Peter —¡Oye, Ma! ¿Dónde estás? Entrar a la casa ranchera en forma de L donde crecí siempre se sentía como un viaje en el tiempo, aunque se habían hecho algunos cambios con los años. La misma alfombra gris azulada se deslizaba bajo mis pies mientras entraba y me quitaba los zapatos antes de que ella me lo recordara. —¡En la cocina, cariño! —Podía escuchar la sonrisa en su voz mientras atravesaba la sala con los muebles marrón y dorado anticuados que eran tan cómodos hoy como lo eran en aquel entonces—. ¡Qué sorpresa tan agradable! ¿Qué haces aquí? Dejé un beso en su mejilla y levanté su pequeño cuerpo, dándole un buen abrazo. Maggie Malone podría tener unos kilos de más de los que le gustaría, pero para mí seguía siendo hermosa. —Vine a ver a mi chica favorita y a hacer algunas cosas

