LXXVIII Capítulo 78: La fragilidad de un alma desolada. TIM COLTON Iba a quedarme calvo, no podía dejar de pasar las manos por mi maldito cabello al ver la perdida del departamento que tuvo la equivocación de colocarle a nuestros productos cifras caducadas que nos hizo perder una enorme cantidad de dinero, sin contar el atraso porque ahora estábamos reubicando un nuevo personal. Me iba a volver loco. Todo era papeleo, organizar, dar órdenes, gritar; sabía que ahora gritar era mi voz habitual en la empresa y a mi espaldas me llamaban “el diablo”, prefería que me tuvieran miedo, de esa manera harían correctamente su puto trabajo a la perfección. Tocaron la puerta de mi oficina y fruncí el ceño girando los ojos con impaciencia, me jodía la paciencia tener que distraerme. —Pasa —

