8. No es el momento

1976 Palabras
Evan No pude soportarlo más, necesitaba acercarme más a ella, necesitaba sentir su piel, sus labios. Esto no estaba siendo como lo había soñado, estaba siendo mucho mejor, podía ir al infierno por un beso de ella y no me importaría, sus labios si eran dulces, tan dulces como la miel, temía qué esto fuera otro de mis sueños pero no lo era, por fin estaba probando un poco de ella y quería probar mucho más, la quería, la deseaba, esta bruja me volverá loco. Sus delicados dedos se enredan en mi cabello, su suave gemido fue como música para mis oídos, una que nunca había escuchado y solo yo quería ser quien la escuchara, debía parar el beso pero sus labios estaban siendo tan adictivos, sus labios luchan con los míos por tener el control, pero soy quien quiere dominar, quiero probar cada parte de ella, quiero que sea mía, lo sueño. ¿Qué tiene esta mujer que me hace pensar esas cosas? ¿Qué me estás haciendo bruja?. —Alena —digo en medio del beso, mi respiración entrecortada, necesito aire pero no quiero soltarla. —Evan... —dice en un suave susurro, es la primera vez que me llama por mi nombre y se sintió tan bien, mi corazón late frenéticamente ¿Quién es ella? ¿Por qué me hace sentir así? Cada parte se descontrola al tenerla cerca. —Te deseo Alena —dije en un jadeo, deja de besar sus labios y baje hasta su cuello dejando besos húmedos, su aroma me estaba volviendo loco, mis manos dejaron su cintura y desencendieron hasta su trasero ¡Joder! Que bien se siente. Sus gemidos se escuchaban por toda mi oficina, solo esperaba que nadie se acercara en estos momentos a mi oficina. —Evan ¡Basta! —me pidió, pero yo estaba tan ocupado probando cada parte de su piel, mis manos acariciaban su trasero y sus muslos ¡Dios! podría denunciarme por esto pero no me importaba. De repente ella me alejó, Alena siempre había tenido una mirada llena de seguridad, desafiante y fría a la vez, pero lo que veía en su mirada justo ahora era confusión, miedo y algo más que no podría descifrar. —Alena... yo... —Será mejor que me vaya, yo... con permiso —dijo y salió apresurada, pensé que lo mejor sería dejarla ir. Mi corazón aun latía desenfrenado y mi m*****o se encontraba duro dentro de mis pantalones, ¿como la seguiré así?. Mañana hablaré con ella, ese beso me dejó sobre una nube, una estúpida sonrisa se dibujó en mis labios. —No se que me has hecho Alena, pero necesito comprobar que solo siento deseo por ti —dije, eso era lo que quería creer que solo la deseo y nada más. En mi vida solo había tenido cortas relaciones, si es que pudiera llamarse así, mi padre y mi tío dicen que cuando un Di Angelis se enamora lo hace para siempre, ellos han sido el claro ejemplo de eso, mi padre vivió años enamorado de mi madre y aun sin saber si ella volvería o no, el se esforzó por ser una mejor persona solo por ella, y con mi tío fue lo mismo, vivió años enamorado de mi tía Gianna hasta que ella volvió y ese amor nunca desapareció. Pero yo aun no he sentido ese amor y bueno... mientras llega puedo conocer algunas mujeres, no se como será enamorarse, pero lo descubriré cuando la indicada llegue... Alena Mi corazón latía demasiado rápido ¿Acaso me estaba dando un paro cardíaco y no lo sabía?. Salí de la oficina de Evan demasiado rápido, afortunadamente logré reaccionar a tiempo, estar entre los brazos de Evan se sentía también, mi cuerpo encajaba perfectamente entre sus brazos, no quería comparar pero con Gino nunca he sentido algo parecido, una revolución se armó dentro de mi con ese beso, juro que si me quito mis bragas en este momento estas están mojadas. Un poco más, solo un poco más de tiempo y hubiera dejado que Evan hiciera conmigo lo que él quisiese, pero el miedo me invadió, no he estado con ningún hombre y no quiero que mi primera vez sea sobre un escritorio o un sofá. «Si claro, con solo de pensar en que pueda ser con Evan no te importaría si te lo hace en el piso» dijo esa voz molesta en mi cabeza de nuevo. Todo el camino a casa solo podía repetir que con Evan no, Evan no puede gustarme, el no... Agradecía que mañana es sábado y no tendré que ir a la oficina, tendré el fin de semana para sacar ese beso de mi mente, si claro que podré hacerlo. Llegue a casa y subí hasta mi habitación, no quiero toparme con mi abuela, pase comprando algo de comer así no bajar a cenar. .... La mañana llego y yo no pude dormir, el señor perfecto-imbécil se coló en mis sueños y vaya sueños, creo que olvidarme de ese beso será muy difícil, me levanté temprano ya que no podía dormir, pero no salí de mi habitación, me quedé encerrada, al menos ese era mi plan hasta que me llego un mensaje de Gino. Gino Ciao bellezza ¿Podemos vernos en mi departamento? Alena Ciao Gino, claro llegaré por la tarde, tú y yo debemos hablar seriamente. Después de responder su mensaje deje mi móvil en mi cama y fui a tomar un baño, bajo el agua de la ducha la imagen de Evan vino a mi mente, ese magnífico beso, sus manos en mi cintura, en mi trasero, sus besos en mi cuello, me sentí como gelatina. Necesito dejar de pensar en él, sé supone que entre a esa empresa para enamorarlo yo, no él a mi. Me estoy perdiendo y eso no debe pasar. Me puse un vestido fresco y unas zapatillas cómodas, me gustaba vestir sencilla, a mi abuela no le gustaban mis combinaciones pero soy yo quien las usa. Tomé mi pequeño bolso y salí de la habitación rumbo al departamento de Gino. —¿A dónde vas Alena? ¿Crees que puedes evadirme siempre que quieras? ¡Vives en mi casa, que no se te olvide eso! —gritó. —A tu edad no deberías hacer corajes, puede ser peligroso abuela —ella me observó con furia. —¿Dónde quedó tu educación Alena? —Dime abuela ¿De qué te sirve aparentar ser una señora educada y de sociedad cuando eres un asco de persona? —ella levantó su mano lista para golpearme, no demostré miedo y me paré con firmeza lista para recibir su golpe. —No vuelvas a hablarme así, me debes respeto te guste o no, soy tu abuela y la persona que eres ahora es gracias a mi. —No te debo nada abuela, adiós —la dejé y salí rápidamente, me estaba cansando de su actitud, no me siento bien al hablarle así, es mi abuela me guste o no. No entiendo como mi madre pudo caer en los brazos de ese hombre. ... Baje del taxi y fui al departamento de Gino, no era un lugar muy grande por eso no quiere que viva con él, además de que mi abuela vendría a buscarme si sabe de Gino imagino que sabe donde él vive también. —Hola bellezza —saluda Gino con una con una sonrisa al abrir la puerta. —Hola Gino —saludé él me tomó por la cintura y dejó un pequeño beso en mis labios. Entré a su departamento y él me guió hasta el sofá, me senté junto a él. —Dime ¿Qué es eso de lo que quieres hablar? —pregunta. —¿Por qué te desapareces por semanas? —le pregunto. —Alena, ya te explique porque creí que eso había quedado claro —dijo, pasó las manos por su cabello. —Eso no pasaba antes —dije. —Creo que tu estabas mejor trabajando como dama de compañía —dijo él dejándome sorprendida —Desde que entraste a esa empresa te comportas diferente. —Sigo siendo la misma Gino —aseguré. —No quiero discutir Alena, te he extrañado mucho —rodeo mi cuerpo con su brazos y me acerco más a él, besó mis labios y como en las últimas veces sus besos eran fríos, pero correspondí a su beso queriendo sacar de mi mente el beso de Evan, las manos de Gino fueron hasta mis muslos, se colaron bajo mi vestido, quería dejarme llevar y olvidar el toque de Evan en mi cuerpo, pero no me sentía cómoda, Gino me recostó sobre el sofá, el se coloco sobre mi, dejo besos sobre mi cuello, sus manos fueron hasta mi intimidad, entonces no lo soporté más y lo aparte de mi. Lo escuché soltar un suspiro, con una de sus manos cubrió su rostro y me sentí mal por él. —Gino yo... —No digas nada Alena, tal parece que nunca estarás lista para mi —dijo sin dejar de cubrir su rostro. —No es el momento Gino... —Para ti nunca lo es —dijo con molestia, estaba apunto de decir algo más pero el sonido de mi móvil me interrumpió y vi esto como una salvación. —Alena, mi querida y hermosa Alena —escuché la voz de Lory. —¿Qué necesitas? —pregunté. —Solo llamo para saludarte y... bueno quiero que cubras a una de mis chicas esta noche, eres mi salvación Alena ¿Puedes? —preguntó. —Lory... —Te pagaré el doble, es fin de semana y tendré muchos clientes ¡por favor! –pidió. —Está bien, llegaré en unos minutos —respondí y corté la llamada. —¿Te vas? —preguntó él. —Si, Lory necesita que la ayude —él sonrió con amargura. —Después dices que soy yo el que no quieres verte —menciona. —Necesito el dinero Gino, sabes que quiero irme contigo y al parecer soy solo yo la que tiene interés en eso —dije furiosa. —Vete —me pidió. —Me voy, hablaremos luego, si es que así lo deseas —caminé hacia la puerta y antes de salir me giré para verlo —La próxima vez que me busques procura no llevar marcas Gino, ahora entiendo tus desapariciones –salí rápidamente y escuche como gritaba mi nombre. ¿Creyó que no vería esa marca en su cuello? La vi después que lo aparte de mi, pero lo entendía, yo siempre lo rechazaba era obvio que buscaría alguien que le diera lo que yo no ¿Verdad?. ... Llegué al club de Lory, a ella la conocí por mi abuela, siempre dijo no estar de acuerdo con mi abuela y me ofreció trabajo, solo que no es lo que yo buscaba, ella ocupa bailarinas y muchas veces me ofreció un puesto pero jamás acepte, en cambio si cubría a algunas de las meseras, aunque no me gustará la vestimenta ella pagaba muy bien. —Gracias Alena, te debo una... —Me debes muchas Lory —le dije, me observó en el espejo, una falda ajustada negra, unas medias negras y una camisa blanca ajustada, mi cabello sujeto en una coleta. Solo serán un par de horas –me dije. Comencé a tomar órdenes de algunos clientes, las chicas bailaban en el escenario, hay muchos clientes el día de hoy. —Buenas noches ¿Qué les puedo servir? —pregunté a los hombres en la mesa, mi vista estaba en mi libreta donde llevaba algunos apuntes. —Alena... —Esa voz, no, no, esto no podía estarme pasando. Levante mi vista y si ahí estaba el observandome con sorpresa. Así que este era el club al que vendría mi querido jefe. ¡Vaya suerte la mía!
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