Michelle y yo íbamos en vuelo, el señor Banner insistió mucho que tomáramos su avión privado. Pero iba muy pensativo, quizá Evolett ahora aceptaría casarse con Rob. Podría haber creído que de los dos, su mejor opción seguía siendo Rob, porque al menos a él ya lo conocía. Michelle no quiso decirme nada, solamente sentía su mirada sobre mí. Pasamos dos días en Vancouver, sentí que fueron los días más largos de mi existencia. Le mandé algunos textos a Ev, diciéndole que la extrañaba, pero no me contestó ninguno, en ambos días. Quizá lo normal era que me odiara. Cuando íbamos de regreso a casa, Michelle me habló preocupada. —Matt, no ha estado aquí desde el día que nos marchamos, su mente parece lejos. —Lo siento, Michelle. Es que no me siento bien. —La confianza es la base en toda rel

