- ¡Pero que sorpresa! –exclamó Rachele muy sonriente al verme fuera de su trabajo– creí que pasarías todo tu día con tu buen amigo Checho. - ¿Y dejar que mi chica se vaya solita a la pensión? –le pregunté, ella sonrió– Definitivamente no cariño –nos besamos. - ¿Y tu moto? –me preguntó. - Recién termino de almorzar, así que creí que caminar nos haría bien cariño… - ¿Cómo es que recién terminas de almorzar? –me preguntó un tanto alterada– ya son mas de las cuatro… ¿Qué estabas haciendo? - Hice tantas cosas que ya hasta me olvidé cariño –le respondí sonriendo, ella seguía muy seria- ¿Y tu almorzaste? - ¡Por supuesto! Hace un buen rato -me dijo– deberías aprender de mí y comer a tus horas, nada es mas importante que tu alimentació

