7. Un beso

1981 Palabras
Evan ¿Y ahora que paso? ¿Por qué me vio como si quisiera matarme?. —¿Y ahora qué le has hecho, Evan? —preguntó mi amigo. —Yo nada ¿Qué te pasa? ¿Qué puedo hacer yo? —cuestione. —La tratas muy mal en ocasiones —reclama Logan. —Mira Logan, como yo trate a mis empleados no debe de importarte, solo es una simple asistente, debe tener sus problemas y por eso anda así —le dije. —Una simple asistente que te trae babeando, a mi no me lo puede negar Evan, desde que esa mujer llegó a esta empresa te comportas diferente, piensa lo que haces, tú mismo has dicho que no te involucras con tus empleadas... —Y ella no será la primera Logan, no lo haré, ella no me trae babeando ni nada, tu ves cosas donde no las hay —digo tratando de convencerlo pero a quien debo convencer es a mi. —Bueno te veo el fin de semana —se puso de pie. —¿No vendrás mañana?. —No, estaré con mi padre en el bufete todo el día —respondió y se despidió. Tome el informe que Alena me dio y lo guarde, no quiero ver más documentos por hoy, necesito ir a casa y descansar, olvidarme de esa bruja, que lejos de molestarme su actitud me encantó, se veía toda sexy así molesta ¿Por qué estaría molesta?. Salí directo a casa, no quería trabajar más por hoy y si pudiera dejar de pensar en Alena sería mejor. Alena Llegué a casa y me sentía un poco más relajada pero eso duró poco pues mi abuela esperaba por mi en la sala. —¿Cuándo será el día en que me traigas una buena noticia Alena? —cuestiona —Estoy cansada de esperar a que avances, eres una inútil como tu madre. —De mi madre no hables mal abuela, puedes decirme lo que quieras a mi pero no permitiré que hables así de mi mamá —dije molesta. —Tú madre por lo menos supo seducir a mi hijo pero tu... solo tienes un cuerpo bonito que ni siquiera sabes cómo sacar provecho —dijo viéndome de pies a cabeza. —¡Ja! ¿Cómo se supone que lo aprovecharía? Quieres que venda mi cuerpo ¿eso quieres abuela? ¿Quieres que sea una prostituta? ¿Estarías orgullosa de mí si hiciera eso? —Por lo menos así tendríamos mucho dinero —respondió, mis ojos se llenaron de lágrimas ante su respuesta. —Todo tiene que ser el maldito dinero, sabes abuela, no te voy a soportar toda mi vida, estoy harta de que quieras usarme solo para obtener dinero, no soy un objeto, soy tu nieta. Tu nunca me has querido y si un día llego a irme de tu lado créeme que no te extrañare —pase por su lado y corrí hasta mi habitación para encerrarme. —¡Alena! —ella tocaba mi puerta furiosa —¡Abre la maldita puerta! Tu no te irás de aquí, me debes mucho, yo te he criado. —Pues yo no te pedí lo que hicieras, vete no quiero hablar contigo —dije, apoye mi espalda en la puerta y me deslice hasta quedar sentada en el piso, abracé mis piernas contra mi pecho y escondí mi rostro dejando salir algunas lágrimas. —Espero que hagas lo que te pedí, deja de caprichos, el sentimentalismo no te servirá de nada, mucho menos para vivir, el dinero mueve el mundo Alena —dijo y la escuche alejarse. Las lágrimas caían por mis mejillas siempre me pregunto: ¿Cómo sería mi vida si mi madre no hubiera muerto? ¿Qué sería de mi si mi abuela no hubiera decidido hacerse cargo de mi?. Yo no le debo nada, yo no le pedí que me criara, no le pedí nada. Escucho que mi móvil suena, lo busco dentro de mi bolso, me pongo de pie y voy hacia la cama. —Bellezza ¿como estas? —era Gino. —Hasta que apareces —dije. —Lo siento, he estado muy ocupado en el trabajo —se excuso. —No me digas, tan ocupado como para no mandarte ni siquiera un mensaje Gino —le reclamé. —¿Has estado llorando?. —No me evadas el tema Gino, no se que es lo que pasa contigo ¿Por qué demonios ya no llamas?. —A ver Alena, cálmate si, si yo no te busco es por que tu siempre me pones excusas, que estas cansada por tu trabajo y cosas así, quien te entiende. —¿Ahora yo soy la culpable? Te desapareces por semana Gino ¡Semanas! –dije furiosa. —Hablamos luego, no se que rayos te pasa pero no es para que te desquites conmigo. —¡No te atrevas a cortar la llamada Gino! ¡Gino! imbécil —me corto, el muy idiota me corto, lancé mi teléfono furiosa, me importa poco si se daña. Me quedo así acostada en mi cama, solo me quité los zapatos, ni siquiera me cambié de ropa, al poco tiempo me quedé dormida. Al día siguiente me preparo para ir al trabajo, espero no ver a mi abuela. Salí de la habitación y ella estaba en la cocina pase directo hacia la puerta sin ni siquiera verla, escuche que me llamó pero no le hice caso, mi estómago dolía, anoche no cene y ahora voy sin desayunar, pase comprando algo para desayunar, no vi la hora y note que ya era tarde, sería la primera vez que llego tarde pero no creo que Evan lo note, aunque tratándose de mí, puede que sí lo haga pues soy la única persona con la que parece ser más exigente. Cuando llegué al trabajo él ya estaba en su oficina así que me apresure a preparar su café y lo lleve a su oficina. —Aquí está su café señor —le dije y lo puse sobre su escritorio, él estaba ocupado revisando algunos documentos. —Gracias –estaba a punto de retirarme cuando su voz me detuvo —Llegó tarde hoy señorita Colombo —reprocho. —Si y me disculpo por eso, tuve un pequeño inconveniente pero no volverá a pasar –me disculpe, su mirada se encontró con la mía y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. —¿Estuvo llorando? ¿Está todo bien? —pregunta veo un rastro de preocupación en su mirada pero luego desaparece. Mis ojos quedaron hinchados un poco pues hoy en la ducha aproveche a llorar, mi maquillaje no pudo ocultar eso. —Si me disculpa creo que eso no es de su incumbencia —dije en tono seco, vi sus ojos llenos de furia. —Puede llevarse estos documentos y ordenarlos —me acerque a tomar los documentos, pero sin darme cuenta tire la taza de café la cual cayó sobre él, se puso de pie rápidamente, coloque los documentos donde no estuviera mojado del líquido. No puede ser esto no me puede estar pasando. Rápidamente busqué algo con que secarlo, su pantalón estaba mojado del lado de su pierna izquierda. —Cuanto lo siento —me disculpo. —¿Qué le sucede? Se que no debí meterme en su vida pero no era para que me tirara el cafeé, deje eso yo lo hago —me quito el pañuelo de mis manos y se limpio el solo. —¿Cree que lo hice a propósito? —¿Y no fue así? Desde ayer la vi molesta, ¡Maldición! Eso estaba muy caliente —se queja. —Es así como le gusta ¿no?. —Sal de aquí Alena —ordenó. —Con gusto, espero que el café le haya gustado, lo hice con mucho cariño —dije con sarcasmo y salí de ahí rápidamente, mi día no podía haber empezado mejor. Pero se lo merecía, el imbécil dijo que lo hice intencional, si hubiera sido intencional lo hubiera derramado antes de ponerlo en el escritorio y hubiera mojado todo su torso, no su pierna. Después de eso me concentré en el trabajo, recibí un mensaje de Gino diciendo que me quiere ver mañana, no respondí, lo ignoré, es lo menos que merece por haberme cortado la llamada anoche. —Alena —me llama Paulina —Aquí está el presupuesto del área de producción, el que él señor Evan pidió en la reunión. —Claro, se lo entregaré no te preocupes —tome la carpeta y la deje en mi escritura. —¿Cómo va el trabajo? —me pregunta. —Pues el trabajo está bien —respondí. —¿Sigue igual el señor Di Angelis? —pregunta. —Peor aún, no sé cómo pudiste ser su asistente y soportarlo. Sinceramente, Evan es un imbécil. No sé qué rayos le pasa, pero hay días que viene con cara de estreñido y… —¡Alena! —Cerré mis ojos con fuerza ¡Dios que él no me haya escuchado! —A mi oficina —ordenó. —¿Crees que me escucho? —pregunté en un susurro a Paulina. —Espero que no, debes tener cuidado con lo que dices Alena, debo irme, suerte con tu querido jefe —dijo y la fulmino con la mirada. Creo que hoy seré despedida.. Entré a la oficina demostrando seguridad, él estaba de pie frente a su escritorio, en mis manos llevaba la carpeta que Paulina me había entregado. —Me parece que le gusta mucho hablar de mí —comentó él. —La verdad no, como ve no tengo cosas buenas que decir de usted —estaba cavando mi propia tumba, debo pensar antes de hablar. Él tomó la carpeta de mis manos con rapidez y se acercó hacia mí, me miraba como un depredador. Di un paso hacia atrás pero él siguió caminando hacia mí, así como esos leones que van despacio calculando cada uno de sus movimientos para cazar a su presa. No retrocedí más, él quedó tan cerca de mí que su perfume varonil invadió mis fosas nasales, nublando mi mente. Sus ojos me observaron con detenimiento, quizás esperando cualquier reacción mía, mis emociones sabía cómo ocultarlas, pero Evan amenazaba con sacarlas a flote, por dentro estaba nerviosa y una parte de mí anhelaba este acercamiento ni siquiera yo sabía por qué. ¿Qué es lo que en realidad siento? Mi corazón empezó a latir con mucha rapidez, sentía que podía escuchar mis latidos ¿Podría mi corazón salir de mi pecho? Yo sentía que sí. Él me tomó por la cintura y pegó mi cuerpo al suyo, yo no podía despegar mi vista de sus ojos, en ellos veía algo que no había visto en otros ojos, ellos me invitaban a enseñarme algo completamente diferente, y yo quería saber que era. —Necesito comprobar algo —susurro inclinando su rostro, su aliento rozó mis mejillas, cerré mis ojos, una de sus manos acarició mi mejilla, delicado como si de un cristal se tratase, su pulgar acarició mis labios y entonces lo siguiente que sentí fueron sus labios sobre los míos, un beso hambriento y necesitado, mis labios se movían contra los suyos en perfecta sincronía. Mis manos se enredaron en su cuello y lo atraje más a mi, esto no estaba bien pero no quería pensar, dentro de mi sentía como si hubiera una explosión de fuegos artificiales algo más estaba despertando en mí, algo que no había sentido antes... Su beso me robaba el aliento, pero no quería separarme, mis labios luchan con los suyos por tener el control, su lengua invadió mi boca, llenándome de placer, un suave gemido se escapó de mis labios y él presionó más mi cintura. Miles de emociones podía sentir, pero en mi mente solo sabía que debía tener algo claro, no puedo enamorarme de él…
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