La segunda escapada

1528 Palabras
Alguien me mueve y trata de quitarme la sábana de la cabeza. — Mmmmm… — Hija levántate, ¿no acompañarás a tomar desayuno a tu padre? — Muy tempraaaano, no tengo que estudiar papá… — Pero acabo de llegar de mi turno…y anoche me cambiaste por tus amigos — dice mientras me tira las sábanas hasta atrás. — Agggg está bien está bien, déjame ir al baño primero… En el comedor, veo a mi padre sentado en la cabecera, poniéndole mantequilla a una tostada. El café huele delicioso. ¿Dónde están mis hermanos? ¿Por qué solo yo debo sufrir levantándome a las siete de la mañana un día sábado? — Tu madre llegará mañana de madrugada, ¿me acompañarás a buscarla al aeropuerto? — Sí, papá — lo conozco, es capaz de arrastrarme al auto si me niego. Y así lo acompaño mientras desayuna, me cuenta de sus pacientes en la Clínica, de algún amigo doctor que se irá a otra Clínica (ni recuerdo quién es, ¿de apellido Bianchi?) … y sigue hablando solo. Yo miro mi café. Estoy muda y asiento una que otra vez, para que crea que le estoy poniendo atención. Creo que los Gin tonic de anoche aún dan vueltas por mi sangre. — Hija, es tu primer día de libertad, ¿Qué piensas hacer? — Dormir, ver televisión, terminar esa serie que jamás pude terminar. Quizás en la tarde me junte con mis amigas a ver una película. — Está bien. Sólo recuerda que mañana a la noche cenaríamos todos juntos para celebrarte. Aún no entiendo de dónde sacaste que querías estudiar Derecho… — dice para sus adentros. — Bueno, me gusta discutir, soy pésima para las matemáticas y me desmayo cuando veo sangre. Eso ya descartaba muchas profesiones, ¿no crees? — él se ríe negando con la cabeza con mi respuesta. — Hija, estamos orgullosos de ti. Te convertiste en una mujer inteligente, fuerte y preciosa. Me gustaría saber si tu hermana… — Para ahí — le respondo en seco, levantando la palma de mi mano — no me gusta hablar de eso — Mi padre ha arruinado mi escaso humor. Me levanto corriendo hacia mi habitación, dejándolo solo en el comedor. A las cuatro de la tarde tomo mi auto (sí, lo había dejado en casa), y me dirijo al departamento de Elisa. — ¿Ahora si nos vas a explicar? Alex dijo que estabas con un chico y que luego desapareciste con él, ¿lo conocemos? — Me dice alzando una ceja. — Eh no……— es todo lo que alcanzo a decir, hasta que me interrumpen. — AY NOOOOO, ¡no me digas que pasó algo más! ¿Cómo se llama? ¿De dónde salió? — Dice Xavi, creo que aún está con resaca, su tono de voz y sus ojos rojos la delatan. Me pongo seria, mientras pongo los ojos en blanco. — ¿Acaso pensaban que las esperaría toda la noche sola sentada en la barra? Ellas se miran, luego me miran a mí y se largan a reír. — Bueno, la cosa es que cuando todos ustedes, tropa de traidores me dejaron sola en la barra se me acercó alguien, dijo que se llamaba Peter. Conversamos, me acompañó a la terraza y luego, cuando Alex me avisó que Samuel estaba en la fiesta, me sacó de ahí. Incluso cuando Samuel se acercó para pedirme que habláramos, lo despachó rápido y me arrastró fuera. Se dio cuenta que me había puesto mal. Samuel nos siguió hasta el estacionamiento así que me sacó rápidamente de ahí. Luego me llevó a mi casa. (Omito toda la parte en que fuimos al mirador) — ¿Y eso fue todo? — Preguntan al mismo tiempo. ¡Pero si parecen siamesas! — Bueno… me besó…— Ambas empiezan a sonreír, así que las interrumpo antes que digan algo — Pero no intercambiamos números de teléfono. Supongo que no lo volveré a ver. — AL FIIIIIINNNNNN… — grita Elisa levantando los brazos hacia el cielo, como si le estuviera dando las gracias a algo — …aparece un hombre que te hace avanzar para que dejes atrás al tarado de Samuel y no le pides su teléfono. Excelente Cristina. Si tienes su nombre podríamos tratar de contactarlo ¿no? ¿Cuántos Peter habrá por aquí? — Acto seguido, toma su teléfono y cuando me doy cuenta que está abriendo su sesión de r************* le quito el teléfono. — No le pregunté su apellido… — abren los ojos como platos — Fue muy tierno y caballero, pero hasta ahí llegamos. — Ay Cristina, Cristina, a veces tan inteligente y otras…— sigue Elisa, negando con la cabeza. La quedo mirando con una ceja alzada, esperando que termine la frase. No la termina. — Nada impide que sea una cosita casual…tú sabes…de esas llamaditas de madrugada, una visita rápida y listo… — dice Xavi. Nunca le he conocido una relación seria o estable. Se aburre demasiado rápido. Elisa tiene una relación extraña con su novio Max, cuando están juntos son demasiado melosos. Pero, cuando ella está con nosotros, él no aparece mucho. Creo que no le agradamos. — No soy así, nunca lo he sido. No soy santurrona, pero… nunca he hecho eso… — Con ese control obsesivo de tus padres, nunca te habrías atrevido a hacer eso...— termina Xavi, haciendo énfasis en la palabra "padres". Mira a Elisa y suspiran al mismo tiempo, luego me miran a mí. — Bueno, si es lo que tú quieres… — dice Elisa — … lo de Samuel fue hace casi un año, ya es tiempo suficiente para empezar a conocer otras personas amiga. Vuelvo a rodar mis ojos mentalmente. ¿Qué les dio ahora? ¿De pronto están apuradas para que yo salga con alguien? Aunque debo confesar que en todo este rato, no he dejado de pensar en Peter…ni en el mirador… Mis amigas siguen insistiendo con el tema un rato, que ya debo dejar ir al tarado ese, que debo continuar con mi vida…todas esas tonterías. Sin ponerles demasiada atención, yo sigo en las nubes recordando lo que pasó en el auto, como me abrazaba... — Dije de cuál querías, Cris…— me da un codazo Elisa, con el teléfono en el oído. — ¿Qué? — La pizza, de cuál prefieres…— me contesta como si yo fuera idiota. — Ah si… pepperoni… — mi mente sigue en el mirador. Después de la segunda parte de la charla motivacional de cómo superar a tu ex, y una vez llega nuestra pizza, nos tiramos en los sillones del living mientras comemos a ver una película. Creo que se llama Damas de Honor. Dios, pobres mujeres. Espero no enfermar así nunca en mi vida. Llego a mi casa alrededor de las diez de la noche. Estoy realmente cansada, creo que aún me faltan horas de sueño por recuperar. Cuando estaciono mi auto en la entrada del garaje, veo un auto n***o estacionado en la vereda del frente. Lo reconozco de inmediato. ¿Qué hace aquí? Tratando de verme calmada, bajo de mi auto y me acerco lentamente. Veo a Peter concentrado revisando algo en su celular. No me ha visto. Le doy tres golpes en la ventana y levanta la vista. Baja el vidrio mostrando esa sonrisa hermosa que tiene. — ¿Qué haces aquí? — le pregunto, cruzándome de brazos. Estoy sorprendida. Pensé que no lo vería otra vez. — Sólo iba pasando por aquí, muy bonito ¿no? — y me vuelve a sonreír de lado. — ¿Y es normal estacionarse de noche por ahí, en cualquier barrio? — Bueno, creo que andaba buscando a alguien, no se si la conoces, pelo castaño, ojos color miel, delgada. Muy bonita. Creo que ayer dio su examen final de Derecho. — En ese caso, eres el peor buscador que conozco. Ni te diste cuenta cuando llegué… Se empieza a reír. — Puede ser. Pero también sabía que si me veías acá, tú también te acercarías… Lanzo un suspiro, mirando al cielo. Tiene razón. Aunque quiera negarlo, me encanta que haya venido a buscarme. — Si ya encontraste a quien estabas buscando, ¿Qué es lo que vas a hacer? — pregunto poniéndome seria. No quiero que piense que soy tan fácil. — Pues puedo empezar consiguiendo su número de teléfono…— mientras dice eso, sin sacarme esos ojos verdes de encima, me quita el teléfono de las manos, lo señala con el dedo de su otra mano para que yo lo desbloquee. Me tiene hipnotizada, nuestros ojos no se han despegado. Concentrado, anota su número y llama al suyo, dejándose una llamada perdida. — Y después de eso, ¿Qué viene? — Ahora viene la parte en que ella se sube al auto con él… Empiezo a caminar hacia atrás sin dejar de verlo, mordiéndome nerviosa los labios. Después de tres pasos me doy la vuelta, voy a mi auto, me apresuro a agarrar mi bolso y cerrarlo. Me devuelvo caminando de la manera más calmada que puedo, tratando de disimular mi emoción. Abro la puerta del copiloto y me subo.
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