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1173 Palabras
Yo estaba segura de que Grayson no me amaba, tenía la sensación de que solo quería que me enamorará de él para reírse de mí y utilizarlo en mi contra. Tal vez era muy hostil de mi parte pensar tan mal de él pero bueno... El sujeto en cuestión era de las personas que se aprovechan de las necesidades de los demás y las usan en su propio beneficio. Que si bien eso lo hacía ser un excelente empresario y un genio en el ámbito de los negocios, dejaba en tela de duda su calidad como ser humano. Además la realidad era que yo no tenía razón alguna para amarlo, tampoco lo detestaba pero era alguien para el cual no tenía espacio en mi corazón. Además yo no era su tipo de mujer, lo noté de inmediato al percibir su idolatría hacia Lizbeth. Pero si ella le gustaba tanto ¿por qué no se iba de una vez?, era evidente que la joven estaba prendada de él así que podría tenerla cuando quisiera por más mal que sonará eso. Yo estaba segura de algo: era imposible que yo me pudiera enamorar de verdad de una persona que tenía como estándar y gusto a otra. Y si bien es cierto el creía que yo había estado con varias personas daba igual porque la experiencia la tenía. Además era cierto que cuando estaba en la universidad salía con mis amistades, iba a marchas feministas, protestaba por los derechos humanos, reía en voz alta, me maquillaba alternativamente y de vez en cuando me pasaba de tragos. Yo no era perfecta, no era una mujer idilica pura y virginal esperando por su grandioso magnate para robarle su flor. Era real, quizás demasiado. Había experimentado, ya tenía las cicatrices de un amor quebrado y la mirada de alguien que conoce la crueldad del mundo. Si él esperaba inocencia y recato en mí no encontraría eso. Lizbeth me encaro una tarde lluviosa, pareciendo desesperada por alguna razón que yo no lograba entender. Se veía bastante desgastada, quien sabe que estaría acaeciendo en su vida. —Karinna tienes que dejarlo—suplicó con ojos llorosos, parecía una muchacha aún me sentí mal de que alguien tan joven ya la estuviera pasando mal en las desventuras del amor romántico—por favor, no sé como convencerte pero de todo corazón te ruego que te divorcies de Grayson. Ustedes no son tan para cual, es evidente que no son felices juntos y una relación no solo se trata de conveniencia sino también de afecto, de construir un vínculo perdurable día a día. Hazlo también por ti, sabes que no lo quieres lo suficiente. —Si, lo sé—contesté con tristeza, me avergonzaba un poco que todos se enterarán del martirio que aquella unión resultaba para ambos—no quiero más, yo le he planteado terminar... Él fue quien insistió en casarse, uso tretas deshonestas para desposarme sin embargo si Grayson accediera le daría el divorcio sin pensarlo, sin llevarme un solo cinco de su fortuna pero no sé como convencerlo. —Traté de hacer todo lo posible para atraerlo a mí—sollozó desecha—pero me rechaza fríamente. Incluso me amenazó con que si vuelvo a actuar así me echará de Vallmonth S.A—la abracé sin saber bien porque lo hacía—no entiendo que pasa. —Escucha jovencita, te voy a dar una recomendación que te servirá para toda tu vida: no te metas con hombres comprometidos, no te arruines la existencia... Eres joven, hermosa e inteligente no arruines tu vida siendo la amante de alguien. Mejor busca el amor verdadero, incondicional y desinteresado, haz que tu estancia en este mundo valga la pena. Luego de esa charla ella se volvió más huraña conmigo aunque de vez en cuando la descubría mirándome con tristeza, yo no le volví a hablar a pesar de que sentía pena por su torpeza e inexperiencia no pasaba por alto que fuera una irrespetuosa, un intento de rompehogares, una persona cínica y descarada. Grayson me invitó a cenar al restaurante más exclusivo de la ciudad, que quedaba en el Monte Otysa y tenía una vista panorámica espectacular que permitía vislumbrar toda la ciudad. Acepté gustosa, mis días en aquella casa eran demasiado monótonos. El me regaló un vestido turquesa para esa noche el cual estrené gustosa conjunto al collar "cielo" que contenía un hermoso zafiro en forma de corazón. Al llegar la mesa con mejor vista en la azotea del lugar nos esperaba con una reserva. Los camareros nos guiaron rápidamente. Me senté y contemple la belleza de lo inconmensurable, sentía que era tan pristino que me llenaba los ojos por completo. Ordenamos los mejores platos acompañados de una reserva de vino de hacia cincuenta años. —Te traje aquí porque quería hablar sobre varias cosas—él me miro entornando los ojos—sobre nosotros. —¿Nos vamos a separar?—sin quererlo mi tono sonó demasiado eufórico lo que provocó que Grayson me mirará con cara de pocos amigos. —No—respondió secamente—¿estás molesta por la presencia de Liz? Suspiré profundamente y luego contesté:—En realidad me agrada, el otro día conversamos y me dijo que sería bueno que nos separaramos porque se nota que somos infelices juntos. Supongo que ella podría amarte más que yo, se nota que tu le atraes muchísimo. —No me interesa ella, solamente quiero que trabaje conmigo porque es lista y bonita. Veo su utilidad a futuro. —Que malévolo y calculador eres. Aunque no comprendo porqué dices que no te interesa si ella es el estilo de mujer que idealizas: pura, virgen, hermosa y dulce. —Eres una cegatona—río abiertamente—cambia esas características por: interesada, caprichosa, celopata, egoísta y mentirosa—me sorprendí al esuchar sus palabras—a ella no le gusto yo solo ama lo que represento y lo que significaría ser mi esposa, quiere vanagloriarse con el título de «Señora Vallmonth» pero ¿yo, gustarle?, porfavor... Soy como un cheque en blanco al que puede rellenar de cuantos dígitos se le antoje. —No la veía así, de todos modos idolatras sus otras características, ¿no? —Pues no—suspiro—tu amabas a Grayson el estudiante, el pobre, el chico sencillo que ocultaba su dolor tras la fachada de la crueldad. Te enamoraste de esa esencia, yo como un estúpido sintiendo que por primera vez tenía poder para algo use esa capacidad recién adquirida para rechazarte y obtener más atención—suspiro—fue hasta que te marchaste sin más que me di cuenta de lo valioso que había perdido. —Pero a veces es demasiado tarde, yo ya amé a otra persona y para tu desgracia se convirtió en el hombre de mi vida si hubieras sido gentil quizás las cosas serían distintas. —Lo sé, espero poder remendarlo. Por otra parte quería comentarte que mañana tenemos una reunión familiar y también que prontamente me gustaría tener un heredero.
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