Abrí los ojos en cuanto percibí en mis sueños su voz susurrarme. Quizá había muerto de placer y estaba en el paraíso. La vi ante mí, su rostro irradiaba felicidad. —Matt, no quería despertarlo, parece un ángel cuando duerme. Sonreí, le di un beso y la abracé con fuerza. —Usted es mi ángel. Buenos días, mi amor. Se aferró a mí, le dio un beso dulce a uno de mis brazos que la apretaban. —Cariño mío, no han parado llamar de la oficina, tristemente el tiempo para los enamorados si existe, son casi las diez. Se apartó de mí después de darme un tierno beso en los labios. —Sí es una lástima. No quiero ir, me quedaré con usted, la ayudaré a desempacar y luego iremos a la playa, tomaremos colados de fruta y nos olvidaremos del mezquino mundo por un día al menos. Rió a carcajadas. —Me enc

