Una hora después…
Con el sonido de la regadera, debajo de ella, se encontraban Briana y el presidente besándose después de esa gran ronda de placer que tuvieron los dos. Ambos se sentían tan atraídos que se les estaba haciendo difícil quitarse las manos de encima inclusive después del sexo. Briana mientras besaba a William debajo de esa lujosa regadera, cuya agua les caía sutilmente en sus cuerpos, acariciaba los glúteos del presidente mientras que él con sus manos en las mejillas de ella sujetaba su rostro. Luego, William se separó por unos segundos de ella para descansar un poco, y mirándola con una sonrisa pícara sintiendo sus manos en sus glúteos le comentó:
—Parece que le gusta mi trasero señorita Spencer.
—Pues… me descubrió señor presidente, yo se lo dije hace rato. A usted le gu
