El viaje al hotel luego de la ceremonia fue aún más incómodo que todo el evento, lo único que agradecía era ya no tener que fingir estar feliz ante la gente.
No entendía cómo era posible que en esta vida en la que no había elegido a Grayson igual me terminará casando con él, parecía como si fuera algo predestinado para mí.
Me sentía enferma de pena, de odio, de dolor. «¿Por qué?—murmuré a la nada—no entiendo... Ahora que amo a otro él me persigue y usa esa sucia treta de pagar por el tratamiento de papá a cambio de que sea su esposa, esto no debería estar pasando».
Pensé en Oscar, sentí una horrible opresión en el pecho: mi corazón estaba hecho añicos. El recuerdo de su sonrisa se me venía a la mente una y otra vez, mi cabeza apenas soportaba el pesar. Tenía miedo de lo que iba a pasar a continuación, me cuestioné si acaso aún teniendo una segunda oportunidad terminaría de la misma manera que en la vida pasada.
Al llegar al lujoso hotel un botones nos guió hasta el último piso, estaríamos en la suite presidencial esta noche y mañana volararíamos a algún destino paradisíaco para nuestra luna de miel. Nisiquiera lo había pensado, no me interesaba, dejé que que el resto de gente se encargará de todo.
En esa enorme habitación y con esa vida que me ofrecía todos los lujos qué una persona podía ostentar extrañé mi hogar, pero no únicamente en lo material sino su calidez, el aroma de la cocina de mamá, la voz de papá al teléfono, sus risas cómplices cuando creían que yo dormía. Mi amorosa familia...
«No quiero irme de casa aún—pensé mientras salía al balcón y contemplaba la ciudad, sirviéndome una copa de chapán para sobrellevar la amargura—no estoy preparada para ser una esposa. Quiero seguir yendo a la universidad, tener amigos, salir no dedicarme a lavar, limpiar y ordenar. Menos por obligación».
Marqué con dedos temblorosos el número de mi papá, sabía que mi madre me regañaría si insistía y en ese momento no tuve el valor de contactar a Oscar, aunque lo deseaba más que nada en el mundo. Ojalá viniera por mí y me rescatará, ojalá huyeramos juntos... Él era todo lo que deseaba.
—Hola papá—susurré.
—Hola cariño, ¿pasa algo?
—Solo qué...—suspiré sintiendo los ojos llorosos—los extraño, me siento muy joven para irme de casa.
—Es normal, ya verás que con el tiempo te acostumbrarás pero por ahora todo es demasiado nuevo para ti. Yo al principio no podía dejar de pensar en los desayunos que mi madre me preparaba, especialmente porque a la tuya al principio toda la comida se le quemaba no sé como sobrevivimos.
—Creo que solo porque tu aprendiste a cocinar y le enseñaste a ella—me conmovió aquel recuerdo, mis padres si se amaban. Entendí que mi sacrificio valía la pena.
—Si, tu también le enseñarás muchas cosas a Grayson y el a ti. Confía.
—Está bien papá, dile a mamá que la extraño.
Colgué y suspiré profundamente. Luego de un rato mi esposo se sentó al lado mío, me miraba de soslayo como si estuviera extrañado de tenerme ahí. Pero bueno al final él era el responsable de aquella extraña unión sin nada de afecto, el la había pretendido y buscado haciendo su mayor esfuerzo. Desbaratando mi sistema de valores y creencias con respecto al amor y los vínculos románticos con tal de emparejarse conmigo.
—¿Por qué te casaste conmigo?—le pregunté, la bebida me dio un poco de valor para atreverme a decir eso aunque realmente llevaba mucho rato deseando hacerlo.
—Porque así debía ser.
—No veo razón—contesté con certeza—creo que este tipo de compromisos deberían estar mediados por el amor y no por la necesidad—él pareció contrariado con mi respuesta—aprovecharse de las necesidades ajenas es cruel.
—El amor se puede aprender—murmuró bebiendo apaciblemente.
—Quizás—suspiré—pero será difícil dadas las circunstancias. Mi padre te abrió las puertas cuando no tenías nada, te presentó a tus mejores contactos, incluso a aquel que te dejó todo lo que tienes ahora no entiendo cómo puedes ser tan insensible de poner tantas trabas para ayudar a alguien que era incondicional contigo.
—¿Qué tiene de malo desear a su hija y utilizar todos mis recursos para tenerla?—sonrió, siendo consciente de su desfachatez.
—Darle la espalda al hombre que te ayudó es muy poco honorable—gruñí—y más arrebatarle lo que más ama en el mundo como si se tratará de una mercancía. Además cuando yo te perseguía me despreciaste, me humillaste así que yo entendí que querías estar con otra persona y yo no tenía derecho de obligarte a nada, ¿a ti que te pasó?
—Me botaste cuando me enamoré de ti—dijo, su respuesta me dejó helada—y cuando tuve el poder para traerte de vuelta lo hice sin pensarlo.
—Tienes el cerebro hueco—contesté, el pareció impresionado ante mi desprecio—no puedes forzar mis sentimientos.
—Tal vez está noche cuando te entregues a mí eso cambie un poco.
Me burle:—Tener sexo contigo es solo una transacción—el frunció el ceño, sus ojos grisaceos lucían oscuros y profundos—aprovecharé a dormir, asegúrate de usar protección.
—¿Ya lo habías hecho?—preguntó pareciendo disgustado.
—Pues claro, ¿o esperabas a una mujer virgen?, de ser así siento decepcionarte debiste preguntar antes.
—¿Y con cuántos?—preguntó pareciendo molesto.
—Pues con cientos de personas—mentí, en realidad solo había estado con Oscar—hombres y mujeres, ¿que esperabss de una universitaria libertina?—me fui hacia adentro de la habitación esuchando que soltaba algún insulto por lo bajo.