La notificación de la cita para la primera evaluación del análisis de la posibilidad de realizar la fecundación in-vitro me llegó el lunes en la tarde. Mi corazón casi se detuvo al leerla. «¿Cómo así?—pensé aterrada—¿Entonces no te importa en absoluto lo que yo opine, Grayson Vallmonth?» me sentí enojada y herida. Todo lo que le había dicho se lo había pasado por las nalgas. Lo odié con más intensidad que nunca. También detesté a Lizbeth por prestarse para algo así aunque a ella no la culpaba del todo, en su situación de desempleo tenía sentido que aceptará cualquier cosa aún cuando fuera algo que pusiera en riesgo su integridad. Tal vez estaba ante una situación de falta de dinero muy exasperante, además yo tenía la culpa de que la hubieran despedido dos veces. Le escribí a Grayson u

