Capítulo 2

1454 Palabras
Él la observó en silencio por un buen rato y seguidamente ella le preguntó para distraerlo: –Bien, ¿cuéntame de ti, hay algo interesante en tu vida? –Toda mi vida es interesante, pero a ti puedo contarte que manejo mi propio negocio de construcción, me gustan las motocicletas y escaparme al mar los fines de semana. ¿Qué hay de ti? –Solo me interesan las novelas de romance, los reality de MTV y bailar todos los fines de semana. –¿No quieres hacer algo productivo con tu vida? –No, mi familia tiene suficiente dinero, así que no tengo de qué preocuparme –por su expresión, mientras la escuchaba, estaba claro de que se sentía totalmente decepcionado. –Con tanto dinero en tu familia deberías tener auto propio, ¿por qué viniste en taxi? –Porque de aquí me iré a bailar y suelo tomar bastante, así que no debo manejar, soy responsable en ese sentido ¿no crees? –lo vio tomar aire profundamente, estaba llegando a su límite, estaba segura y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír. –¿Qué edad tienes? –Oye, eso no se le pregunta a una dama, pero te responderé, tengo 25 años y tú, ¿cuántos tienes? –Tengo 28 años y soy ingeniero civil. –Qué bueno, te felicito, yo no me he graduado aún, es que no me decido por una carrera. –Tu abuelo habló maravillas de ti a mi abuelo, él cree que estás estudiando una carrera. –Mi abuelo y yo nos adoramos, y sí estoy estudiando una carrera, solo que no estoy segura de querer terminarla, posiblemente me cambie por otra, no sé. ¿Cómo me dijiste que es tu nombre? Porque el apellido supongo que es Altamirano ¿no? –No te he dicho mi nombre aún, es Santiago y ciertamente mi apellido es Altamirano. De pronto se escuchó una voz a su espalda que decía: –¡Que preciosa sorpresa!, mi espina en el trasero preferida, ¿a quién le agradezco al cielo o al infierno? –No seas impertinente Alejandro, estoy ocupada, así que puedes desaparecer –le dijo al hombre que estaba a punto de dañar toda su actuación. –Amigo –dijo Alejandro dirigiéndose a Santiago–, no permitas que esta mujer te envuelva en sus redes, huye y sálvate. Santiago enarcó las cejas y los veía a ambos alternativamente, ella de verdad hubiera querido tener un arma para dispararle en ese preciso momento, Alejandro era de esos hombres a los que se les dice que no y se convierte en el resentido empedernido y molesto que no pierde ocasión de fastidiar, finalmente el hombre se retiró con una sonrisa burlona. –¿Algún novio enojado? –le preguntó Santiago con ironía en su tono. –No llegó a eso, lo rechacé y no pierde oportunidad de molestarme –respondió con sinceridad. –¿Quieres quedarte a cenar aquí o nos vamos a otro sitio? –No te preocupes, ya hizo su acto de hoy. –¿Es frecuente entonces? –Cada vez que me ve y sin importarle dónde o con quién me encuentre –la descolocó la intervención de Alejandro y le costaba volver a su papel de mala cita. Llegó la mesera con el menú y se dispuso a pedir una gran cantidad de comida, realmente comía mucho y su maravilloso organismo destruía todas las calorías sin que se reflejaran en ninguna parte de su escultural cuerpo. Su cita la observaba y ella impávida ordenó pasta al pesto, pollo con papas fritas, filete con ensalada y postre. *** A Santiago Altamirano, su abuelo le había informado, el día anterior, que ya había concertado la cita con Evelyn, la mujer con la que se supone debería casarse para que él honre el compromiso que asumió con su mejor amigo, no sabía en qué momento de su vida. De verdad él era un hombre sumamente ocupado, su empresa estaba creciendo y no tenía tiempo para perder en relaciones, así que accedió a conocer a la chica en una cena familiar que se había convertido en una cita a solas porque ella sugirió conocerse antes. Así que, apartó tiempo y estaba dispuesto a verla porque se lo debía a su abuelo por quien daría la vida, aunque no estaba muy seguro de complacerlo con lo de la boda, dependía de la impresión que tuviera de “Evelyn”, solo sabía su nombre, lo demás lo averiguaría durante la cena que tendrían esa noche. Llegó antes de la hora pautada porque así era él, correcto y puntual, su tiempo valía y le gustaba que los demás lo apreciaran así, 20 minutos después vio aparecer a una chica que a simple vista se le notaba que no hizo ningún esfuerzo por arreglarse. Cuando invitaba a una mujer a salir esta generalmente iba muy bien arreglada, maquillada y peinada, esta chica llegó muy simple y sencilla, a pesar de eso, lo impresionó porque su belleza natural era innegable, si se maquillara deslumbraría, pero “Evelyn” no mostró ningún interés en darle su mejor cara. Lo dejó pasar porque era hermosa; con sus ojos ámbar inmensos y preciosos; su cabello marrón era muy brillante y largo con unos rizos que provocaban el tacto; también pudo adivinar una muy buena figura aún bajo su ropa un poco holgada, no era muy alta, pero toda ella era proporcionada. Iniciaron conversación y era muy triste oír como pierde su existencia sin hacer algo productivo, no le atraían las mujeres sin propósito en la vida, no creía que pudiera complacer a su abuelo. De la nada los interrumpió un patán que aparentemente la pretendió y fue rechazado, no le veía la razón del empeño porque siendo como es y según veía él, no era una chica por la que un hombre deba desvivirse en conquistar. A la hora de pedir la comida quedó asombrado, ella pidió y comió sin vergüenza alguna, en realidad eso si le gustó, era una mujer real, aunque no estaba muy convencido de que fuera alguien con quisiera estar. Debía hablar francamente con su abuelo porque no pensaba en volver a salir con ella, esa primera reunión dejó mucho que desear y ser bella no era suficiente para sus estándares. Pidió la cuenta y estaba muy decidido a dar por terminada la cita, sin ninguna intención de pedirle ni siquiera su número telefónico, cuando dos hombres, uno rubio y otro pelirrojo, se acercaron a la mesa y el hombre rubio soltó: –Vaya, vaya, entonces me mentiste descaradamente hoy, cuando me dijiste que te quedarías en casa porque te sentías mal. –A mí me dijo que su madre estaba indispuesta y debía cuidarla. Realmente eres una mentirosa empedernida –agregó el otro. –Hola chicos, bueno sí, mentí un poco, pero cuando les digo claramente que no quiero salir con ninguno de ustedes tampoco me creen, entonces, ¿qué hago? –replicó ella con cara de fastidio. –Al menos podrías decirnos –dice el hombre pelirrojo–. ¿Qué tiene el amigo que nos falte a nosotros? –Fácil, él no quiere nada conmigo, esta es una cena impuesta por nuestros abuelos, primera y última vez que nos vemos o nos hablamos, él no me va a perseguir como psicópata por cada lugar que frecuento, ni va a cometer la indiscreción de interrumpirme en cualquier sitio que me vea. –Jajaja, ¿es en serio?, ¿viniste prácticamente obligado a cenar con ella?, ¿sabes cuántos la invitan a diario al menos a un café y reciben un no por respuesta? –todo esto se lo preguntó directamente el hombre rubio y además agregó: amigo estás con la mujer más esquiva de la ciudad, tal vez lo hace a propósito para hacerse la interesante y mantenernos pendientes de ella. *** La cara de Santiago Altamirano era de incredulidad total, sus ojos iban de su rostro hacia el de cada uno de ellos y mostraban todo el asombro del mundo, esos dos estaban haciendo que se intrigara con respecto a ella, aunado a que Alejandro no les quitaba la vista de encima y parecía con intenciones de unirse al grupo también. Ella solo quería salir de allí y la dichosa mesera no se apuraba con la cuenta, hasta ahora se sentía con suerte porque ninguno había dicho su verdadero nombre, se habían limitado a sus reclamos absurdos, pero ya estaba a punto de levantarse y salir disparada del lugar. Sentía la mirada de Santiago escudriñándola, sabía que quería preguntarle sobre esos hombres y ella solamente deseaba que la tierra la tragara y la escupiera en su casa.
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