CITA A CIEGAS

El inicio de todo… una mentira… –Camila, por favor, nunca te he pedido nada tan importante como esto y sabes que no lo haría si mi vida no estuviera a punto de rodar cuesta abajo por una gran pendiente. –Si sabes que tienes un gran talento como dramaturga ¿verdad que sí? –No es drama Camila, es la vida futura de tu amiga incondicional la que está en tus manos. –Me estás pidiendo que te la cambie por la mía. –No, claro que no, será solo una vez y por un corto momento, si haces lo que te digo, lo espantarás y se retirará enseguida, no soportará tu comportamiento. –Y si lo soporta, ¿qué hago? –No lo hará; es muy orgulloso, arrogante y petulante. –¿Por qué tu abuelo quiere casarte con él, si es así? –En primer lugar, porque delante de mi abuelo supongo que es encantador y en segundo lugar, porque su abuelo es el mejor amigo del mío y se hicieron esa promesa “honorable”. –¿Estás segura de que es así?, digo arrogante y lo demás. –Si, salió con la prima de un amigo y él lo odio, así que me dijo exactamente como es y que por eso su prima lo mandó de paseo. –¿Cuándo lo conociste? –No lo conozco Camila, para eso es la cita, era una cena familiar, pero sugerí que nos permitieran conocernos a solas, así lo decepciono y no asiste a la cena familiar. –¿Sabes qué? Esto es demasiado complicado, no hay forma de que salga bien. –¿No confías en mi plan? –No, para nada. –Amiga, por favor, mi vida está en tus manos. –Eres una exagerada, pero está bien, iré a la cita y me vas a deber una bien grande. –Gracias, gracias, gracias –le decía mientras la abrazaba y saltaba a su alrededor, ven te voy a explicar todo lo que tienes que hacer. *** Camila Hernández, tiene 25 años, se graduó en medicina con honores y está próxima a terminar su especialización en Pediatría. Su estatura es promedio; cuerpo delgado con buenas curvas; tiene piel canela y da la impresión de que es una adicta a la playa; posee la boca pequeña con labios gruesos; grandes ojos almendrados de un color marrón muy claro casi dorado; con cabello bastante largo, en tonos marrones y abundantes rizos naturales que cuida mucho a pesar del poco tiempo libre gracias a sus estudios. No ha tenido novio nunca porque piensa en la experiencia de su madre y huye a toda velocidad por la derecha, a su amadísima progenitora la engañó su primer novio, le prometió el cielo con todas sus estrellas, la luna y el sol, ella le dio la prueba de amor que él le pidió y una vez satisfecho, tuvo el descaro de decirle que eran muy jóvenes para una relación y que, además, su familia tenía otros planes para él lejos de la ciudad. Al poco tiempo su madre se enteró de que la prueba que había dado tendría consecuencias, ella fue muy valiente, se dedicó a trabajar mientras el embarazo se lo permitió y cuando la tuvo, se fue a un hogar refugio de madres solteras y allí aprendió a manejar computadoras, a elaborar presupuestos y muchos otros conocimientos que todavía le son muy útiles. Ella es su orgullo y su ejemplo a seguir, pero también le ha servido de advertencia de que las relaciones son muy frágiles y es una verdadera lotería encontrar un hombre honesto en el amor. Hoy se encontraba en la habitación de su amiga Evelyn Oropeza, que tiene un año más que ella, se conocieron en la preparatoria y, a pesar de ser polos totalmente opuestos, se llevan de maravilla; se quieren y se respetan mucho. Ella es una rubia natural de ojos verde mar, grandes y preciosos; su melena dorada la mantiene en los hombros; su esbelta y trabajada figura es muy bien mantenida gracias a ejercicios; se graduó en finanzas, pero aún no comienza a trabajar, aunque tiene empleo seguro en la empresa de su abuelo. Evelyn había llamado de emergencia a Camila y era para hacerle la loca propuesta de que vaya por ella a una cita a ciegas para conocer al hombre con quien su abuelo tiene toda la intención de comprometerla y casarla, por una especie de trato que hizo con el abuelo del hombre. Su misión es decepcionarlo, espantarlo y hacerlo que se arrepienta y según Evelyn, era perfecta porque él espera a una chica glamorosa, criada en una de las mejores familias y se encontrará con una chica corriente, sin mucho roce social, nada elegante y que ha dedicado su vida a estudiar para no perder la beca que le otorgó el generoso jefe de su madre, con la única condición de que no perdiera el tiempo y mantuviera un alto nivel. Ese señor cada año les regala ropa a su madre y a ella, quienes por no abusar siempre escogen prendas cómodas y económicas, también les invita las cenas de Acción de Gracias y de Navidad, sin faltar desde hace 15 años, exactamente desde que su madre comenzó a trabajar para él como su asistente personal. La madre de Camila se encarga de todo en esa casa y también de algunas diligencias de la empresa de su jefe, pero no se queda a dormir para no dejar sola a su hija, ya que son las dos muy unidas y Camila la adora, es su luz de la mañana, así le dice cada día, en fin, está oyendo el plan de su loca amiga y se dispone a prepararse para el encuentro o cita a ciegas como le dice ella. Evelyn dejó que ella escogiera su atuendo ya que siempre viste muy sencillo y simple, generalmente jeans y camisas en colores pasteles, que le gustan mucho; zapatillas bajas o deportivos y según el clima una chaqueta y bufanda. El restaurante de la cita era en un boulevard donde también había clubes y discotecas, algunas veces Camila ha ido con compañeros del hospital donde hacía prácticas, salió con 5 minutos de retraso que se convirtieron en 15 cuando no consiguió taxi enseguida, llegó y se anunció en la recepción, porque su amiga le avisó que habría reservación. Cuando se encaminó a la mesa, el hombre que estaba allí se puso de pie y su mundo giró a velocidades inimaginables, ante ella estaba la cosa masculina más espectacular que ni en su más fructífera imaginación hubiera creado. Ese Dios del Olimpo vestía un entallado traje azul, impecable camisa blanca, sin corbata, alto; delgado, pero musculoso; cabello corto castaño; nariz perfilada; boca perfecta; ojos grandes azules o grises no distinguía bien por la distancia que aún los separaba. Se paralizó, su primera opción fue girar y salir corriendo de allí, así que comenzó a retroceder y él arrugó la frente, fijó sus ojos en ella y creyó que se los vio más oscuros, se detuvo al pensar en su amiga que estaban contando con su ayuda y le había pedido ese favor fervientemente, así que retomó el avance y él cambió su semblante, llegó a su altura y embobada le dijo: –Hola, buenas noches, soy… –Sé quién eres –¿su primera impresión de él apenas habló?: es todo lo que dijo Evelyn que sería, antipático de pies a cabeza–, toma asiento por favor, ¿qué quieres tomar? –Vino blanco, por favor. –De acuerdo –dijo y ordenó una botella de vino mientras ella observaba sus perfectas facciones comprobando que sus ojos con azules con líneas grises, quitaba el aliento sin duda alguna, la pobre mesonera no reaccionaba y él, impaciente, le dijo que el vino era para esa noche, haciéndola avergonzar y que saliera disparada a cumplir el pedido. –Disculpa la demora, no conseguía taxi –trató de explicarse, pero fue interrumpida. –Si hubieras salido a tiempo, no tenías posibilidad de retraso. –Seguramente, pero no me caracterizo por ser puntual en eventos que no llaman mucho mi atención –“toma pedante”, le dijo mentalmente. –Yo siempre cumplo, aunque no me agrade lo que me encuentre –replicó él, muy odioso. Hasta ahora todo iba saliendo según lo previsto, ella le estaba dando la mala impresión acordada con Evelyn y él estaba siendo muy fiel a la referencia que le dieron a su amiga: egocéntrico, atractivo, pedante, hermoso, interesante, pecado andante, ups se desvió, “bien repelente el muñeco este.”