Seguimos avanzando, pero no pude dejar de pensar cómo había sido tan estúpida. Ninguno de los dos mencionó algo. Observé mis manos sucias, el sol se hallaba al centro del cielo. Habíamos atravesando varias arboledas. Íbamos a trote lento avanzando entre un bosque húmedo y más iluminado por bastantes arbustos con frutos. A la distancia se escuchaba una caída de agua. —Jon, creo que cerca hay agua ¿verdad? —Sí, hay una cascada y un río que desemboca al mar. —¿Está muy lejos? —No, de hecho, lo cruzaremos para llegar antes del anochecer. No podemos perder más días. Quería atrasar el viaje lo más que fuera posible. —Bueno es que, creo que necesito, usted ya sabe… Pero él habló antes que terminara de decir lo que quería. —Quiere pasar al río, para lavarse. —Sí, exacto —Contesté muy ap

