Quedé divagando en medio de la nada, pérdida en una densa oscuridad que me envolvió con fuerza protegiéndome de aquel dolor tan desgarrador. La nada me sostuvo, aquella tinieba me hacía sentir tan leve como si estuviera en el vientre materno, antes de que cualquier miedo y preocupación me atormentara. Pero no podía ser perfecto, había sufrido un terrible accidente de tránsito y en dado momento debía afrontarlo con todo lo que implica. Abrí los ojos y me topé con la pared blanca de un hospital, máquinas que soltaban pitidos rítmicos y mi cuerpo cubierto de vendas sin embargo en ese momento no tuve mucha noción de la realidad, mis párpados agotados se volvieron a cerrar. La segunda vez que desperté vislumbré prácticamente lo mismo, las máquinas que monitoreaban mis signos vitales continua

