Capítulo 3

1519 Palabras
6 años después.  – ¿Sabes que tu hermano está ahí abajo dando una fiesta por tu cumpleaños? –No, él está dando una fiesta por su cumpleaños. –rodé los ojos. –Vamos Alex, párate de ahí y ven conmigo. Vamos a disfrutar, además tus padres no están– y como siempre él me ignora, me siento en la cama y lo veo escribir como siempre hace cuando lo invito a una fiesta. –Sabes que odio las fiestas–me dice, suspiro y extiendo mis manos para agarrar su silla y darle vuelta– ¡OYE!, ¿Qué haces? –me grita y le pongo mi mejor sonrisa. –Te vas a parar de esa silla y vas a bajar conmigo a beber algo de alcohol y bailar con alguna chica linda. – ¿Y si no quiero? –Alex. –Pero no quiero–nos miramos por unos segundos sin decir nada, al final él gana y me rindo–ve tú si quieres. –Quiero que bajes conmigo, no me puse este lindo vestido para quedarme en tu habitación toda la noche. –Ve, mi hermano está ahí abajo tomando alcohol de seguro ni te va a notar. –Pero lo que quiero es que me note–al final Alex se vuelve a dar la vuelta en su silla y se pone a escribir. –No sé por qué sigues aun con esa locura de mi hermano, si cada que puede te trata mal. –Vale, soy una masoquista–digo y siento que mi estomago se me retuerce por mis malos pensamientos. –Lau, lo siento, no lo quise decir de esa manera–se da la vuelta en la silla y se levanta, camina hasta mí y me abraza–lo siento–susurra, acomodo mi cabeza en su estómago y paso mis manos por su cintura. –No, está bien, lo sé, soy una masoquista de mierda. –Oye, no digas eso, solo estas enamorada del menos indicado. –A veces eres muy duro conmigo. –Solo digo la verdad. –Esa verdad apesta–digo y él se aleja de mí nuevamente se sienta en su silla y me da la espalda, me tiro en su cama y comienzo a dar vueltas. La música esta hasta el tope, aunque es en el jardín se puede escuchar claramente aquí. Lo observó en silencio, él es la mejor persona que conozco y su hermano es todo lo contrario ¿por qué diablos no me pude enamorar de él en vez de que su hermano? Quiero salir y bailar con algún chico guapo, que él baile con alguna chica guapa y se divierta como un adolescente de 17 años, pero le gusta más esto, estar aquí en cerrado y escribiendo. – ¿Sabes? –le digo suspirando. –¿Qué? –Eres el chico más lindo y listo que conozco. –Gracias por eso–me responde, aun así, no levanta su cabeza de lo que sea que está escribiendo y la curiosidad me mata por dentro, así que me levanto camino hasta él, en silencio, me pongo detrás y curioseo un poco lo que está escribiendo. – ¿Qué es? –pregunto y él se sobresalta en la silla y me rio, cuando esta desprevenido le quito el cuaderno y me pongo a leer.    Mis ojos admiraban verla ahí, tan bella. Su belleza hacía que mis ojos se llenaran de amor. Cada detalle de ella era como mirar un paisaje lleno de colores, de ternura y brillo. Cuando la miré a los ojos fue así como el amor descubrí. ¿Podrán creer que estoy loco para contemplar tanta belleza femenina? Pero es que…. Ella habitaba todo el tiempo en mi cabeza. Era ella… ella y su sonrisa. Era ella… ella y su mirada.  Era ella… ella y su todo. Tal, así como era ella es que me tenía como un loco, un loco enamorado silencioso. –¡Wuao! Alex esto es muy fantástico. –Devuélveme eso. –No, no, no–le reto y me subo a su cama y me pongo a brincar mientas ojeo su cuaderno. –Vamos Lau, dame mi cuaderno. –No, no, no, aparte de lindo y dulce, escritor, ¿Qué chica no mataría por tener un novio como tú? – le digo y él se sube a la cama y de un movimiento rápido me quita el cuaderno y camina de nuevo a su silla donde se sienta dándome la espalda. – ¿Y de que me ha servido eso? –susurra y casi no pude escucharlo. –Hay miles de chicas ahí afuera locas por ti, pero tú aquí metido en tu cueva no las has notado–sigue sin mirarme, camino hasta su escritorio y me siento en él–solo tienes que salir de aquí y lo veras–levanta su mirada y atrapa la mía, así que le sonrió de ojea a ojera. –Si estas tratando de convencerme para que baje a la fiesta no lo harás. – ¡AY, DIOS! Pero que puedo hacer contigo–digo y levanto mis manos en son de paz y veo como me sonríe. Me levanto del escritorio y tiro de su mano–vamos a ir a esa fiesta te guste o no–lo amenazo y él no me responde, tiro de mi amigo y juntos salimos de su habitación. Mientras bajamos las escaleras Alex trata de zafarse de mi agarrare, pero le pongo mucha fuerza, estos años practicando boxeo no han sido de balde. Cuando estamos en el jardín, le beso la mejilla y salgo corriendo literalmente por algo de alcohol para ambos. El chico que está haciendo de Bartender me da dos vasos de no sé qué, como quiera los tomo y vuelvo donde he dejado a mi mejor amigo, el cual está parado en el mismo lugar con sus manos dentro de sus bolsillos delanteros, con la mirada perdida en algún lugar. Se ve tan dulce. – ¿A quién buscas? –grito sobre la música para que me pueda escuchar. Me mira y niega con la cabeza, le paso el vaso que he traído para él y lo toma, pero no se lo bebe, en cambio vota el contenido del vaso sobre el césped– ¿PERO QUE? –grito levantando mis manos y haciendo un movimiento de cabeza. –Que haya bajado no quiere decir que me vaya a meter esa cosa a mi cuerpo–suspiro, un largo suspiro y me rindo, así que asiento y le doy un trago a mi vaso. Un par de horas después una chica llamada Jess se nos acerca, está con nosotros en la escuela, siempre pegada de él, moviendo su cabello y riéndose de todo lo que dice, ella es super linda y siempre está tratando de llamar la atención de mi mejor amigo, le toca el abrazo, se echa el cabello castaño a un lado, se ríe por cualquier cosa que él dice, aunque, a decir verdad, Alex no es de mucho hablar. Decido dejarlos solos un momento, el chico me tira una mirada de desesperación, me encojo de hombros sonriéndole para que se calme, el pobre, antes de que diga algo me marcho para entrar a la casa. Voy al baño de invitados del primer piso, dentro hago mis necesidades, me lavo bien la cara para tratar de bajar un poco lo caliente que tengo la cara por las cervezas, pero no sirve. Salgo del baño y a la primera persona que veo es Alec hablando con una chica, cuando se da cuenta de mí, me mira y sonríe de lado. –Hasta que por fin sales–camina y con su hombro me da, casi me caigo al suelo, me agarro de la pared y me doy vuelta para encararlo. – ¿Qué te he hecho yo? –digo sintiendo que las lágrimas se me acumulan en los ojos y se me sube ese nudo a la garganta. He pasado por tantas cosas en mis cortos 17 años, cosas de las que nunca quiero pensar o solo olvidarlas, pero nada me hace sentir tan mal como el trato que siempre ha tenido conmigo. Eso me enfurece, ¿Por qué me trata así? Yo podría fácilmente noquearlo de un golpe, pero había algo en sus ojos que siempre, siempre me detenía de hacerlo. –Existir–dice con la mandíbula apretada, camina hasta estar cara a cara conmigo y me siento tan pequeña delante de él, no es que yo sea muy grande que digamos, solo mido 1.50, en comparación con él o su gemelo, soy bastante enana. Nos miramos por unos minutos y trago fuerte porque creo que jamás había estado tan cerca de él, mi corazón late a mil por segundo. De repente su mano está en mi cintura y mi cuerpo se paraliza debido a que este ha sido el único contacto que hemos tenido desde que nos conocemos. Su cabeza baja despacio hasta estar a mi altura y sin creérmelo bien me besa.
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