Hija del sol.

1883 Palabras
Parecía una mañana como cualquier otra, al menos eso creía Gyda, quien no solo se encontraba confundida por lo del día anterior, ahora también se sentía más cansada que de costumbre y cuando entró el mayordomo con la comida de su desayuno, ella no logró ponerse de pie, no tenía fuerza para moverse. -Buenos días, Gyda.- dijo Keelan al entrar a la habitación. Pronto se percató de la palidez en el rostro de Gyda, sus labios secos y sus ojos vidriosos parecían suplicar. -¡Gyda! ¿Qué te ha pasado? - dijo Keelan con evidente preocupación. -Nada, solo he amanecido cansada, majestad. - dijo Gyda. En su tono de voz se escuchaba la agonía, jadeaba, sus pulmones parecían no retener el aire y a esto se le sumaba la preocupación y el temor de morir en manos de los Dager. De pronto su cuerpo se durmió y ella se desmayó, su respiración era casi imperceptible, parecía estar muerta, pues su cuerpo se sentía congelado. Sin duda alguna, Keelan tomó su frágil cuerpo y lo llevó al jardín. Puso el delicado cuerpo de Gyda sobre una banca preciosa, decorada con flores y le daba el aspecto de ser una banca hecha a partir de un arbusto cortado artísticamente. -¿Gyda, estás bien? Despierta, necesito que me digas que estás bien. - el tono de voz de Keelan era tenue, con evidente preocupación, una preocupación genuina por ella. Las mejillas de Gyda comenzaron a llenarse de color, su cabello rojizo brillo como fuego alrededor de su cara y entonces tomo una profunda bocada de aire, aspiro tanto hasta que sus pulmones estuviesen completamente repletos del delicioso aroma de las flores y al abrir los ojos miro un bello verde en el pasto, un azul nítido en el cielo, cientos de colores en las flores, se levantó admirada por el espectáculo frente a ella, sin percatarse de que Keelan estaba también ahí. -Creo que finalmente he muerto, qué maravilloso es esto, supongo que después de todo si me gane la tierra prometida de las almas. - dijo Gyda, con una voz clara, expresiva y vibrante. Entonces Keelan levantándose de la banca, hizo un ligero ruido que sacó a Gyda de sus pensamientos y al girarse se encontró con sus ojos, por un momento sintió miedo al ver los ojos negros sin fin de Keelan, hasta que otro nuevo sonido llego a sus oídos, un pajarito trinando en lo más alto de un árbol. - ¿Estás bien? Hace un instante te desmayaste. Keelan se encontraba fascinado, era tan bonita, con el cabello vibrando como aura de fuego y sus ojos color miel soltando destellos, era como ver al amanecer, Gyda era como un amanecer. Era como una hija del sol, cuando la vio tocando cada flor no pudo más que sentir culpa al quererla tener encerrada todo el día y por extraño que parezca su voz ahora era tan dulce. Era bastante extraño verla ahí, hasta que sin previo aviso tuvo que romper la burbuja donde estaba ella. -Gyda, tenemos que volver a entrar. Keelan estaba preocupado de que ella no quisiera entrar y que complicara las cosas, como siempre él al ser negativo pensaba lo peor, casi estaba dispuesto a pelear contra ella si no lo obedecía, pero de manera sorprendente Gyda se puso de frente a él, hizo una ligera reverencia y dejando en claro que lo seguiría, se puso a su lado. Al estar de nuevo en su habitación, Gyda con una sonrisa en los ojos, pero labios muy serios dijo: -Majestad, podría retirarse un momento, necesito cambiar mi ropa. De nuevo los dos en la habitación listos para su desayuno, Gyda, algo apenada, dijo: -Muchas gracias. -Los médicos han dicho que necesitas salir y tomar aire fresco para mejorar, encontraré alguna forma en las tus salidas sean seguras para todos -Majestad, le aseguro que no voy a intentar huir, ni lastimar a nadie. - Dijo Gyda, algo ofendida. -No tengo una garantía de que sea cierto. -Es la primera vez en 10 años que veo el cielo o que siento el pasto, no recordaba esas cosas, no atacaría a un príncipe que me dio esta oportunidad. - el tono de voz en Gyda cada vez era más de vergüenza. -Tampoco puedo dejar que huyas. -¿A dónde iría? En Windsor estuve 10 años siendo odia por mi padre y en Cass podría pasar lo mismo, no soy de ningún lugar, ni tengo hogar, le aseguro que no me iré. - dijo con tono suplicante, era claro que ella no quería renunciar a la vida. -Continúa siendo un riesgo que los nobles te vean, comenzarán a hacer preguntas y rumores llegarían a oídos de tu padre. -De cualquier forma, él no vendría. -Es un riesgo que no puedo tomar. -Entiendo. - Gyda agacho la cabeza y su mirada se apagó. -El consuelo es que encontraré la manera de que puedas salir, que, aunque sean por unos minutos los rayos del sol te ayuden a mejorar. Gyda quería gritar de felicidad, se encontraba tan emocionada que no encontraba la manera de expresar lo que sentía y optó por levantarse y abrazar al príncipe. Keelan se quedó sorprendido por tal acto, justo en el momento en que la tomó por los hombros para alejarla de su cuerpo, se encontró con sus ojos, parecían los ojos de una niña cuando le dan dulces. Ambos se separaron y volvieron a sus respectivos asientos, comían con normalidad, con un aire delicado en el ambiente y una charla amena, Keelan se sentía relajado, su mente se encontraba fresca, entonces recordo lo que ayer le dijo Alexey. Miró fijamente a Gyda y comenzó a preguntarse ¿Si ya vi sus ojos dos veces por que no me estoy sofocando? No se sentía excepcionalmente diferente, solo feliz por poder tener una charla sin la palabra querrá de por medio. -Debo retirarme, quizá mañana venga a verte y darte una respuesta para poder salir. Se retiró sin mirar la reverencia de Gyda y sin esperar respuesta sonora de ella. Fue rápido en busca de Alexey, necesitaba contarle y consultarle, podría ser que el exagero las cosas, no era de sorprender que Alexey exagerara algo. -Necesitamos hablar, ahora, en mi oficina. – Dijo Keelan, con voz seria. Alexey estaba concentrado en su entrenamiento de arquería, era un día en que le estaba dando a todos los objetivos, llevaba toda la mañana ahí y no se encontraba para nada cansado. Aun le faltaba una hora para terminar el entrenamiento y llegada la tarde poder ocuparse de los asuntos comerciales del reino, pero nadie se podía negar a hablar con su majestad cuando este se lo ordenaba tan autoritariamente. -Majestad, parece que tuvo una mañana ocupada, solo me cambio y voy a su oficina, por favor no me mate. – Dijo Alexey con un tono burlón mientras lanzaba la última flecha. -¡Ahora! Keelan se dio me día vuelta y comenzó a caminar rumbo al palacio, seguido por Alexey quien no le quedo mas que suspirar y seguirlo a paso firme y veloz. -A veces es un verdadero fastidio ser tu amigo. -Dijo Alexey. -A tu padre no le gustara saber que me hablas así, tal vez deba quitar a tu familia de la cabeza de mis comerciantes. -Parecía una amenaza, pero en realidad era un juego. Y ambos sin mirarse a la cara dibujaron una delicada sonrisa de complicidad, tal cual como lo harían los hermanos. -Bueno, majestad, ya estamos aquí ¿Qué era más importante que mi entrenamiento? -Gyda salió, más bien la he sacado al jardín, casi muere. - respondió Keelan. Alexey se quedo con los ojos redondos como platos, realmente Keelan era o demasiado directo y demasiado desvergonzado para decir las cosas. -Entiendo ¿Qué te hizo cambiar de opinión? Anoche estabas rejego a la idea de dejarla salir. – preguntó Alexey. -Fue extraño, creo que la vi morir, la cargué como si cargara a un muerto, la sentí tan ligera, por instinto la saque al jardín y de manera misteriosas su cara pálida tomó color y su cabello apelmazado se iluminó de un rojo vibrante. -Es normal que en el sol todos los colores vibren más y bueno…- Alexey fue interrumpido por Keelan. -Pero no de esa manera, su cabello se meneaba como fuego bailando entre su cara, sus ojos eran como chispas, la mire a los ojos y ella me miró de manera diferente, nos miramos más de una vez y no logre sentir para nada lo que narraste ayer. -Yo tampoco entiendo que paso ayer, Keelan, pero si entiendo que después de que anoche me sentí morir en su presencia, hoy me levanté con más energía y vitalidad que cualquier otro día. -¿Qué intentas decir, Alexey? -Me lleno de energía, de fuerza, hoy le he dado a cada objetivo en movimiento con las flechas, he despertado antes de que saliera el sol, no me siento cansado, creo que ni siquiera tengo hambre. No sé qué intento decir, pero sí sé que estoy intentando explicarte algo que yo mismo no entiendo. -Lo averiguaremos, le he dicho que la dejaría salir y aunque no encuentro la manera de que se vea sospechoso, la buscare y buscare descifrar lo que te hizo. -Parece que tú también te encuentras entusiasmado con este asunto. - dijo Alexey con tono burlesco. Hoy que miré sus ojos entendí que hay algo grande en todo esto, algo que necesitamos de nuestro lado y al mismo tiempo algo que nos puede destruir. -Tal vez la solución es que tú, Keelan, la acompañes en sus salidas diarias. -¿yo? estás loco, van a comenzar los rumores. -No lo creo nadie la conoce, puede que si a oídos de su padre llega la noticia de una chica con el cabello de fuego está con los Dager si sospeche, pero ¿y si ocupa un disfraz? de esta forma no la reconocería y eres, al parecer, el único que no tiene un efecto negativo. -Sera mejor ponerle guardias… -Podría pasarles lo mismo que a mí, aun con mi excepcional fuerza, casi muero en cuestión de minutos, es demasiado riesgoso. - dijo Alexey intentando alardear sobre él. -Todas las opciones son peligrosas, no conocemos nada de ella y tomar decisiones en blanco es una pésima idea, es algo que necesito pensar. -Solo tienes lo que te queda de día para pensar, no olvidemos que los médicos también consideran conveniente sus salidas constantes, aunque sea al jard… amuralla una parte del jardín, nadie la verá y llévala antes del amanecer, así tampoco la verán los sirvientes, manda la orden ya para que esté terminado mañana y a más tardar pueda estar ahí pasado mañana. -Igual la verían al salir en la tarde. -Pide la muralla donde está el árbol ciclamor, le dará buena sombra para todo el día y tendrá la banca de pasto para descansar, pide que pongan un comedor de jardín y comodidades que pueda necesitar, puede que no la tengas ahí todo el día, claro está, pero podría volver a su habitación en la tarde cuando los sirvientes se encuentran en la hora de su comida. -Lo pensaré, por que esto supone un sacrificio a mi tiempo a mitad de una guerra.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR