bc

Bajo las estrellas

book_age18+
2.0K
SEGUIR
15.2K
LEER
chica buena
self-improved
drama
bxg
ciudad
secretos
renacimiento/renacer
love at the first sight
engineer
lawyer
like
intro-logo
Descripción

+18 (Finalizada)

Un horrible accidente hizo que los padres de Cristina la controlen y protejan del mundo por temor a que algo llegase a ocurrirle.

Ella, sometida al control obsesivo de su familia vive con culpa, vive con el odio de su madre que le reprocha ese accidente siguiendo sus reglas: Un novio perfecto a los ojos de sus padres, estudiante estrella, futura abogada en uno de los mejores Buffet de Abogados de la ciudad...

Hasta que en una fiesta conoce a alguien que la hará cuestionarse si el miedo y control de sus padres puede limitar su vida.

Peter Klatz. Un hombre de ojos verdes que hipnotizan a cualquiera. Que aparece y desaparece. Lleno de secretos, en su mundo propio...

Una mirada que la hará obsesionarse hasta perder el control de su vida.

¿Dejarías a tu familia atrás por un hombre que no conoces?

¿Qué estarías dispuesta a hacer por ir detrás de tu propia felicidad?

Todos los derechos reservados ©

Registrada en Safe Creative n°2212182890807

chap-preview
Vista previa gratis
La escapada de mi celebración
Dicen que el día más terrorífico de un estudiante de Derecho es el día del examen de ingreso a la Escuela. Un año atrás habría afirmado que es verdad. Ahora, puedo decir que esa es una mentira del porte de una catedral. La persona que lo dijo tenía serios problemas mentales. O le gustaba sufrir. Por algo dicen que la locura entre los abogados abunda. El día más terrorífico es el día de tu examen de título. Aquel día donde una comisión te interroga públicamente, después de meses de encierro absoluto estudiando, noches sin dormir, antojos de las cosas más increíbles de madrugada, llantos de angustia — casi siempre de mi amiga Xavi — o en mi caso, la inapetencia e insomnio permanente. Si no fuera por mis amigos que me obligaban a comer, creo que simplemente habría muerto de inanición. Pero aquí estoy, después de casi un año encerrada junto a mis amigos, entre la biblioteca y el departamento de Elisa. Y estoy feliz, logré aprobar. Se ha terminado mi tortura. — ¡¡¡FELICITACIONES!!! — Es lo primero que escucho mientras cruzo las mamparas de vidrio, siento algunos aplausos mientras mis amigos se tiran encima de mí, me aprietan hasta dejarme sin aire, un abrazo grupal. Algunos ojos curiosos observan la escena. Nos vemos ridículos. Detrás de ellos veo a mi padre, con un ramo de rosas, sonriendo con los ojos cristalizados. Me mira lleno de orgullo. Mis hermanos analizan la situación. Diego, el menor, aplaude sin entender demasiado, mientras Gabriel, el que me sigue, ve de reojo lo que pasa a su alrededor. Está más enfocado en su celular. — Ya, ya, aprobé… — les digo a mis amigos, tratando de separarme un poco — ahora déjenme abrazar a mi papá. Me acerco a él, me aprieta tan fuerte que creo que me va a quebrar una costilla. Mis hermanos nos abrazan también, otro abrazo grupal que me reconforta, y ayuda a bajar la adrenalina y excitación que circulan por mi sistema. Amo a mi padre y a mis hermanos pequeños. — Estoy tan orgulloso de ti, lograste aprobar tu examen profesional, y con honores. Me habría encantado que tu madre alcanzara a llegar… Veo como se le empiezan a llenar de lágrimas los ojos. Lo vuelvo a abrazar. Muy pocas veces lo he visto así de sentimental. Si él se pone a llorar, lloraré con él y no podré parar… Estoy feliz. Un paso menos para lograr mi título de abogada. — Si no tienes nada planeado, podríamos ir a celebrar los cinco juntos, como antes… — empieza Xaviera mirando a mi padre de reojo —… sólo si es que quieres, Cris... — Ve con tus amigos, hoy tengo guardia en la Clínica. Celebraremos en familia el domingo cuando llegue tu madre — dice mi padre mirándome con una sonrisa llena de orgullo, mientras me acaricia el cabello — sólo mantén tu celular encendido… Ruedo los ojos mentalmente. — Si papá…— sólo así me dejarán salir con mis amigos. Le doy un abrazo y empezamos a caminar hacia la salida de la Escuela. Una vez en el departamento de Elisa, nuestro refugio, estamos tirados en los sillones. Llevo días sin dormir bien de los nervios. La verdad es que no he dormido bien desde que empecé a estudiar para este examen. Xaviera y Elisa aprobaron el suyo hace dos semanas. Alan y Alex están cansados de estudiar meses y meses sin parar. Faltan unas semanas para que sea su turno. Mi mejor amiga Elisa siempre está sola. Su familia tiene empresas, y sus padres siempre están viajando. El departamento es tan grande que podemos dormir todos en camas de manera cómoda. Es el lugar perfecto para un grupo de cinco estudiantes de Derecho. Los últimos años hemos pasado tanto tiempo aquí, que es como nuestro segundo hogar. — Una menos… ¿Dónde celebramos? — pregunta Alan, mientras empina su botella de cerveza. Empieza una charla entre ellos sobre qué lugar es el más adecuado para mi celebración. Logré aprobar, debiera estar saltando en un pie. Pero el cansancio de todos estos meses, sumado a que no he logrado dormir bien estos días, es el culpable que mi cuerpo apenas se sostenga solo, y me haga añorar mi cama. Aun así, los veo tan felices por mí que no puedo abandonarlos. Después de un detallado análisis de posibles antros, mis amigos deciden por mí: iremos a una fiesta en un lugar que se llama Campanario. Aun no entiendo por qué ese nombre. Me suena a una iglesia, no a una discoteca llena de gente bebiendo y bailando. Es de las que está de moda. De aquellas donde te encuentras con todo el mundo, siempre llena de gente. Demasiada gente. Mando rápidamente un mensaje a mi padre avisando dónde iremos. No quiero problemas más tarde. Una vez dentro, me acerco a la barra y pido un gin tónic. Alan a mi lado izquierdo y Alex a mi lado derecho, piden sus bebidas. Ambos están mirando hacia la pista, buscando su próxima víctima. Con mi bebida en mano, me doy vuelta para analizar la pista de baile y reírme de mis amigos. Parecen cazadores al acecho. — ¿Ya encontraron a la víctima de hoy? ¿Qué tal esa rubia de vestido de lentejuelas? — les pregunto. Este es uno de esos momentos donde me siento como un niño más del grupo. — Nooo, esa morena de ojos verdes que baila arriba de la tarima. ¡Y mira a su amiga…! — y sin siquiera terminar la frase, los dos salen corriendo en esa dirección. Gracias amigos míos por dejarme sola en la barra. A mis amigas las perdí hace un buen rato. No me apetece andar dando vueltas en ese mar humano. Estoy demasiado cansada para bailar, así que me dedico a beber. Sola en la barra, como una alcohólica en potencia. Pido mi segundo Gin tonic, observando a la gente que se empuja por encontrar un espacio en la pista de baile. Hago un recuento mental de los hechos del día. Mis nervios…, devolví en el baño lo poco que logré comer hoy…, el apoyo moral de mis amigos, mi padre y mis hermanos esperándome afuera con flores. Me ha encantado el detalle. Pero, ni rastros de mi madre. Ni siquiera una llamada. En fin, lo mismo de siempre. Cuando estoy perdida en mis pensamientos apoyada en la barra, decidiendo si debo ir a buscar a mis amigas o huir a mi casa y dormir una semana, siento que alguien pasa a llevar mi brazo. — ¡Hey! ¡Cuidado! — le digo mientras se derrama mi bebida en mi vestido. Me giro y lo primero que veo son unos ojos grandes, verdes y hermosos. Frunce el ceño y me mira fijamente, como si hubiese visto un fantasma. Después de unos segundos, se recompone y sonríe. No es un hombre tan alto, debe medir 1.80 y un poco más. Igual, con mis tacos y mi casi metro setenta me debe llevar unos 10 cm de diferencia. Muy guapo. Su porte y contextura hicieron que me pasara a llevar más fuerte de lo que hubiera pensado. Quizás es por la cantidad de gente que hay en el lugar, o lo poco que he comido hoy, las cervezas y el Gin están afectando mi equilibrio. — Perdona…— no ha dejado de mirarme — ¿Cómo te llamas? Debiera invitarte otro…— dice señalando mi vaso casi vacío. — ¿Acaso no te enseñaron que no se deben recibir bebidas de extraños? — Mi nombre es Peter…— me extiende su mano. Sigue mirándome, me incomoda un poco. ¿Tendré algo en la cara? — Mi nombre es Cristina — miro dudosa su mano. Mientras la estrecho, vuelvo mi vista a sus ojos, son realmente bonitos. El cansancio acumulado y el alcohol no están ayudando, iniciar conversación con gente desconocida en una fiesta no es algo que yo haría en circunstancias normales. Tampoco quedarme sentada sola aquí. — ¿Ya que nos conocemos, me aceptarías algo? — Está bien Peter, aceptaría un Gin tónic — respondo mientras miro las manchas que ha dejado en mi vestido. Bueno, en el vestido rosa que le he robado a Elisa para salir a bailar. Mientras pide al bar tender mi bebida y una cerveza para él, lo observo. Pelo castaño claro, nariz recta, mandíbula perfecta, barba de un par de días bien arreglada, espalda ancha. Tiene puesta una camisa blanca de lino, una chaqueta negra delgada y pantalones azul oscuro, que le quedan increíbles. Muy guapo en realidad. Me pasa mi bebida, se sienta a mi lado dándole la espalda a la barra, viendo a la gente en la pista de baile. Imitando mi postura. — Y Cristina, ¿a qué te dedicas? — Tú te acercaste, ¿no debieras presentarte tu primero? — digo mientras tomo un sorbo largo. Me sonríe nuevamente y responde. — ¿Siempre respondes con preguntas? — sonríe de medio lado. — A veces… — levanto mis hombros— …me gusta saber con quién estoy hablando. — Soy ingeniero. Trabajo en una empresa hace un tiempo… ¿y tú? — Hoy aprobé mi examen de título de Leyes, esta noche estoy celebrando. — Salud entonces por eso — y choca su vaso con el mío. Da un sorbo largo a su cerveza. — ¿Y luego las prácticas? — Creo que esta noche no quiero pensar en eso. — Entonces brindemos por tu libertad antes de ser absorbida por tu práctica. Sonrío automático y choco nuevamente nuestros vasos. Además del examen, tenemos que hacer una práctica obligatoria. Una vez hemos sobrevivido a todo eso, podemos sacar nuestro título. En mi caso, haré además una pasantía de medio día. Es muy común que Estudios de abogados contraten alumnos destacados para pasantías. Es más barato, y así ponen a prueba si les servirás en el futuro. Ni siquiera sé si aceptaré...quizás no debiese aceptar la pasantía y enfocarme en mis prácticas…aunque la pasantía de medio tiempo serviría para encontrar trabajo más rápido y al fin librarme de mis padres… Como sea, no se deben tomar decisiones con alcohol. Hoy es mi celebración, aunque creo que eso a mis amigos los trae sin cuidado. Desaparecieron. — ¿Viniste sola? — pregunta. — Vine con un grupo de amigos que me abandonó en esta barra, movidos por el alcohol y las ganas de conocer alguna víctima. Se supone que debíamos celebrar mi examen…quizás me usaron de excusa...— digo en tono de broma, dándole otro sobro a mi bebida. — Me caen bien tus amigos…— dice mientras me sonríe de lado. ¡Qué sonrisa tan bonita! — ¿Eres de acá? — suelto de pronto — Digo, tu nombre no es muy común…y tienes un poco de acento — trato de excusarme por mi comentario inapropiado. A veces hablo sin pensar. — La verdad es que no, pero es como si lo fuera... No ha terminado de hablar, cuando de reojo veo a Elisa y a Xaviera correr al baño tomadas de la mano, se ríen de algo. Ni siquiera me han visto sentada aquí. Alzo mi brazo haciéndoles señas, pero no alcanzan a verme. Han desaparecido en esa fila eterna de mujeres. — ¿Esas son tus amigas? — Eso creía — digo riendo, tomo otro sorbo de mi gin tónic. Esto está haciendo efecto. Él suelta una risita. — Puedo acompañarte a buscarlas, si quieres. Es peligroso que camines sola con toda esta gente ebria alrededor. — Creo que las esperaré acá. No tengo ganas de entrar en esa multitud…—respondo con una sonrisa. Nos quedamos en silencio un minuto, pero no hemos dejado de mirarnos de reojo. — ¿Tengo algo en la cara? — digo impulsivamente. Me siento observada. Deja de hacer preguntas estúpidas Cristina. Peter se empieza a reír. — No, no tienes algo en la cara. Sólo me recuerdas a alguien. — Ah… ¿Estás sólo? — No, mis amigos también me abandonaron… — Dos personas abandonadas por sus amigos en una barra…quizás debemos replantearnos nuestras amistades — vuelvo a bromear. Y se ríe nuevamente de mi comentario idiota. — Puede ser… — Somos dos personas solas sentadas en una barra, ¿de qué suelen hablar dos personas solas en una barra? — No lo sé, no soy muy asiduo a estas fiestas… ¿y tú? — Sólo cuando soy arrastrada por mis amigos. — Entonces… — Entonces... — decimos al mismo tiempo. Ambos nos reímos. — ¿Quieres bailar? Supongo que eso hace la gente en este lugar. — Mmmm…vamos, así podré decir que no estuve sentada toda la noche… Dejamos nuestros vasos en la barra, me toma de la mano y nos dirigimos a la pista de baile. Se acerca a mí y me toma por la cintura. Hay demasiada gente hoy, casi no hay espacio en la pista. De pronto, bruscamente por atrás alguien me pasa a llevar y caigo hacia adelante. Peter está sujetándome por la cintura, así que no alcanzo a caer al suelo. Quedamos pegados. Demasiado… puedo sentir su torso completamente pegado contra mí. Mis manos se apoyan en sus brazos bien torneados.. Estamos embelesados mirándonos. Contemplo sus facciones, mandíbula perfecta, su nariz… él está haciendo lo mismo conmigo. Empieza a acercar lentamente su rostro, como si fuera a darme un beso. Pero, mis nervios el calor del lugar y mi sentido común me hacen despegarme bruscamente. — Creo que bailar acá será un poco difícil…— dice bromeando, tratando de aligerar el momento. — Si…— doy gracias mentales, hace mucho tiempo que no me beso con alguien. Y bailar no es mi fuerte. Empiezo a sentirme un poco ahogada, no se si son los nervios por el casi beso o el aire caliente aquí dentro. — ¿Podemos ir a tomar aire a la terraza? Hace demasiado calor aquí — digo, rompiendo el minuto mágico que teníamos. — Vamos. La terraza está en el segundo piso, es abierta y sin techo. Me toma de la mano y empieza a avanzar entre la gente. Una vez hemos llegado al primer escalón, pone su mano en mi espalda y me empuja escalones arriba, sujetándome. Él va detrás de mí, un peldaño más abajo, no sé si me está mirando la retaguardia o simplemente está vigilando que no vaya a caer. ¿Quizás un poco de las dos? Mis amigas siempre dicen que mi trasero es lo mejor que tengo. — ¿Mejor? — me pregunta una vez estoy apoyada de espaldas en la baranda. Se me ha apretado un poco el pecho, debe ser la falta de aire adentro. Él tiene una mano apoyada a un costado mío. Tiene la otra en el bolsillo de su pantalón. Creo que está tratando de darme un poco de espacio. Me mira, estudiándome, atento a mis gestos. Yo respiro profundo el aire fresco, mirando el cielo. Bonita noche, despejada, estrellada. Peter también dirige su vista al cielo, tratando de descifrar lo que yo estoy mirando. — Si, sólo necesitaba aire…gracias. — Linda noche, está despejado el cielo, estrellado…— ¡Es lo mismo que estoy pensando! — Si no sueles venir a estas fiestas, ¿Cómo terminaste acá? — Fui arrastrado por un par de amigos que ya estaban bastante achispados. No los dejé conducir. Estaba arrepentido, pero no todos los días se encuentra a una chica linda sentada sola en una barra…— y vuelve a sonreír de lado. — Eh…pues gracias… — me sonrojo, creo que se me asoma una sonrisa. Sus ojos me miran fijamente, ¿será que siempre estudia así a la gente? Sigue girado hacia mí, su mano apoyada en la baranda… — ¿En qué tipo de empresa trabajas? — pregunto impulsivamente. Me ha puesto nerviosa. Antes que alcance a contestar, veo como alguien empuja a la multitud hacia nosotros. Es Alex…viene prácticamente corriendo hacia mí, mientras arrastra a la rubia que había visto hace un rato. — Aquí estabas… — dice mientras trata de recuperar la normalidad de su respiración — …acabo de ver a Samuel, está abajo con una chica, pero no alcancé a ver si se trataba de ella… — sigue hiperventilando — ¿quieres que nos vayamos? — mira de reojo a Peter, creo que lo está escaneando de arriba a abajo. Mis nervios se disparan. Justo hoy, de todas las personas del mundo, tenía que aparecer él. ¿Será una novia nueva? No me quiero ir. Mis amigos lo están pasando increíble, y sé que necesitan este escape para distraerse. Peter me toma fuerte de la mano. — Te acompaño. Sin que alcance a formular palabra, me empieza a arrastrar hacia la escalera. Ignorando a mi amigo Alex, va sorteando la multitud. Se me ha formado un nudo en la garganta, no puedo siquiera hablar y decirle que puedo irme sola. Cuando logramos bajar la escalera y esquivar a toda la gente ebria en la pista de baile, casi alcanzando la puerta de salida, alguien me agarra fuerte del hombro y me hace girar. Es Samuel. — Cris… vi a tus amigos, supuse que estabas por aquí… ¡felicitaciones por tu examen! — empieza a acercarse más. De pronto repara en la mano de Peter que no me ha soltado en ningún momento. No se sacan los ojos de encima. — ¿Quién es él? ¿Quién se cree? Venir a pedir explicaciones, el que dijo que quería terminar nuestra relación (de tres años) porque quería a otra persona fue él. Mantuvo una relación paralela un año antes de terminar conmigo. Y yo, como tonta ignoré todas las señales que el universo me enviaba. O quizás trataba de no verlas, en un intento de complacer a mis padres. A sus ojos, era el hombre perfecto. Creo que aún lo piensan. Me quedo en silencio mirándolo sin palabras, nerviosa. Peter parece ver mi cara, se le acerca dos pasos y extiende la mano. — Soy Peter, mucho gusto — le dice cortante y frío. Espera que Samuel le tome la mano como saludo y la aprieta fuerte, intimidándolo, aunque Samuel es un poco más alto que él — Ahora, si nos disculpas, nos íbamos — un segundo después se da vuelta y me vuelve a arrastrar. De nuevo siento una mano que agarra mi brazo libre y me gira. — Por favor, Cris. No sé de ti hace tiempo. Quisiera que conversáramos… Yo lo único que "quisiera" es escapar. No quiero hablar con él. Todo este tiempo sin verlo, sumado a la terapia intensiva sobre amor propio y autoestima de mis amigos me han ayudado muchísimo. Me quedo paralizada en mi lugar. De pronto siento a Peter interponerse entre nosotros. — Mira, ella está conmigo y ahora nos vamos — me agarra aún más fuerte y empieza a casi correr a la salida mientras me arrastra del brazo. Una vez afuera, tirito. No porque tenga frío, es verano, sino porque no esperaba volver a verlo. Me frustra, me duele que el día de mi celebración vuelva a aparecer. Nos hemos alejado unos cincuenta metros de la entrada, Peter está parado frente a mi sin saber qué hacer, observándome. Yo me abrazo a mí misma, sin quitar mi vista del suelo. Peter se saca la chaqueta y la pone sobre mis hombros. — Es obvio que no tienes que decirme qué pasó con ese sujeto para que te pusieras así y tu amigo corriera a avisarte. Pero ¿puedo ayudarte? Sin pensarlo, me lanzo hacia él y lo abrazo por la cintura, hundiendo mi cara en su pecho. Apenas lo conozco, pero en este minuto necesito que me reconforten. Duda un segundo, y me abraza por los hombros, de manera educada y gentil. Puedo sentir su olor… me gusta. Me siento protegida. — ¡Cristina! Es la voz de Samuel, ha visto dónde estamos y se dirige hacia nosotros. — Vamos — dice de pronto Peter, me agarra de la muñeca y empieza a caminar hacia el estacionamiento. Y yo, como la idiota que soy, pasa por mi cabeza la idea que puede ser un secuestrador y que no debería seguirlo. Hago caso omiso de la vocecita en mi cabeza y lo sigo. Prefiero ser secuestrada a tener otro enfrentamiento con Samuel. Me subo al auto y arranca. Después de unos minutos que ha puesto el auto en marcha, me pregunta si quiero que me lleve a mi casa. Pero no, no quiero estar sola. Mis hermanos pequeños deben estar durmiendo. Mi padre está de guardia de noche en la Clínica y mi madre está en Buenos Aires dando una conferencia. Niego con la cabeza. — ¿Quieres ir a algún lugar en especial? — Pregunta. Ni siquiera sé dónde quiero ir, pero en este momento cualquier lugar es mejor que mi casa. Niego nuevamente. — Entonces yo elegiré donde ir. Empieza a sonar mi celular en mi bolso. Es Alex. No le respondo la llamada, sólo mando un mensaje avisándole que estoy bien. Que me iré sola a casa. Cuando vuelvo a mirar por la ventana, veo que estamos subiendo cerros, en uno de los sectores más acomodados de esta ciudad. Se detiene en una pequeña rotonda, alejada de todo. Escondido. El lugar perfecto para un secuestro, me digo. Se estaciona y baja del auto. Camina hacia mi lado, pero soy más rápida y me bajo antes que alcance la manilla de la puerta. Al menos, podré escapar corriendo, aunque con estos tacos… Me sonríe y luego se apoya de espaldas al auto. Me sitúo a su lado y me sorprendo con el paisaje. Es una de las vistas más bonitas de la ciudad. La luz de la luna nos ilumina. A lo lejos, puedo distinguir dónde terminan los edificios y empieza el cielo. La noche está despejada, así que puedo ver las estrellas brillar en todo su esplendor. No conocía este lugar. Es maravilloso. — ¿Estás mejor? — dice girándose hacia mí. — Mucho mejor, esta vista es preciosa… — Me gusta venir solo, cuando me siento abrumado. Nunca había venido acompañado. — Gracias por dejar que invada tu lugar… — le sonrío ampliamente. Y mientras me mira, acaricia mi brazo suavemente, de abajo hacia arriba, hasta llegar a mi mejilla. — Yo te traje, no lo calificaría como invasión… — dice mientras se vuelve a apoyar de espaldas en el auto y mira las luces de la noche a lo lejos, cruzando los brazos. — Ese chico que te buscó en la fiesta, ¿puedo preguntar quién es? — Bueno…es mi exnovio. Un idiota que se fue con otra. Me engañó con ella por casi un año. Y la mejor parte, es que al día siguiente de terminar conmigo, se paseaba con ella por la Universidad…fue humillante. — Si, un idiota… — dice girándose hacia mí, mientras recoge un mechón de cabello y me lo pone tiernamente detrás de la oreja. Sus ojos verdes son preciosos. Me hipnotizan. ¡Y por Dios que es guapo! Toma mi rostro con su mano derecha y se empieza a acercar a mí. Lo miro embelesada. Posa sus labios en los míos y me besa dulcemente. Luego muerde mi labio inferior, y al abrir mi boca, aprovecha para meter su lengua. Su beso es tierno, baja su mano izquierda a mi cintura y me aprieta más a su pecho, mientras yo me cuelgo de su nuca con ambas manos. Sus manos se pasean entre mi cintura y mi cuello por debajo de su chaqueta, sin dejar que me separe un centímetro siquiera. Tengo un segundo de cordura y me doy cuenta de que apenas lo conozco, bajo mis manos a su pecho y contra mi propia voluntad. trato de separarme. Si me preguntan, habría continuado… y no respondo por lo que hubiese pasado. Mientras él abre los ojos no me suelta, me sigue apretando contra su pecho. Me mira fijamente a los ojos, sin decir nada. Intensamente, como si tratara de descifrar algo. Yo le sonrío, y él lo hace de vuelta. Con esa sonrisa que me derritió hace un rato. Aún lo hace. Cuando nos separamos, nos apoyamos nuevamente de espaldas al auto en silencio, sólo se escuchan a lo lejos los ruidos apagados de la ciudad. Lentamente toma mi mano y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Pierdo la noción del tiempo. Siento mi teléfono sonar dentro del auto. Me apresuro a contestar, y sin mirar deslizo el dedo por la pantalla — ¡Cristina donde te metiste! — grita Xaviera, escucho a Elisa chillando algo que no logro entender, y de fondo el ruido de la fiesta — Samuel está acá y nos preguntó con quién estabas, ¿CON QUIÉN ESTASSSSS?? — Creo que se le nota el efecto del alcohol, arrastra un poco las palabras. — Estoy bien. Me fui…un amigo me está llevando a mi casa. Hablamos mañana. — Pero Cris, tu padre cree que estás con nosotros...Espera… ¿Qué amigo? ¿Estás bien? Alex dijo que estabas con alguien. — Sólo necesitaba salir de ahí. Mañana te hablo — Y corto la llamada. Suspiro hondo mientras me quedo mirando las luces de la ciudad. Peter me mira de lado, se ha apoyado en el auto nuevamente. Sin pensarlo siquiera, apoyo nuevamente mi cabeza en su hombro. — Gracias…gracias por sacarme de ahí, no tenías que hacerlo. El sólo me mira y me sonríe, abrazándome de lado por la cintura. Se acerca a darme un beso en la sien. — No hay problema… Miro la hora y me doy cuenta que son más de las 3 de la madrugada. Debo irme. — Gracias por dejarme invadir tu lugar secreto — le digo con una sonrisa coqueta. — No me molestaría que lo invadieras más seguido… Sin decir palabras, nos subimos nuevamente su auto. Me pregunta donde vivo. ¡Por Dios! en mi borrachera y falta de neuronas ni siquiera sé dónde está mi auto. Lo odio. Mis padres me obligan a usarlo. Frunzo el ceño tratando de recordar, estaba tan nerviosa hoy, creo que Alan me pasó a buscar en la mañana. Nunca recuerdo dónde está, y soy una pésima conductora. Si no fuera por mis padres, no lo usaría. Soy un peligro público al volante. Y detesto manejar. Peter me mira de reojo mientras conduce, pregunta si estoy bien. Respondo que sí, mientras trato de ordenar mis ideas voy mirando las luces de las calles. Peter no habla mucho, esta noche he sido yo la que más ha hablado. Es normal en mí. Súmenle el efecto del alcohol. Llegamos a mi casa, deteniéndose por la vereda del frente. — Muchas gracias por todo. No tenías por qué hacerlo — le digo mientras me saco el cinturón de seguridad. Sin darme cuenta, al levantar mi cabeza veo que él se ha inclinado hacia mí. Miro nuevamente esos ojos, y sin pensar le doy un beso corto y suave. Antes que pueda a alejarme, me sujeta por el cuello con su mano izquierda, y con la derecha toma mi mejilla. Empieza besarme. Instintivamente le respondo, colgándome de su cuello y enredando mis manos en su pelo. Baja su mano izquierda a mi cintura, atrayéndome a él. Termino sentada de lado sobre de sus piernas, abrazando su nuca mientras el acaricia mi cintura y mi espalda, sintiendo cómo se va tensando mi cuerpo con sus caricias. Empieza a bajar sus dientes por mi mandíbula, hacia mi cuello, siento su aliento sobre mi piel, pese a la posición incómoda en la que estamos, estoy absolutamente perdida, agarro su cabeza y vuelvo a besarlo. Una de sus manos empieza a bajar descaradamente por mi espalda, sin dejar de besarme. Es tarde así que es poco probable que alguien nos vea. Tampoco me importa. No había estado con alguien desde… Samuel. Este año he estado sumergida en libros ¡Nunca había hecho esto! ¡Con un desconocido! Me separo un poco para retomar el aire, jadeamos sin separar nuestros labios, nuestras frentes están unidas…hasta que recuerdo dónde estamos. Me bajo rápidamente de sus piernas al asiento del copiloto. La posición es bastante embarazosa, así que me pego en las rodillas al volver al asiento. — ¿Todo bien? — me pregunta alzando una ceja, conteniéndose la risa. — Todo perfecto — le digo. Lo miro por última vez, le doy otro beso rápido en la comisura de los labios y antes de que pueda hacer o decir algo más, salgo disparada hacia la entrada de mi casa. Saco lo más rápido que puedo mis llaves. Giro a ver si él aún está ahí. Ha bajado el vidrio de su ventana. — ¿Te volveré a ver? — Quizás por ahí — subo los hombros mientras le guiño un ojo y entro a mi casa. Silencio total. Como lo supuse. Mis hermanos deben estar durmiendo. Hasta ahora, todo bien. Mis padres no se han dado cuenta de mi escapada. Necesitan saber siempre con quién o dónde estoy. ¡Hasta tienen conectados nuestros teléfonos para monitorearnos por el localizador GPS! No entiendo el afán por mantenernos vigilados, si ni siquiera tenemos una buena relación. Al menos con mi madre. Diría que casi inexistente. Tecleo rápidamente a Alex y a Elisa para avisar que estoy sana y salva en mi casa. Me desvisto, tiro lejos mi ropa, tomo el primer pijama que encuentro y me meto en la cama. Pensando en esos ojos verdes que me han sacado de la fiesta, cuidado y defendido, y en los besos que me ha dado me voy quedando dormida.

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.6K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.6K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook