Algo nuevo II

1210 Palabras
-Me parece imposible, algo te debió hacer, algún tipo de truco de su reino. -Entiéndeme, Keelan, ella ni siquiera me toco, no se inmuto, cuando vi sus ojos entendí que ella no estaba sintiendo lo mismo, a ella no le faltaba el aire, estaba perfectamente normal. - ¿Qué hiciste o dijiste exactamente en ese momento? - Solo la ayude a secar sus lágrimas y excuse tu salida repentina. - ¿Sabes por qué lloraba? - Parecía tener miedo de que algo malo le pasara. - En definitiva, esconde algo, algo que ella se esconde a sí misma. - Estaba profundamente aterrada de que tu le fueras a hacer algo. - No encuentro una solución al problema, si la dejo salir para que sane podría atacar a todos, sentirse mejor y matarnos como lo ha intentado contigo. -Pero también si consigues que esté de nuestro lado, bueno tal vez sería un arma que ni el mismo rey Tyrone supo ver. - Conseguir que esté de mi lado, eres muy gracioso- Dijo Keelan con una sonrisa amarga. - No es juego, solo debes hacer que confié en ti, en su reino la maltrataron mucho, no creo que te sea difícil. -agrego Alexey con una sonrisa infantil y juguetona. -No seas ridículo, lo que propones es absurdo por dos motivos, el primero es que supones que la trataron mal, pero no sabemos si es una trampa y una perfecta actuación y dos ella apenas y me mira, aunque la trate bien jamás confiaría en mí. -Claro, mi majestad, es que usted es aterrador. - Alexey no pudo contener la risa. - ¡Alexey! Estamos en un asunto serio, ponte a la altura. – dijo Keelan con su típica voz de fastidio. - Bueno, poniéndolo en perspectiva ¿Crees que la desnutrición y la piel grisácea se puedan actuar? Sin mencionar que ha estado siendo bien alimentada, con tres comidas al día y no ha subido ni un solo gramo, muchas mujeres envidiarian ese metabolismo, pero en definitiva no creo que se pueda actuar. - Podría estar tirando la comida. - Mi buen príncipe, es usted siempre tan pesimista, pero recuerde que las ventanas están selladas, de ahí no puede salir nada y el mayordomo encargado de su habitación no ha mencionado nada de que tire la comida o de migas escondidas. - ¿Podrías retirarte y dejarme pensar un poco? -Que forma tan amable de correr a la gente, casi no me sentí ofendido. Alexey se disponía a dar media vuelta y salir, siempre tan lleno de vida y feliz, era como si hace un instante no hubiera estado al filo de la muerte, era la epítome de la felicidad. -Antes de que te retires, tienes prohibido visitar a Gyda, al menos hasta que encuentre qué demonios pasa y esto es una orden. - Si, mi muy estimado príncipe. De este modo quedando solo Keelan y Alexey caminando rumbo a su casa, la cual era la más cercana al palacio por orden del rey. A raíz de todo lo que había pasado en cuestión de unas pocas horas, Keelan se sentía sofocado, mareado y con las ideas a mol por hora, no sabia que pensar, necesitaba experimentar lo mismo que Alexey para saber a qué se refería y de esta forma poder proceder, aunque tampoco sabia proceder a qué, ya que era una decisión muy de suerte. Tomó camino rumbo a la habitación de Gyda, iba a hacer exactamente lo mismo que Alexey hace un instante. -Gyda, espero no importunarte, pero…- Se quedó viendo sus hermosos ojos miel. Gyda al sentirse un poco incómoda desvió la mirada y dijo, con un tono ofendido: -Si, majestad, dígame. – Acto seguido Gyda hizo una leve reverencia en señal de respeto. - ¿Por qué has llorado? - No he llorado. – Dijo mientras su cara se llenaba de un color rojo intenso. - Tus ojos te delatan, respeto que no me lo quieras decir, he venido a disculparme por irme sin previo aviso, mi plática con los médicos se alargó más de lo normal y tenía un compromiso ya atrasado. – Keelan tomó la barbilla de Gyda, para que de esta forma se vieran a los ojos. - No se disculpe conmigo, majestad, no he llorado. – Dijo mientras apartaba la mirada y retrocedía para liberarse de la mano de Keelan. - Me despido formalmente, hasta mañana. De esta forma Keelan se retiró y la noche procedió un tanto rara para todos. Por un lado, Alexey quería ver a Gyda y comprobar lo que había sentido, pues extrañamente después de la mala experiencia le quedó un buen sabor, se sentía con más energía, con más vida, sus dolores incluso habían desaparecido casi por arte de magia, por otro lado, estaba Gyda que no sabía que era lo que acaba de suceder, sintió una extraña chispa en su corazón, un calor en su ser, era una emoción nueva ¿Qué la hacía sentir Alexey? Y finalmente estaba Keelan, muy consternado por no haber sentido nada, ni la calma ni el sofoco, pero si vio una profunda tristeza y miedo en esos ojos color miel en los que no podía dejar de pensar, se sentía cansado, no solo físicamente si no también mentalmente. Keelan pasó la noche en vela pensando qué haría, la primera opción era clara, dejar que Gyda saliera solo de noche con guardias reales y de esta forma nadie la vería, pero no tenía lógica ya que ella necesitaba los rayos del sol y otra opción era dejarla salir durante el día, aunque esto disponía dos riesgos potenciales, los nobles y el pueblo comenzaría a hacer preguntas que no tenían respuesta y al mismo tiempo los guardias estaban en riesgo, si lo que decía Alexey era cierto Gyda sin dificultad podría noquearlos y huir al pueblo. Ya había reportes de una extraña sensación dentro del palacio, algunas mucamas enfermas, nada grave, pero era de estudiarse con cautela. También debía pensar en los próximos pasos para la guerra, todo estaba en bastante calma, era sospechoso y no podía bajar la guardia hasta que se firmara el acuerdo de paz que tanto era anhelado. Por el momento lo único claro es que el reino de Windsor y el reino de Cass estaban planeando algo grande y complejo, se rumoreaba que podría ser un acuerdo para derribar al reino de Dager, Keelan tenía que pensar en todas las posibilidades y sobre todo en las más trágicas, su reino no podría vencer dos reinos al mismo tiempo, no podría con una alianza y tampoco era opción rendirse, Dager era el reino más orgulloso de todos. Estaban en construcción murallas, para prevenir ataques por múltiples lugares, también se estaba desarrollando un plan de contingencia para prevenir la mayor muerte de civiles. Keelan era el príncipe más preocupado por preservar la vida, aunque en los reinos enemigos tenía fama de sanguinario y cruel. Cuando menos se percató de lo sucedido, llegó la madrugada y para todos había sido una noche de mínimo descanso, solo Alexey se sentía lleno de vitalidad, como si hubiera descansado por días, se levantó antes de los primeros rayos del sol, disfruto de la luz recorrer y calentar su cara al mirar por la ventana.
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