En mi corazón sentía ese aviso, el presentimiento oprimía mi pecho, sabía que no quedaba mucho por estar juntos. Sólo se me ocurrió como siempre, conversar algo que me causaba curiosidad. —Jon ¿por qué no podemos quedarnos aquí antes del anochecer? Sabe, creo que es un lugar tranquilo, quizá no sea tan malo avanzar hasta mañana. —No Princesa, es mejor seguir con nuestro camino, quedarnos aquí sería como atraer una manada de fieras hambrientas. Observé a mi alrededor todavía incrédula. —Pero aquí no hay nada más que árboles, no he visto a ninguna persona. No se ve nada espeluznante y raro como en aquella casa o ese bosque encantado. Alzó una ceja al hablar con esa fuerte voz suya. —Créame correría más peligro aquí que en aquellos lugares que mencionó. —¿Qué hay aquí, entonces? Co

