Oscar y yo escapamos sin saber muy bien a donde ir, a mí me carcomía la certeza de que jamás sería libre. De que siempre, sin importar donde estuviera, Grayson me encontraría. Comenzaba a sentirse más como una historia de terror en lugar de un cuento romántico, no había una sola pizca de amor entre nosotros. Lo que yo profese hacía él en algún momento no fue un sentimiento sincero, no lo conocía realmente solo estaba obsesionada con su belleza física y con que alimentara mi ego. Pero el amor genuino no se basa en apariencias ni en ninguna de esas superficialidades que nos obsesionaban sino en aceptar a alguien con sus virtudes y defectos. Yo sentía que el amor era algo que se iba construyendo todos los días, como con Oscar con sus llamadas, detalles, las conversaciones interminables de l

