CONVIVIENDO CON ARPIAS

1712 Palabras
»» ———— AIDAN ———— «« El viaje fue largo y un poco turbulento, por las incansables lluvias, al parecer elegí el peor de los climas. Al llegar al aeropuerto, mi amigo me está esperando, nos subimos al coche, él se ve emocionado de verme, Paulo es un año menor que mi, es muy inteligente, tiene ideas muy interesantes. —Bienvenido, amigo. —Gracias, es un placer visitarte. —Teníamos años sin vernos. —Exacto, pero la amistad se ha mantenido. —nos subimos a un coche de lujo. —Espero que te guste mi país, tengo una agenda apretada para tu estadía aquí. —Qué mal, yo venía de vacaciones y mi amigo habla de trabajo. —No me malinterpretes, hablo de diversión, conocerás los mejores clubes de la ciudad y tendremos muchas salidas. Reímos a carcajadas, él me cuenta cosas interesantes de su país, por ejemplo de la comida y las celebraciones. Escuche la costumbre que ellos tienen, me gusta estar informado para no cometer un error y ofenda a alguien. Al llegar a la imponente mansión, me bajé del auto y mi amigo de inmediato llamo a un empleado, tomo mi maleta de mano y al caminar a la entrada algo llama mi atención, una mujer a lo largo camina entre las rosas, con un vestido largo y un velo en su rostro. —¡Vamos amigo! —¿Quién es ella? —Ah, ella, es la esposa de Camilo. ¡Ignórala! —Entiendo. Me adentré a la mansión, me recibieron con alegría, la madre y los hermanos, Margarita y Timoteo. Ellos muy atentos me guiaron a mi dormitorio y me permitieron descansar, es amplio y muy refrescante, ya que hay aire puro que entra por las ventanas, me asomo a una de ellas y lo primero que miro es a esa dama. “No te ves nada feliz” Me intrigo algo, es porque lleva ese velo en su rostro, será que pertenece a otra cultura. Margarita vino por mí a la hora de comer, ya me había refrescado y mudado de ropa, por una más casual, ambos bajamos, ella no dejaba de hablarme de cosas de ella, por educación sonreía. Al llegar al comedor, los veo a todos menos a esa mujer. No quería importunar, pero ya la curiosidad me estaba matando, porque siendo la esposa de la cabeza de esta familia, no estaba conviviendo con ellos. —Cuéntanos Aidan, no te molesta que te tutee. —Está bien, no me molesta. —Qué hombre tan educado. —expresa la madre. Sonrió. —¿Te gusta nuestro país? —Hasta el momento, sí, mire ciertos edificios al venir aquí, muchas personas en la faena, mi amigo me enseñará la vida nocturna. —Tienes que llevarme, hermano. —Ya veremos, Margarita. —al terminar de comer, me llevaron a la sala y la mujer brilla por su ausencia, ya estoy más que curioso. —Aidan, quieres conocer la propiedad. —dice la menor. —Me encantaría. Todos sonríen, la joven es muy jovial, me guía fuera de la casa, la mujer que mire antes ya no está, caminamos por el jardín y ella no deja de hablar de ella, cosas que ni entiendo ni me llaman la atención. —Me gusta montar a caballo, ¿Tú has montado alguna vez? —Sí, casi siempre, tenemos un rancho donde hay caballos. —¡¡En serio!! Me encantaría ir a tu país. —Hay hablaremos con tu hermano para que te lleve. Serán bienvenidos a mi casa. —Eres tan bueno… Desde ya voy a convencerlo. —Me di cuenta de que tu hermano mayor se ha casado, por fin. —¡Camilo! Si hace poco se casó. —Supe que anda de viaje, me imagino que de luna de miel con su esposa. —No, él anda con una amiga de la familia, es que ella está de cumpleaños y le quiso regalar ese viaje. —Ah, ¿Y la esposa anda con ellos? —Me caes bien Aidan, te contaré la situación, pero no le digas a Paulo que te Conté. Él es muy serio y a veces amargado. —Soy una tumba, te lo prometo. —nos sentamos en unas sillas que hay en el jardín. —Mi hermano cometió la peor estupidez de su vida, pero se sacrificó por la familia, teníamos problemas financieros por causa de mi padre, pero mi hermano lo supo solucionar. Te diré que la mujer es horrible, gracias a Dios que es un fantasma en la casa, tiene ideologías muy extrañas. —¿Qué tipo de ideologías? —Ella soporta todo lo que mi hermano le dice y hace, aun así, se queda callada y no hace nada más que encerrarse en la habitación. Es tan extraña, su rostro es horrible y su gusto por la moda es espantoso. Inés dice que la chica es un chiste que es mejor ignorarla. —¿Quién es Inés? —Es mi amiga, como te dije antes, ella se lleva bien con toda la familia, yo sé que ella y mi hermano sostienen un romance de años, pero tuvimos este problema y las cosas cambiaron, ahora nos toca cargar con ese espanto de mujer. —¿Y usted porque no la ayuda a mejorar? —Ya lo hice, le llevé lociones porque ni eso tiene, no sé en qué mundo vivió esa mujer, te juro que te espantarías al verla, da asco verle el rostro, lo que no entiendo es porque su familia siendo tan rica, ella no es ostentosa, te contaré que yo hasta pensé que mi hermano la había recogido de la calle. Me quedé quieto, dejé que Margarita hablara sobre ella, yo no la conozco, pero ya siento lástima por esa mujer, estar en una casa con desconocidos y ser tratada de esa manera ha de ser horrible, Margarita me cuenta que la mujer sabe venir a este jardín en el atardecer. Al regresar a casa, me trasladé al dormitorio. Paulo me dijo que saldríamos en la noche. Me arreglé temprano y me asomé por la ventana. Tengo una vista al jardín. Sonreí al ver a esa mujer sentada en el mismo sitio. Me apresuré para bajar sin que nadie lo notara, rogando no encontrarme con nadie, a lo mejor ellos se están arreglando. Salí de casa y me fui al jardín, la veo sentada, con la mirada perdida. —Hola. —dije sutilmente, para no asustarla, pero fallé, ella de inmediato se puso de pie y se dio la vuelta, sus ojos azules y grandes, me congelaron. —¿Quién es usted? ¿Cómo entro aquí? —Disculpe, no fue mi intención asustarla, es que pasaba por aquí y la mire, soy Aidan, un invitado de la familia. —Ah, es usted… Ya me habían informado de su llegada, lo siento, no era mi intención toparme con usted, me retiro. —Esperé, aquí el mal educado, fui yo, por favor siéntese, pronto me iré. —Es que no puedo estar con un hombre a solas, que no sea mi esposo. —No hacemos nada malo, solamente platicando. —Mejor me voy, no es correcto esto. —ella mira hacia el suelo todo el tiempo. —Esperé, yo le di mi nombre ¿Cuál es el suyo? —Soy Katerina, la esposa de Camilo. —Lo sé, mucho gusto Katerina. Una cuestión esperó, no le incomode. —¿Qué desea saber? —Usted pertenece a alguna cultura del medio oriente. —¿Por qué dice eso? —Por el velo en su rostro. —Esto, no le gustará ver lo que hay debajo de él, me retiro. —No se vaya, a mí si me gustaría ver lo que hay debajo de ese velo. —Es igual a los demás, no me humille, señor. —Jamás haría tal cosa, le juro que no es mi intención. —ella me mira nuevamente a los ojos. —Entonces, ¿por qué siente curiosidad? —Me gustaría ser amigo de la señora, eso, si me lo permite. —¡Amigo! Ya no creo en esa palabra, alguien me dijo que sería mi amiga y ahora está con mi esposo, no existe tal cosa. —Se imagina que yo también esté con su esposo. —ella carcajeó al oírme decir eso, sus ojos brillaron por fin— No soy ese tipo de persona, se lo aseguro. —Tiene razón. —ella sin decir nada más se quitó el velo, me miraba como si esperara una expresión desagradable de mi parte, le sonreí. —Es hermosa, lo que tiene en su rostro es simplemente acné, le contaré un secreto, espero no me delate, yo en mi adolescencia me llene de eso también. —¿Lo dice en serio? —he roto el hielo. —Sí, mi rostro se puso horrible, sufría de autoestima y burlas todo el tiempo. —Pero su rostro es hermoso, muy liso, podría decir, hasta perfecto. —Ve, que si es posible, yo acudí a un dermatólogo, él me ayudo a mejorar mi apariencia. ¿Usted ha visitado alguno? —No, es que en mi casa era normal todo, nadie me juzgaba por mi apariencia, mi madre es conservadora y ella siempre me dijo que la apariencia de alguien no importaba, sino su manera de conducirse. —Muy sabia su madre. —Sí, pero nunca me dijo que enfrentaría dificultades por mi apariencia. —Eso es algo superficial, ¿En qué dormitorio está usted? —¿Por qué pregunta? —ella se altera. —No me malinterprete, es que yo ando unas cremas muy buenas para su cutis, me gustaría regalárselas, por mientras visita un dermatólogo. —No puedo dejar entrar a un hombre a mi dormitorio sin mi esposo, además ahora eso lo veo imposible. —¿De esa manera la criaron? ¡Guau! —Sí, tengo que obedecer a mi esposo siempre. —Comprendo, le aseguro que las cremas ayudaran mucho a su cutis. —Es la tercera a mano izquierda. —me dijo y se fue, me quede mirándola entrar por la puerta trasera de la casa, hasta lo que sé por los momentos, ella está sufriendo intimidación en esta casa.
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