La música suave del piano flotaba en el aire como un suspiro elegante. La sala, luminosa y perfectamente decorada, estaba repleta de rostros conocidos. Gente influyente, médicos con premios en vitrinas, especialistas cuyas publicaciones leía en revistas científicas. Y yo, con una copa de champagne entre los dedos temblorosos, intentando parecer parte de ese mundo. Justin se desenvolvía con naturalidad, saludando a algunos colegas, comentando sobre el honor de estar allí. Su entusiasmo era contagioso, pero yo estaba atrapada en un torbellino que no tenía nada que ver con la medicina. Mi cuerpo estaba presente, mi sonrisa bien ensayada, pero mi mente… Mi mente seguía esperando que algo pasara. Como si una sombra caminara sobre mis pasos. Y entonces, ocurrió. Una puerta doble al fondo de

