Gabriel Escuché golpes y gritos de mujer en el pasillo, me asomé por la puerta un poco asustado. Me preocupé por las novicias y las Hermanas. De la esquina del pasillo apareció Isabel que salió con paso rápido. Vi a algunas Hermanas asomarse por la suya con la preocupación adornándoles el rostro. Les pedí que volvieran a entrar, que yo iba a ver qué pasaba. Me armé de valor, salí de mi habitación y caminé hasta la oficina, la puerta estaba cerrada, pero podía ver luz salir por abajo de la puerta, esperaba que Manuel estuviera adentro de una pieza. Golpeé la puerta. Nadie contestó. Volví a golpear. —¿Está todo bien, Padre? Apenas terminé de hablar, la puerta se abrió dejándome verlo, tenía una expresión que no supe identificar. Estaba pálido, casi como un muerto, y su cuerpo temblaba. Lo

