Gina no cabía en sí de la emoción. Apenas colgó la llamada con April, su primera reacción fue levantar el teléfono y marcarle a su mejor amiga, Mariana, la directora de la guardería. Mariana, siempre amable y solidaria, no solo la escuchó conmovida por la situación de Ben y la pequeña Emma, sino que, tras unos minutos, le confirmó con entusiasmo que tenía justo un lugar disponible para la niña. Era uno de los espacios más buscados, una sala con atención personalizada para bebés de hasta un año, con personal altamente calificado y un ambiente acogedor y estimulante. Emma podía comenzar el lunes.
Gina soltó un suspiro de alivio, uno profundo, de esos que parecen liberar semanas de tensión contenida. Mariana le envió por correo electrónico todos los formularios necesarios: ficha de inscripci
