Capítulo 05

1075 Palabras
V Había pasado ya, un largo y oscuro día lleno de malas noticias luego del lunes donde por fin el tonto bebe con pañales se atrevió a pasar entre Kyle y yo. Luego de dejarlo en su casa, la cual estaba ubicada en uno de esos barrios costosos que están fuera de la ciudad, volvimos a la nuestra para comer y ver unas películas antes de dormir. Era miércoles por la mañana. Desperté con una pereza enorme y me dispuse a vagar por la habitación decorada de peluches que mamá con mucho esfuerzo y trabajo me había regalado año tras año. Me coloqué mis pantuflas de conejo blanco y arrastre los pies hasta la mesa donde se encontraba el ordenador y alguno que otro libro. Estaba tan aburrida que como primera opción me dispuse a vagar por las r************* , esas por las cuales hacía tiempo que no navegaba. Me parecían algo fuera de contexto. La Internet tenía buenas hazañas para unos y malas para otros, y entre esos "otros" calzaba a la perfección por no poseer amigos pero sí una red social donde por mera suerte todo el instituto debía estar para enterarse de las buenas nuevas en el mismo. Con la mano en el viejo mause, di clic en aquella imagen de una nube que decía ser lo más comentado. El primer mensaje que leí me dejó con un sabor amargo en la boca, provenía de Shane quien preguntaba por sí alguien sabía alguna noticia sobre la desaparición de las chicas. Y a él se unieron cientos más que decían cosas feas sobre ellas, unos sin sentimientos hasta hacían bromas con sus muertes, era de esperarse puesto que al no ser ellos los del problema pues les da igual lo que sucede a los demás. No escribí nada en absoluto y preferí irme por la sección de noticias basadas en el calendario, el cual avisaba que era la hora de las elecciones para la presidencia de la clase. Desde siempre he deseado ser la líder de mi salón y por primera vez no ser la última en ser nombrada o a la que, todos conocen por ser el error para los profesores. La lista estaba en blanco. Las primeras doce chicas que habían sido postuladas por sus notas y rangos académicos estaban desaparecidas y hasta ahora nadie parecía darse cuenta de ello, o quizás sí pero no le daban mucha importancia. Existía la posibilidad de que ganara este año si nadie más se postulaba y la verdad no era mala idea intentarlo. Así, saldría de toda esta locura que está sucediendo a nuestro alrededor y un poco de normalidad podría entrar de nuevo al instituto sin contar la parte más emocionante, la cual sería llamar la atención de todos por una vez en mi vida. —¡Lana, ya llegue!— Mamá gritó desde la sala y de inmediato, sin pensarlo mucho coloqué mi nombre en la parte en blanco que estaba por debajo de el de Zoe Sprous. Luego de rectificar si lo escribí bien o no, cerré el ordenador no sin antes escuchar como los mensajes en el chat se volvían insistentes. —Que personas tan horribles, alguien debería de enseñarles a ser buena gente por una vez y no hablar de los demás... —Murmure levantando uno de los peluches que se encontraba en el suelo, teniéndolo a pocos centímetros de la cara pude notar aquel peculiar aroma que emanaba. Era cítrico, lo pude notar porque soy alérgica desde que tengo memoria a ese tipo de fragancias. Me detuve un momento a pensar, mi ojos derecho empezó a lagrimear por la reacción pero aun así no lo aleje, es más, lo acerque de forma que pudiera examinarlo con detenimiento. No recordaba en ningún momento haber movido alguno de los peluches, la noche anterior había hecho ejercicio con mamá y luego comí, me di un pequeño baño y caí como plomo sobre la cama. Un gemido lleno de pánico se instaló en la garganta de tan solo pensar que alguien pudo haber entrado a la habitación mientras dormía plácidamente. Tome con ambas manos el pequeño perro de felpa y sin pensar lo arroje en la papelera que estaba en el baño. Mentalicé el deshacerme del luego de comer y comprar cerraduras nuevas para la ventana en dado caso que ya las viejas no sirvieran de mucho, di media vuelta cerrando la puerta y me fui directo a la cocina donde el aroma a galletas recién horneadas hizo que mi estómago bailara de felicidad. —¡Mami!, ¡Yo quiero!— grite a centímetros de ella, quien tenía la paleta cubierta de chocolate en su mano izquierda y se largó a reír cuando en un vano intento por pegar mi boca al metal caí de cara sobre la cerámica. —Debes comportarte un poco, como sigas así me vas a manchar el suelo con tu sangre— ríe y me pongo en pie con dificultad, al parecer lastime mi labio inferior.—¡Cariño!, estás sangrando...—Observa con preocupación mi rostro y busca no sé qué en las gavetas de la cocina. —Mami, arde.— Digo fingiendo ser una bebe, haciendo puchero y abriendo los brazos para que me cargue cosa que no hace y me da un empujón suave. —Busca la pomada que dejaste en tu habitación, te he dicho que cada vez que saques algo de aquí lo vuelvas a guardar en el mismo lugar.— Coloca ambos brazos como jarras y refunfuñando por su reacción camino en dirección a donde se me ha ordenado. Al llegar tomo lo que me ha pedido y cuando me giro para salir algo en particular llama mi atención, acelera mi pulso y logra que expanda mis ojos llenos de terror. El peluche. El estúpido peluche que había arrojado a la basura, estaba sobre la mesita de noche que está ubicada a pasos de la ventana. Un escalofrío subió por mi columna, de tal forma que parecía que una persona tanteaba con sus dedos huesudos la carne que la cubre. Sentí como mi aliento se quedó estancado dentro de la boca. No podía pronunciar ningún tipo de palabra y una lágrima bajó por la mejilla sin percatarme de ella hasta que cayó sobre la herida ocasionada en la cocina. —Lana... Ayúdame...— Susurró el viento. Todo alrededor se volvió n***o y caí desmayada tras perder la fuerza en las piernas.
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