A pesar de que estábamos en el paraíso terrenal el ambiente entre nosotros dos era sumamente tenso, Grayson parecía de mal humor todo el tiempo y pasaba de mí por completo.
La verdad era que me alegraba de que el me ignorará, así la podía pasar bien yo sola sin tener que estar viendo ese rostro compungido y malamansado. Era un tipo demasiado hosco, no entendía como en mi vida pasada podía estar tan prendada de él.
Mientras que Oscar era inteligente, amable, dulce, caballeroso y agradable Grayson parecía ser solo una fachada atractiva, con un cascarón externo hermoso pero completamente vacío por dentro, incluso cuando me llegué a enamorar de él fue más por puro egoísmo de no soportar el rechazo que porque el me generará algún sentimiento significativo.
Si, era cierto que el nuevo dueño de Vallmonth S.A(la que antes fue la empresa del amigo fallecido de mi padre, que había quintuplicado su valor desde que él la presidía) era un hombre hermoso pero ¿qué más? A mí parecer: nada. Era listo para los negocios pero emocionalmente era inconcebible tener una buena relación con él, parecía que solo estaba programado para ser un gran empresario pero un inepto en el resto de aspectos.
Mientras nadaba en el cálido mar caribe, cuya agua era tan transparente que me dejaba vislumbrar el coral, los peces, las algas, las conchas y la arena blanca bajo las plantas de mis pies no pude evitar desear estar acompañado por otra persona, alguien distinto: mi verdadero amor.
Sus ojos decepcionados, que era como me habían mirado la última vez que los vi me perseguían por doquier, hiriéndome sin tregua, tan obstinados como solo ser mi chico. «No me importa morir de amor porque de eso mismo renaceré», recordé que algo así me había dicho cuando me llamó inesperadamente. Esa frase me hacía mella, la tenía atorada entre pecho y espalda.
Yo sabía que Oscar Tiez era de esas personas que aman de verdad sin miedo al qué dirán. Que sus sentimientos eran puros y genuinos. Estaba segura de que no estaba avergonzado de haberme adorado pero a que cómo lo había hecho ya jamás lo volvería a hacer porque tenía honor.
Porque Oscar me había querido de verdad y quienes amamos sinceramente no nos arrepentimos. A su lado Grayson era solo oscuridad mientras que mi chico era la cálida luz de la mañana, la sensación de la brisa marina en mis mejillas, la dulzura y la bondad.
Mi esposo y yo estábamos cenando en un lugar sumamente lujoso. Un domo de cristal cerca del océano, iluminando por millares de estrellas, con rosas blancas, rojas y rosadas adornando nuestra mesa. Orquídeas violetas, claveles rojos, tulipanes anaranjados, lámparas de papel, velas... Parecía un conglomerado de todas las cosas que me gustaban, aún así no sentía nada.
Grayson lucía formal pero relajado, como una camisa blanca que destacaba sus facciones enteramente masculinas, el pelo n***o desordenado, los ojos azul cobalto tan fríos que parecían grises. Yo notaba su atractivo, todas las mujeres le daban un trato especial por suerte no lo amaba o estaría loca de celos.
—¿Qué te parece todo esto?—preguntó dándole un bocado a su lasaña.
—Bien, bonito—el entrecerro los ojos ante mi seca franqueza.
—¿Solo eso?—cuestionó, parecía nervioso.
—Pues si, son todas las cosas que me gustan juntas.. Estoy anodada—el sonrió de forma casi imperceptible.
—Karinna—dijo seriamente—¿por qué te dejé de gustar?, estabas tan prendada de mí... Y de repente me convertí en nadie.
—Eras cruel conmigo, amabas a otra mujer y yo no te importaba en lo más mínimo—lo mire y hablé de la forma más sincera en que pude hacerlo:—el amor debe ser algo recíproco, Grayson sino es solamente obsesión. Y yo no quiero ser recordaba por estar obsesionada con un hombre al que no le importaba, quiero que la gente piense en mí recuerdo y digan: ella amó de verdad y fue correspondida con devoción—le di un trago a mi copa de vino tinto, que tenía un gusto entre frutas cítricas y primavera demasiado agradable al paladar.
—Quizás ahora podría ser así.
—¿Aunque me haya acostado con otras personas?—inquirí, manteniendo mi fachada de universitaria rebelde. y libertina.
—Eso no importa—comentó—yo también me he acostado con otras personas.
—¿Entonces por qué parecías enojado al enterarte?
—No estaba enojado, estaba conmocionado. Lo que me enervaba era tu trato hacía mi persona puesto que no es la forma en que una mujer trataría a su hombre—hizo especial énfasis en el «su», quise reírme de él pero me mantuve tranquila—a su esposo.
—Fui obligada a esto Grayson, entiéndelo. Tu me forzaste a casarme contigo para salvar a mi papá así que no esperes que mis sentimientos por ti florezcan repentinamente—el se quedó en silencio—no será así, mi corazón no es tuyo.
—Saca a quien sea que tengas en la mente y en el corazón.
—No—me defendí furiosa—esto es todo lo que me queda. Ya te quedaste con mi libertad... Prácticamente te adueñaste de mi vida, mis sentimientos sinceros hacia ese hombre no me los puedes arrebatar. Robate mis sueños, toma mi vida en tus manos, conviérteme en mi maniquí pero mi afecto y devoción están con él. Por siempre.
Grayson se puso de pie contrariado, sumamente enojado, con la cara roja ardiendo por la ira. Sin embargo no dijo ni una palabra, camino lentamente hacia la salida y me dejó allí sola. No me molestó, terminé de disfrutar de la deliciosa comida y los postres yo sola. Era mejor así.
Caminé por la orilla del mar saboreando un delicioso helado de coco, me sentía sumamente relajada de haberme expresado así con el estos días. En eso recibí un mensaje de Grayson: «duerme en la otra habitación, no vengas conmigo».