Duncan recostó levemente su pecho sobre la espalda de Megan, su asistente, agitado, después de haber tenido un feroz encuentro s€xual con ella en su oficina. Desenredó de una de sus manos la cabellera que había tenido agarrada con fuerza, para apoyar sus palmas de la superficie del escritorio de donde tenía a su asistente aprisionada. Luego de unos segundos, cuando recobró un poco el aliento, se irguió y acomodó su virilidad dentro de su pantalón, a la vez que ella también recuperaba su compostura y ordenaba su cabello junto a su atuendo. —Vete a tu puesto, Megan. —Ordenó con prepotencia. —Quiero lo antes posible todo en orden para la reunión con Moncada mañana temprano. —¿Yo estaré presente? —Preguntó con voz sensual. —No, ya sabes que no quiero a ninguna mujer estorbando de ahora e

