Algo Nuevo.

1066 Palabras
Los días comenzaron a pasar con normalidad, siempre era la misma rutina, Keelan visitaba Gyda durante el desayuno y cada dia pasaba mas tiempo con ella, los desayunos se volvieron largos y el humor del príncipe comenzó a mejorar, aunque el cuerpo de Gyda parecía no ir mejorando bastante, aun era extremadamente delgada y aunque su apetito ya se había normalizado, nada en su peso parecía mejorar. - ¿Comes bien el resto del dia? - Pregunto Keelam intrigado. -Claro, el mayordomo siempre viene a preguntarme que quiero comer y al poco rato lo trae. -Ya veo, ¿Te parece bien si viene un medico para que te cheque? Ya llevas varias semanas aquí y creo que el medico debe revisar tu estado médico. -Si, no tengo problema, aunque me siento de maravilla. Keelan no tardo en salir con el mayordomo a pedirle ir por un medico de confianza al pueblo, al medico que originalmente la había atendido pues él no había hablado respecto a que tenían a una doncella escondida en el castillo. A las pocas horas los dos médicos que la habían atendido fueron a revisarla y el diagnostico no fue verdaderamente prometedor. -Majestad, la doncella se encuentra bien, debe seguir alimentándose, ¿podemos hablar de otro tema con usted a solas? – dijo uno de los médicos mientras estaba de frente a Gyda. Los dos doctores y Keelan salieron de la habitación, se metieron en la oficina de Keelan. -La realidad es que la chica no ha mejorado, al contrario, descubrimos que tiene un cuadro severo de anemia, su masa muscular disminuyo y a este paso acelerado morira en unos pocos días aquí la pregunta es ¿Usted la esta dejando morir de hambre? - ¡NO! Por supuesto que no, yo le he pedido al mayordomo que todos los días le lleve comida, lo que ella pida en la cantidad que ella lo desea, yo mismo he desayunado con ella todos los días y la he visto comer montañas de comida. Ella misma me ha afirmado que el mayordomo le trae comida siempre, sin falta. -En ese caso, le daremos una dieta especial contra la anemia, pero… - ¿Pero? - Creemos que también debe salir a tomar el sol, es una ayuda contra la anemia. - vera, majestad, la niña lleva años sin sol, su cuerpo tiene esos estragos, necesitamos sol para la producción de vitaminas- dijo el médico brujo. -Pero no puedo dejar que la vean. -No importa cuan bien se alimente, si la doncella no toma el sol algunos días de la semana y sus pulmones se llenan de aire puro, ella no curara. Ese es otro tema, su respiración es irregular, tiene bastante dificultad y eso se debe a la humedad, el moho y el polvo de la cárcel y de la habitación donde esta en este momento. -No entienden, no le puedo permitir salir- dijo Keelan, ya con un tono enojado. -Majestad, si la niña no sale y mejora, veo su muerte muy cercana y es una desición que dejamos en sus manos.- dijo uno de los médicos. Tanto los médicos como Keelan se retiraron sin avisarle a Gyda, la dejaron sola en la habitación, temerosa y formándose mil ideas en la cabeza. -¿será algo malo? ¿ya se dieron cuenta del tipo de monstruo que puedo ser? no no no, respira Gyda- se dijo Gyda, mientras la habitación estaba en silenció, su cara demostraba el pánico que sentía, las lágrimas le brotaban a mares y se sentó en una esquina de la habitación, esperando a que de calmara su ansiedad. -¿Estas bien?- Le dijo Alexey -si, si, eso creo.- dijo ella, parándose del suelo. -mira nada más, como es que unos bonitos ojos miel pueden contener tanto mar- dijo él, con un tono serenó mientras le limpiaba el rostro con un pañuelo. Sus ojos se encontraron por un instante y el efecto fue inmediato pues Gyda se lleno de alivió, olvidó cada duda que tenía, era reconfortante, sentía una calidez en el interior de su corazón y una sensación extraña en su estomago. De pronto cada esquina obscura y cada color enegrecido por el polvo, se sentía lleno de vida. Hasta que él le dio el pañuelo y se aparto un poco de él. -Keelan me ha pedido que te avise que se tuvo que retirar a resolver otros asuntos, no más importantes que tu salud, pero entenderas que estamos en una guerra... curiosamente contra tu reino-Dijo Alexey, con una, bella sonrisa en el rostro y a modo de bromita. -La vida es irónica- respondió Gyda, de igual forma con una risita entre los labios. Era curioso como dos extraños podían hacer ese tipo de bromas en medio de una guerra, pero al parecer se entendían y eso quitaba cada tención que podía existir, Gyda se sentía feliz y completa. -Debo retirarme, la dejo en sus aposentos- dijo Alexey, hizo una reverencia, con una sonrisa y se retiro. -¿Pero qué demonios? no he podido respirar, por un instante el aire de esa habitación desapareció- dijo Alexey. Corriendo entro en la oficina de Keelan. -No se entra así...- Keelan no pudo terminar de formular la oración, cuando Alexey lo interrumpió. -Casi muero o casi me matan- Dijo Alexey. Jadeaba, intentaba hacer que sus pulmones se llenara de aire, se desplomó de rodillas y le salieron unas cuantas gotas de sangre. -¿Quién intento matarte- Alexey estaba furioso. -No se que ha pasado, bo se que ha hecho Gyda. -¿Gyda?- Keelan de dio media vuelta, iba de salida, furioso, en dirección a la habitación de ella. -Espera, necesito primero que me escuches. -¡Entonces habla rápido! Y entre jadeos Alexey describió lo que sintió, como el aire del lugar se consumía, pero no solo eso, si no también como escucho su propio corazón latir, como el palpitar le quemaba los oídos y en la cabeza sentía vértigo. -¿Hablas enserio? ¿no te ha puesto nada? ¿no comiste algo que ella te diera? tal vez intento envenenarte o puso alguna trampa. -No, ella apenas y se movio de su lugar, pero fue de lo mas extraño, cuando llegue ella estaba llorando, luego cuando vi sus ojos me llene de una alegría que no puedo describir y después era como si cada órgano interno en mi explotara.
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