Capítulo 44

1800 Palabras

            Eso sí que era una noticia emocionante, juro que las ganas de vomitar se mezclaron con mi excitación al saber semejante información, yo también debía contarle cosas a GianPaolo y ver quién era esa misteriosa sombra omnipresente. Como si fuera un imán y el CICPC el centro de gravedad, me sentí bestialmente atraída hacia ese lugar, debía averiguar cosas, debía aclarar otras.             No me importó que todavía estuviera lloviendo, como pude me cambié de ropa y llamé un taxi. Minutos después estaba a las puertas del comando, pagué y bajé, trotando hacia el interior, saludando brevemente a quienes estaban en sus asuntos y se distrajeron con mi abrupta llegada; divisando luego al pálido hombre cuarentón que diligente caminó hacia mí.  —Señorita Martell —dijo, asentí—. Sígame —pi

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