Capitulo 2

4185 Palabras
—El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza. Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré— Jamás imaginé pasar por esto tan pronto, el funeral de papá nos dejó devastadas, el sacerdote reza el mismo salmo que aquella vez, los recuerdos me hacen temblar, a diferencia de aquel día soleado con bastante calor, hoy está nublado, ventoso, con relámpagos y algo de frio, o será que estoy más susceptible al clima, no he dormido en dos días, me siento cansada; mis ojos están un tanto hinchados de tanto llorar, aunque ya no puedo sacar más lágrimas, lloré lo que no había llorado en años, grandes sombras negras se transforman en ojeras, aunque lo que menos me importa ahora es mi aspecto. El sacerdote finaliza, la gente comienza a retirarse, yo me quedo ahí parada al pie de la tuba viendo como el ataúd espera el ser enterrado —Annie, nena es hora de irnos, lloverá— Marcus me toma desde atrás por los hombros, con su declaración me hizo sentir algo incómoda, no me veo amándolo, lo veo como un fiel compañero y nada más —Me quedaré un poco más, Marcus— —Te acompañaré— —Por favor, necesito estar sola, prometo llamarte cuando llegue a casa— Escucho el sonido de una pesada respiración, está molesto, me giro en mis talones para encararlo, pasa una mano por su rostro, me mira con genuina preocupación y me hace sentir aún peor por rechazarlo —Está bien Annie, solo, avísame— Logro asentir con la cabeza, se acerca y besa mi frente yéndose, al notar que estoy completamente sola me doy mi tiempo para dedicar mis últimas palabras —Mamá, fuiste muy valiente, al fin te liberaste de esto, ahora quisiera saber cómo vivir con el vacío, Ya perdimos a papá, ahora te vas tú y yo estoy sola— Por alguna estúpida razón sonrío tristemente, quizás sea el efecto de estar en shock, la expectativa al saber que llegaré a casa y no habrá nadie ahí, el saber que nunca más la veré de nuevo, el saber que no tengo ningún familiar cercano, la lluvia comienza a caer con fuerza, no traje ningún bendito paraguas, mi vestido queda empapado y mechones de cabello se adhieren a mi rostro —La parte buena de llorar bajo la lluvia es que las lágrimas se confunden con el agua— Suelto mientras me acerco acariciando la lápida, debo irme, el clima está fatal —Mamá, te prometo que estaré bien, solo, dame un poco de tiempo— Suspiro, acomodo mi cabello, y trato de acomodar un poco mi empapado vestido que se pega a mis piernas por el agua, comienzo a caminar, las calles están desoladas, solo a una loca como a mí se le ocurre caminar en medio de una tormenta, me abrazo a mí misma dándome un poco de aliento para continuar, solo unas cuadras más y estaré sola en un cajón vacío al que llamaré casa. —Annie, tienes que ser fuerte, llegarás a casa y estarás sola— Rezo ese mantra en voz alta para mí, de pronto siento una mano sobre mi hombro que tira de mi deteniéndome en seco —¡Vaya! ¿pero que tenemos aquí? Una bella señorita— Me aterrorizo al ver al enorme tipo ebrio frente a mí, la calle esta obscura, está lloviendo a cántaros y no hay nadie cerca, debí haberme ido con Marcus, ¡Maldita sea! Tengo miedo —Por favor déjeme tranquila— Mi voz tiembla al articular esas palabras, el escenario se pone escalofriante cuanto los truenos resuenan en el cielo, el tipo ríe a carcajadas y veo que a su lado se viene acercando otro tipo ebrio y aún más intimidante que este —Oíste Simón, quiere que la deje, ya veremos eso chiquilla— Trato de correr, pero el tipo logra tomarme con fuerza por los brazos y el otro se acerca queriendo agarrar mis tobillos mientras yo lanzo patadas forcejeando, no, no quiero esto para mi —Tranquila esto te va a gustar más de lo que crees— Suelta el segundo tipo aun tratando de agarrar mi tobillo libre, pero aprovecho la oportunidad y logro darle a su compañero una buena patada en las bolas y me suelta los brazos, trato de zafarme del otro tipo arrastrándome por la acera —¡Maldita perra! — Grita con voz feroz y se me echa encima levantándome con un brazo por la cintura mientras que en la otra el muy cobarde usa una navaja contra mi garganta —O cooperas o esto se acabará linda, solo queremos pasarla bien— —¡No! — Grito sollozando, no quiero esto, prefiero que me maten antes de ser abusada de esta manera, me arrinconan contra un muro mientras uno de los tipos desabrocha sus pantalones, sigo gritando, pero nadie me escucha, de pronto unas luces me ciegan, se estaciona justo frente a nosotros un auto color vino, los tipos se quedan inmóviles imagino tratando de despistar, es mi oportunidad —¡Ayúdame! — Grito con todas mis fuerzas, el tipo me abofetea y siento mi cara arder —¡Calla perra! — Su gesto furioso me hace temblar de miedo —Déjala en paz— La voz profunda llama la atención de los tipos que miran atentamente al que creo es mi salvación —Ayúdame— Suplico mientras él frunce el ceño —Dije que la dejaras en paz— Ellos sueltan una sonora carcajada, el tipo frente a mí se gira en sus talones para encararlo, yo solo atino a sollozar aún más —¿Tu nos detendrás? Nosotros la encontramos primero— Responde sin tapujos como si yo fuera una cosa que pudieran usar y desechar, el chico pareciera enfurecido con la respuesta de los tipos, aunque se nota que es fuerte, no estoy segura de que pueda con este par de neandertales —Ella no quiere estar con ustedes, suéltenla— —No— No sé si es una mala jugada de mis nervios o el efecto del rayo cayendo a lo lejos, pero sus ojos tienen un destello rojizo y una sonrisa torcida vuelve su rostro siniestro —Entonces será por la mala— Su voz ronca me toma por sorpresa, se abalanza contra el tipo y con movimientos tácticos y una destreza impresionante lo derriba de un solo golpe en la mandíbula —¡Levántate imbécil! — Grita mientras el tipo hace el intento, pero el chico lo patea en el costado y luego contra la cabeza noqueándolo al instante, el tipo a mis espaldas hace más presión con la navaja contra mi garganta, va a matarme, siento el sabor alcalino de la sangre en mi boca, creo que la bofetada si estuvo algo fuerte, cierro los ojos y trago en seco esperando lo inevitable —Ahora me faltas tú, no seas cobarde y suelta a la chica— Su voz denota tono de órden, trago en seco al sentir cada vez más el filo de la navaja que está a punto de cortarme —Si te acercas la mataré— Responde el muy cobarde, siento resbalar las lágrimas por mis mejillas, me voy a desmayar o quizás vomitar no lo sé, estoy aterrada —Ya lo veremos— Mis ojos se apuñan y de pronto ya no siento la navaja contra mi cuello —Pero ¿Qué diablos? — Grita el tipo, aun no quiero abrir los ojos —Mi turno— El tipo grita de dolor soltándome y caigo de culo contra el suelo —Miserable— Veo como mi salvador se le va encima tomándolo con una sola mano por el cuello, lo estrella contra el muro y lo levanta del suelo con suma facilidad —Si se te ocurre tocarle nuevamente un solo cabello, te romperé cada hueso de tus asquerosas manos ¿entendiste? — Grita, noto como el tipo esta aterrorizado mientras el chico se encuentra enfurecido —S—si Se—señor— —Ahora lárgate de mí vista antes de que cambie de opinión— Lo libera y este corre hasta donde su amigo se encuentra tirado en el suelo, lo levanta a como le es posible y se lo lleva arrastrando por el callejón, me abrazo a mí misma, estoy impactada, veo con atención al chico, alto, de piel blanca, cabello n***o, la barba de candado que enmarca su rostro lo hace ver misterioso, puedo decir que me resulta bastante atractivo, ¡Mierda! Casi me matan y yo me fijo en un desconocido, pero es imposible no fijarse en alguien tan atractivo, aunque su cabello es algo peculiar, un corte moderno de frente, pero una larga coleta recorre media espalda; veo que suelta una pesada respiración y a paso firme se acerca a mí, se agacha y me toma por los hombros —¿Te encuentras bien? — Pregunta con calma, yo solo atino a abalanzarme sobre él y abrazarlo —Gracias— Siento como cada músculo de su cuerpo se tensa, pero cuando estoy por soltarlo el me corresponde y acaricia mi espalda —Tranquila, estás a salvo— Dice en casi un susurro, me sonrojo al recordar que estoy empapada y él lleva puesto traje, uno el cual he arruinado por completo —Lo—lo siento te he empapado tu traje— Trato de ocultar mi vergüenza bajando la cabeza, me toma por las manos, están cálidas, es agradable, me ayuda a levantarme con cuidado del suelo mojado y una de sus manos va a mi cintura, me sonrojo aún más, la mano que tomaba una de las mías pasa ahora a mi mejilla mientras con el pulgar al parecer limpia una mancha de sangre —¡Ey!, no pasa nada, no te preocupes es solo ropa— Su tono despreocupado hace que me relaje, levanto la cabeza y nuestras miradas se cruzan —Gracias de nuevo, hoy ha sido el día de "molesten a Annie"— —¿Annie? — Una sonrisa bastante encantadora aparece en su rostro, me muerdo el labio, con todo lo que me ha pasado en los últimos días es increíble esto que experimento ahora, le doy una sonrisa —Sí, lo siento no me presenté, soy Annie— —Dominick— Responde rápidamente, tiene un lindo nombre, ¿Qué hace falta para que sea perfecto? Le sonrío y noto como sus dedos hacen círculos en mi cintura y termino por sonrojarme una vez más pero no nos quitamos la mirada de encima —Disculpa ¿te encuentras bien? — Pregunto tratando de romper un poco el agradable pero extraño contacto, el parpadea un par de veces nervioso —Si Annie— Sus ojos tomaron un tono n***o azulado destellante, eso no puede ser efecto visual, son hermosos, pero ¿Cómo hace eso? De pronto siento mucho sueño, mucho, pero mucho sueño —Escucha Annie, no debes recordar nada de lo ocurrido, nadie te ha atacado, solo te tropezaste cayendo contra el suelo mojado, irás a casa y todo estará bien— Esas palabras resuenan como eco en mi cabeza, pero sus ojos, me llaman —Tus ojos son hermosos— Todo se vuelve un tanto oscuro, siento que mi cuerpo se mueve, pero no entiendo del todo que es lo que pasa —Cuando desaparezca, despertarás del trance y me habrás olvidado— ¡No! No quiero olvidarte, no, no quiero, todo se vuelve oscuro —¿Qué carajos? Estúpida, si, este es un día de mierda para Annie Parker, solo falta que un perro llegue y me orine— Resoplo mientras arreglo el arruinado vestido lleno de lodo, en serio soy tan estúpida, sigo caminando y llego al fin al frente de mi casa —¡Annie! ¡Oh dios mío! estás toda empapada, enfermarás, ¿acaso eso es fango? — La chica pelirroja frente a mi sale rápidamente de mi casa con un paraguas, Caroline, mi mejor amiga, seguro usó la llave que dejo debajo del tapete para entrar a la casa, sus grandes ojos verdes denotan preocupación, es como una hermana para mi —Si Caroline, tropecé y caí, solo me raspe mis rodillas estoy bien, por cierto ¿Qué haces en casa? No es que no me guste que estés aquí, pero… — —Tomé la llave que pones bajo el tapete, decidí ayudarte a limpiar, mis padres me dejaron venir a hacerte compañía— Interrumpe mientras nos encaminamos hasta la entrada, el viento sopla y sus rizos pegan contra su rostro, ella solo arruga su pecosa nariz, tiene cara de niña —Anda ve a ducharte o te dará gripe, yo me encargaré de la cena— —En verdad Caroline te ganarás el cielo— —Solo soportando tus locuras lo ganaré— Suelta una risita y yo la imito, si, desde hace tiempo que soporta todas mis locuras, su familia se volvió parte de la mía y más cuando pasó lo de la enfermedad de mamá, ella es la única chica rodeada de sus pelirrojos hermanos. Al entrar a mi habitación tomo el pijama y entro en mi pequeña ducha, me quito la ropa mojada y entro rápidamente al agua caliente, cierro los ojos tratando de relajarme, cuando de pronto como una especie de recuerdo salta a mi memoria unos bellos ojos negros con un destello azulino, una silueta masculina, ¿Qué diablos es esto? No sé porque se me viene eso a la cabeza, pero pareciera tan real; termino con la ducha, cierro el grifo y me seco rápidamente para luego vestirme y ponerme mis pantuflas de pies de dinosaurio, salgo de la habitación y ahora me quedo petrificada justo ahí, en la puerta de la habitación de mis padres, suelto una pesada respiración, tomo el pomo de la puerta tratando de agarrar valor para entrar —Vamos Annie, tú puedes hacerlo— Me animo, pero al abrir la puerta siento una punzada en el pecho, la cama no está hecha, está tal cual la dejamos ese día, todo está órdenado, todo tiene su olor, las píldoras yacen sobre el pequeño buro junto a la lámpara, mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas —Annie, la cena esta lista— Llama mi amiga, pero necesito de este instante —En un momento voy— Respondo mientras me acerco al buró tomando la pequeña fotografía familiar, es la última en la que aparecemos los tres juntos, fue algo difícil ser hija única, y lo será ahora que estoy sola —Tía Yumma tenía razón, era una niña regordeta— Suelto con algo de humor tratando de animarme, viendo la fotografía donde salgo con ese suéter de lana navideño y mis grandes mejillas sonrojadas, la acomodo en su sitio y suelto un último suspiro saliendo de la habitación —¡Hey! Apresúrate, se enfriará— Sale en mi encuentro Caroline llamando mi atención, cuando se lo propone toma su papel de mamá gallina y nadie la saca de ahí —Ya estoy aquí, ya voy no me regañes— Suelto alzando mis manos en señal de derrota, ella solo rueda los ojos y juntas llegamos a la barra del desayunador —Por cierto, llamó Marcus hace un momento, le dije que ya estabas aquí, sonó molesto y dijo que te regañaría— —Olvidé llamarlo al llegar— Nota mental, poner alarmas para recordar las cosas, Marcus hace todo un drama cuando le dices que harás algo y no lo haces por X o Y razón, me siento en el banquillo mientras Caroline acomoda todo —No es por nada Annie, pero Marcus es muy apuesto y te aseguro que le gustas— Miro hacia mis pies un tanto incómoda, no ocupa asegurar lo que es obvio, aun me siento extraña con su declaración de amor, pero la verdad no me atrae, no lo veo como algo más, fastidiada trato de zanjar el tema —Solo somos amigos— Suelto entre dientes —Deberías salir con él— —No digas tonterías, somos como hermanos— —Annie, debes entender que ya es tiempo que salgas con alguien, te estas convirtiendo en una ermitaña— —Caroline, acaban de sepultar a mi madre, no puedo estar saliendo de fiesta en fiesta— —Yo no me refiero a eso Annie, lo que quiero decir es que siempre has sido muy asocial, no te despegabas de tu madre desde la muerte del Señor Parker y fue peor cuando ella enfermó, ¿Qué no entiendes? No sabes lo que es vivir Annie, necesitas ese ¡wow! En tu vida, esa persona que te haga sentir que tu corazón se acelere y se detenga al mismo tiempo — —No es el momento de discutirlo Caroline, no sigas— Respondo un tanto molesta, sus cursilerías resuenan en mi cabeza, no niego que quiero una historia bonita, pero no es con Marcus, es con alguien más, alguien que en este momento invade mi mente como un recuerdo, pero no tengo ni idea de quien sea —Está bien, solo considera lo que te digo, además Marcus es un gran chico— —Vamos a cenar, muero de hambre— —Es bueno saber que estás hambrienta, preparé salteado de pollo— Responde destapando la humeante cacerola para servir nuestra cena —Huele bastante bien— —Te dije que ya aprendí a cocinar y no solo eso, sino que mamá me está pagando clases de cocina, así aprenderé mejor— —Hizo bien así si llegas a hacer explotar la cocina no será la de tu casa si no la de la escuela— Suelto la risotada, mientras ella se sonroja al máximo —¡Annie! — —¡¿Qué?! Yo solo doy mi opinión, solo no vueles mi cocina— ****** ****** Las horas pasaron bastante rápido, luego de ver Titanic y soportar a Caroline llorando por Jack me siento cansada, debo ir a dormir, pero no quiero —Caroline, en verdad, no es necesario que duermas aquí— —Annie, necesitas compañía, si me voy, sé que irás a la habitación de tu madre a llorar— Suelto una pesada respiración, tiene razón, una parte de mi quiere estar ahí, sin dormir, pero me volveré loca si tengo otro día más sin cerrar los ojos —Está bien, solo que veamos otra película ¿sí? — —está bien, ¿cuál quieres ver? — —El exorcista— —¡Ay Annie! ¿Qué no puedes ver algo más normal? — —Me gusta esa película— —Veremos Shrek— —¡ay no! — —Sí, las niñas buenas no ven espantos— Ya no quiero más películas así, necesito algo entretenido, hago un puchero tratando de convencerla, sé que ella es extremadamente miedosa, pero yo quiero ver esa película —No me mires así, me dan miedo tus películas— —Llorona— Me cruzo de brazos con mirada retadora, ella pone los ojos en blanco —iré a hacer las palomitas pon la película ¿quieres? — —Está bien— Contesto entre dientes, en serio ¿Shrek? Me acerco al DVD a poner la dichosa película y es cuando suena mi celular, es Marcus —¿Sí? — Respondo con tono despreocupado —Annie ¿Por qué no llamaste? — Su tono molesto y fuerte me aturde por un momento, me despego un poco el móvil de mi oreja mientras frunzo el ceño, luego retomo la llamada —Hola Marcus, también estoy bien, gracias por preguntar – Suelto con sarcasmo, ya me imagino su cara —¡Annie! — —En serio Marcus, lo olvidé, tenía otras cosas en la cabeza— —¿Como qué? — ¿En serio? ¿Alguien puede ser así de imbécil? Hola, acaba de morir mi madre, escucho que suelta una pesada respiración, creo que al fin notó que la a cagado —Lo siento Annie, soy un imbécil— —Y vaya que lo eres— —Annie— —Ya deja de decir mi nombre, lo desgastas— —No tienes remedio, no sabes lo que daría por qué dijeras lo que realmente sientes— —¿Qué quieres Marcus? — —No dejarte sola y pedirte que salgas conmigo mañana— —No estoy de humor— —Anda, vamos a la feria, podrás gritar hasta desahogarte en la montaña rusa— Por una parte, no quisiera pasar todo el día encerrada aquí, y la montaña rusa suena bien, quiero gritar maldiciones y que se justifique con un terror a las alturas —Está bien, ¿a qué hora? — —Mañana a las cinco y treinta— —Bien, estaré lista— —Gracias Annie— —¿Porqué? — —Por aceptar salir conmigo— —Eres un chico extraño, Marcus— —No más que tu— Ruedo los ojos mientras escucho su risa al otro lado de la línea —Hasta mañana— —Si nena, hasta mañana— Corto la bendita llamada y sentada en el sofá con una sonrisa pícara y un tazón de palomitas se encuentra mi loca amiga, ya me imagino que dirá —Ya te oí, saldrás con Marcus el chico guapo— —No empieces Caroline— —Está bien nena, solo quiero que te diviertas, ya te dije que le agradas— —Pero es en serio, yo no lo veo más allá que un buen amigo— —Deberías darle una oportunidad, no pierdes nada, a fin de cuentas, si no se da nada entre ustedes me imagino que tienen la suficiente madurez para seguir con una relación amistosa— —De mi parte sí, pero, no quiero herirlo— —Solo inténtalo, no te predispongas quizás te termine agradando y no sé, algo mágico pase— Suelta con esa sonrisa de oreja a oreja mientras juguetea con sus cejas, puedo apostar que mi cara es un poema en este momento, realmente una escena s****l con Marcus no está en mis planes —No hables en doble sentido— —Está bien seré directa, quizás al fin te animes a salir del club de las vírgenes— —¡Caroline! — —No te pongas así, es la verdad no puedes mantenerte así todo el tiempo, puedes probar con responsabilidad— Me doy un golpecito en la frente y ella rompe a carcajadas, siento mis mejillas arder, no creo ser asexual, me atraen otro tipo de chicos, los chicos malos de las películas, esos sexys que andan en sus motos y hacen babear a cualquiera, pero Marcus es una nena —Apoco no te gustaría que un chico te tocara, te amara de todas las formas posibles y.…— —¡Ya basta Caroline! Por favor, mira mejor dame el tazón de las palomitas y veamos Shrek ¿sí? No quiero esta conversación de sexo seguro— —Está bien inocentona ya veamos la dichosa película, pero la discusión queda pendiente, necesitas un novio, además el sexo ayuda a superar la depresión— —Lo tomaré en cuenta, pero ahora déjame ver la película en paz— ****** ****** —Dominick— El nombre resuena en la obscuridad una y otra vez —Dominick — Ojos negros con un destello azulino, un chico bastante atractivo, caras, veo muchas caras, nubes de tormenta, pero sobre todo lo miro a él, ¿será que los ángeles son así?, siento como me agarra firmemente por la cintura, siento calor, se acerca —Annie— Susurra con voz ronca contra mis labios, mientras comienza a besarme de una forma tan posesiva que me hace estremecer, llevo mis manos a su nuca y mis dedos se enredan en su cabello, dejándome llevar por sus besos, me siento arder —No me recordarás Annie— Susurra, rompiendo el beso —No, ¡No, Dominick! No te vayas— Grito despertando de golpe, mi pulso es acelerado, parpadeo un par de veces, estoy en mi habitación, Caroline duerme en el colchón inflable al pie de mi cama, agradezco que tenga el sueño pesado, seguro grité fuerte, estoy sudando, ¿Quién es él? ¡por dios! Ya estoy grande para tener sueños húmedos, estoy empapada, me sonrojo al recordar el sueño —¿Quién diablos eres, Dominick? — Pregunto para mí misma, aun con el pulso acelerado, busco acomodarme en la cama tratando de volver a dormir, esperando soñar con él, ese chico desconocido que tuve que haber visto en algún lugar.  
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