Capítulo 16

1516 Palabras
Los siguientes días fueron bastante extraños, ir a la escuela era tan duro sin mi mejor amigo allí, muchas personas con las que nunca había hablado antes se me acercaban para preguntarme por Alex, qué como estaba, cuándo regresaría a la escuela, otros le enviaban cosas conmigo, regalos, dulces, libros, esos días me di cuenta de que mi mejor amigo tenía una vida de la cual yo no sabía nada, en las clases que no compartíamos hablaba bastante con otros estudiantes, el grupo de teatro estaba hecho un lio sin él, ya estaban hablando de cancelar la obra en la que Alex estaba trabajando. Quería que él volviera a su mundo, allí donde las personas lo querían y apreciaban, pero sacarlo de la casa iba a hacer todo un proceso largo. Carly vino corriendo hasta a mí antes de que yo me fuera a la casa de los Miller el jueves, estaba recogiendo los libros que le llevaría a Alex e intentando arreglármelas para que todo entrara en mi mochila, patino en el piso para detenerse y tuve que sostenerla por los brazos, las dos caímos al suelo, yo llevándome la mayoría de los golpes en mi espalda baja y trasero. –Dioses– me quejé intentando pararme, ella se puso en pie de un salto y me dio la mano, tuve que recoger los libros que se habían caído al piso. –Lo siento, no pensé que eso fuera a suceder– le lance una mirada de odio– es que tengo buenas noticias, mi mamá me acaba de llamar para decirme que al fin pudieron solicitar los papeles para la adopción de Rue– comenzó a dar saltos a mi alrededor. –¿Estas hablando en serio? –Sí– me lance a sus brazos y la abrace con fuerza. –Es la mejor noticia que he escuchado en meses. Dioses, tenemos que ir a verla y decirle. –Todavía no– dijo mi amiga, se separo de mí para mirarme a los ojos– quiero decírselo cuando todo este casi hecho, no quiero ilusionarla desde ahora, cuando se los diga es porque todo es oficial. Estoy tan feliz. –Yo también lo estoy– agarradas de las manos nos pusimos a dar vueltas y saltar, algunos alumnos que continuaban en la escuela nos pasaron por el lado y nos miraban raro. –Tengo que irme. Quiero ver a Alex. –Me lo saludas– nos volvimos a dar otro fuerte abrazo, luego desapareció por el pasillo corriendo y saltando, termine de sacar los libros del casillo y los que no pude entrar en la mochila los lleve en mis manos. Hice el recorrido caminando, a unas tres esquinas de la casa percibí que me estaban siguiendo, miré sobre mi hombro y dos hombres a poca distancia de mí me miraban sin disimulo. El corazón se me acelero en el pecho, no, otra vez no, pensé. Volví mi vista al frente, el peso de la mochila no me permitirá correr demasiado rápido, pero tenía que intentarlo, no podía dejarme atrapar, esta vez no. volví a mirar sobre mi hombre, esta vez estaban más cerca de mí, tragándome el nudo, tome una fuerte bocana de aire, preparándome para correr, debí tenerme a esperar que cambiara el semáforo para poder cruzar a la calle. –Rayos– susurre para mí misma, había pocas personas en la calle, impacientada mire a ambos lados. –Oye, niña– me gire un poco para mirar detrás de mí– ¿eres Laurel? – ahí no me falto nada para saber que era a mí a quien seguían, que no era yo siendo paranoica. En cuando la luz cambio a verme me eche a correr, sin pensarlo, son solo dos cuadras, podía hacerlo, esta cerca, no me pueden volver a llevar con él, no esta vez. Con el corazón saliéndoseme en el pecho doble la última esquina y gire a la izquierda para llegar a la casa por la parte de detrás, el miedo lleno mis venas de adrenalina y me empujo a seguir corriendo, me quite la mochila del hombro izquierdo y en cuando estuve en la cerca de la casa tire los libros sobre ella y luego la mochila y de un salto me cole en el patio trasero. Caí de rodillas y un dolor me atravesó todas las piernas. –¿Laurel? – me sobresalte al escuchar mi nombre y cuando levante la mirada Ángel estaba parado en la puerta, mirándome asustado– ¿Sucede algo? – estuve a punto de decir que no, pero no le vi el punto. En ese momento me di cuenta de que estaba llorando, tenía la cara empapada de una mezcla de sudor y lágrimas, él camino hasta donde estaba todavía de rodillas, me ayudo a ponerme en pie y recorrió las cosas del suelo. Me pase la mano temblorosa por la frente. –Dos hombres estaban siguiéndome– susurre, con la voz entrecortada. –¿Qué? ¿Viste quienes eran? ¿Los reconociste? – Les vi las caras, pero no sé quienes eran. –sin verlo venir Ángel me dio un abrazo, y yo se lo devolví, pasando mis brazos sobre su cuerpo empecé a temblar, porque solo de saber que había podido llevarme con él, las cosas que me haría, todo se me ponía n***o. –Vamos, entremos. Voy a prepararte un té– asentí y me dejé llevar adentro de la casa. Me hizo que me sentara en un taburete de la cocina y lo vi moverse por todas partes, unos minutos después me puso una taza caliente en el frente– tómatelo, te ayudara con los nervios. –Gracias– él me paso la mano por el cabello apartándomelo de la cara. –¿Tienes hambre? – negué con la cabeza. –Hay cocina en el horno, no sé lo que es pero Greta lo hizo, yo tengo que salir un rato, Alex esta dormido y Alec aun no llega. Pero antes de irme necesito saber que estar bien ¿Te lastimaste? – volví a negar con la cabeza. –Ya estoy mejor, gracias. –Bien, hablaremos de esto cuando vuelva. No le abras la puerta a nadie– asentí mirándolo a los ojos, él volvió a abrazarme– gracias a Dios estas bien– me beso en la frente y luego desapareció de la cocina, me quede mirando el lugar por donde se marchó, sufriendo porque él no fuera mi padre, yo quería con todas mis fuerzas que fuera mi padre de verdad, porque yo lo quería como si lo fuera. Lo adoraba tanto como a uno, al igual que a Sam, ella fue tan buena conmigo, tratándome como a la hija que nunca tuvo y me dolía muchísimo su muerte. Me tome el té en silencio, dándole vueltas a todo, intentando controlarme, no quería estar hecha un lio cuando fuera a ver a Alex, necesitaba estar bien para él, para que no se preocupe por nada. Deje la taza vacía en el fregadero y recogí las cosas, me dirigí a la habitación de mi mejor amigo, cuando entre él estaba dormido, se veía tan adorable, con el cabello despeinado, los labios entreabiertos, las mejillas sonrojadas, deje las cosas sobre su escritorio y cerré la puerta, antes de ir a su lado, me quite los tenis y me recosté a su lado para mirarlo. Le aparte los mechones de su frente y le dibuje las líneas de su cara. Alex era la persona más importante en mi vida, a la que amaba con locura, a la que me negaba a perder, porque no sé qué haría sin él, sin poder verlo o abrazarlo por las noches, sin poder tocarlo y medio fantasear con él, con que algún día los dos estemos viviendo lejos de la ciudad, donde él pueda hacer lo que le gusta mientras yo cuido de él. Era lo que nos habíamos prometido de niños, que después de la universidad nos iríamos lejos a vivir juntos, donde el ruido de la ciudad no nos importara, a una pequeña casa cerca de la playa. Tal vez en Italia, solo nosotros dos. Nosotros dos contra el mundo. –Hola– le susurre cuando abrió los ojos. Me paso la mano por la cara. –Hola, Lau– me acerque más a él, acariciándole las mejillas– te extrañe hoy en la escuela. –No dijo nada, solo se limito a asentir. –¿Puedo abrazarte? –Sí– y los dos nos volvimos uno, enredando nuestras piernas y brazos, yo poniendo mi cabeza en su hombro, él sosteniéndome cerca, tanto como pudiera. –Mientras dormías estuve pensando en esa promesa que nos hicimos de niños, de que luego de terminar la universidad nos iríamos lejos, solos tú y yo, ¿la recuerdas? –Por supuesto que sí. –Sigues pensando en qué algún día la podamos lograr. –Es lo único que me mantiene cuerdo– no dijimos nada después de eso, pero sus palabras me perseguirían por siempre, intentando descifrar qué quería decir con eso.
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