El día transcurrió sin problema, bueno al menos en asuntos de la compañía. Hablé por teléfono con el señor Banner sobre nuestro viaje a Vancouver, aunque muchas cosas ya las sabía por medio de Michelle. No fui a casa, temía tener cara de espanto aún. No quería ver con mis propios ojos la reacción de Ev cuando Rob le llamara. Me dolía en el alma que Rob la amara así, después de todo aún era su esposa. ¡Qué complicado y jodido puede ser el amor! —Hola Matt… Su voz me hizo salir de mis mil pensamientos. —Hola Michelle, buenas tardes. —¿Cómo está, Matt? —Bien, gracias, aun cerrando planificación. Me veía fijamente, parecía muy triste al verme. —Matt, sé que el amor a veces es difícil de comprender y otras tan fácil, nos ayuda a cometer imprudencias, y algunas locuras. A noche casi a l

