo una mano consoladora sobre la espalda de su cuñada- Avril, tu prima no tuvo un Roger en su vida. -dijo doña perfecta llena de solemnidad.
- Gracias a Dios, ella si se ve feliz. -escupí desde lo más hondo de mi corazón- ya me voy, voy a casa con mi hijo.
Me levanté de la silla tan rápido que casi la tiro al piso, necesitaba salir de allí antes de que la discusión se fuera a peores, antes de que comenzaran a hablar de lo que pasó conmigo, de que tocaran el tema de mi embarazo antes del matrimonio y todas esas estupideces que me llevaron hasta tanta infelicidad y tristeza, las dos quedaron esperando que yo me retirara por fin, en silencio como si sintiera vergüenza, parecía por la actitud de las dos que agradecían que lo hiciera, pero justo antes de salir mi madre atacó de nuevo.
- Avril. -me dijo haciendo que me detuviera cuando salía por la puerta de la cocina- recuerda que todo depende del lente con que lo mires, si te empeñas en seguir viendo las cosas con ese cristal oscuro con que las ves, jamás te darás cuenta de lo bueno que tienes en tu vida.
- No te preocupes madre, se perfectamente que lo único bueno que tengo es Peter, y en eso no tiene nada que ver mi manera de ver la vida ni el lente con la que la mire.
Salí de allí furiosa, lo peor era que estaba segura de que en casa me esperaba otro suplicio, Roger buscaría la revancha.